Antes de cruzar unas palabras con Javier Vielba, guitarrista y líder de los vallisoletanos Arizona Baby, esta crónica iba a titularse “Brindando con cerveza”. La primigenia idea surgía a partir del brindis que el generoso Javier hizo con el público presente al inicio del show que la banda pucelana ofreció en la sala Sidecar. Vielba sugirió el cambio regalándome esta preciosa frase que encabeza el escrito, después de la exhibición ofrecida en la entrañable sala de la Plaça Reial barcelonesa. Nadie podía negarle ese pequeño obsequio, se lo mereció por empatía y genialidad. Nos contó alguna batallita, el placer que suponía para ellos tocar en el Sidecar (donde ya actuaron en la celebración del treinta aniversario del club) y quienes eran sus inspiradores. Allí estaban el espíritu de Woodstock, Creedence Clearwater Revival, Canned Heat, Love, Grand Funk Railroad o el estilo vocal de America; unos referentes poco usuales para la mayoría de grupos hispanos. Arizona Baby juegan a otra cosa y ganan la partida a la mayoría: por gusto, sabiduría y fuerza, son una ‘rara avis’, especie en peligro de extinción, debemos protegerla.
Algunos trallazos (pregrabados) en tono hard, y el aspecto rudo del trío (sus barbas impresionan) parecen avecinar tormenta con muchos truenos. No va a ser así, los rasgueos acústicos de The truth lo desmienten al instante. Uno de los mayores méritos de esta abrumadora rock band, es saber combinar con acierto la suavidad de temas como Create your own god con muestras duras del calado de Videotapes, canto de morriña a los viejos soportes anteriores a la era digital, incluido en Sonora (Subterfuge Records, 2018), su más reciente trabajo. De él destacaron UpDownAroundGo, End of the world o la dupla Make believe – Devillish minds (ésta en descarado tono funk) que junto al predecesor hit Shiralee del disco Second to none (Subterfuge Records, 2009) cerraron la función. Final blusero a lo Jimmy Reed, con el insustituible sonido de la harmónica. Sensacional.
A estas alturas el avispado lector ya habrá advertido que el calificativo de especie en extinción no era gratuito. Nos encontramos ante un grupo de la Comunidad de Castilla y León que canta en inglés y toca rock de raíces norteamericanas; supuestamente están locos. Lo están por hacer lo que les sale del alma en un país donde este tipo de música siempre ha sido maltratada gracias a una ignorancia escondida tras la excusa de que es un estilo que no nos pertenece. ¿Acaso el nombre de una cadena de hamburgueserías, el cual todos conocen, lo inventaron en Cuenca? Estupideces supinas, si el producto es de calidad se debe obviar el origen y el ofrecido por estos tres personajes aparecidos en 2003, es de primera división. Su música es perenne, desarraigada de las modas pasajeras, es vital, profunda, vencedora, y si les apetece una propina también la tenemos.
Javier Vielba, Guillermo Aragón y Rubén Aragón, poseen un magnífico sentido del humor. Vielba vuelve a bautizar a su compañero guitarrista Aragón como el Gary Moore del sound psicodélico, no para de hacer comentarios jocosos y acertados y hasta se atreve a homenajear a José Guardiola interpretando Dieciséis toneladas. Lo han adivinado, no la cantará en español a la manera del extinto cantante catalán sino tal como la cantaba Merle Travis. Su relectura de Sixteen tons hubiese encantado tanto a Travis (intérprete original) como a Johnny Cash, otro de los referentes de nuestros protagonistas.
El dominio escénico de Vielba y el buen hacer instrumental de sus colegas contagia a una feligresía entregada que disfruta viciosamente con su calidad, sorprendente por estos lares. Son chocantes, cierto, pero nadie les rechazaría una invitación para ir a tomar una copa.
Arizona Baby volverán al Sidecar porque les encanta, y nosotros les daremos de nuevo un enérgico abrazo. La sinceridad no tiene precio, bien lo vale.
P.D.: Sidecar trata a sus músicos invitados como auténticas estrellas y a los medios de comunicación como a su familia. Esa tan larga trayectoria no es casual, se la han ganado a pulso. Agradecimiento imperecedero.
Autores de este artículo
Barracuda
Sergi Moro
Desde que era un crío recuerdo tener una cámara siempre cerca. Hace unos años lo compagino con la música y no puedo evitar fotografiar todo lo que se mueve encima de un escenario. Así que allí me encontraréis, en las primeras filas.