Si a uno de sus fieles seguidores no le fallan las cuentas (él me juró que no), hacía 16 años que Eric Bibb no pisaba suelo catalán. En aquella ocasión actuó en St. Just d’Esvern, solitariamente y con el mero acompañamiento de su guitarra acústica. El goce del retorno a nuestro país ha sido escueto pero intensísimo. Tuvo el honor de inaugurar el festival Blues & Ritmes de Badalona, junto a una exquisita banda de tres elementos, en el que fue su único show por tierras hispanas.
Esta exclusividad no debería sorprendernos. Los responsables de este evento fundamental, que cumple 30 primaveras, son capaces de sacar cualquier fenómeno de su chistera. Por sus escenarios han pasado Albert King, Daniel Lanois, Rosanne Cash, Buddy Miller o Chris Hillman, por citar unos pocos de una pléyade de estrellas. Un hecho extraordinario en nuestro país que sólo se consigue a base de conocimiento, empeño, sacrificio y amor al blues y ritmos adyacentes, músicas seriamente maltratadas por estos lares. Desde aquí queremos agradecerles el esfuerzo y felicitarles efusiva y sinceramente en este treinta aniversario. Sobre el escenario del Teatre Principal, no hubo pastel de celebración, aunque sí toneladas de buena música.
Al contrario que en otros festejos donde se anuncian helicópteros y aparecen mulas de carga, el Blues & Ritmes es fiel a su nomenclatura ofreciendo lo que vende, el timo del tocomocho no va con ellos. Así pues con Eric Bibb solo, sentado y entonando un blues seco, a la vieja usanza, homenaje a los pioneros, empezó una noche memorable.
El neoyorquino residente en Estocolmo, se ha hecho acompañar para esta ocasión de un trio de campanillas y la inestimable ayuda de su inseparable esposa Ulrika Bibb. Sataffan Astner a la guitarra eléctrica, Neville Malcolm al bajo y Paul Robinson, prestigioso baterista que puede presumir de haber tocado nada menos que veinte años junto a Nina Simone, casi nada. Lujazo.
Uno de sus dardos más efectivos: Silver spoon, fue el primer motivo de jolgorio para los presentes. El recital se movió entre piezas pretéritas, aunque no excesivamente lejanas a la actualidad, como la portentosa On my way to Bamako de 2012 (con aires de calypso y africanos) o Going down the road fellin’ bad de 2014, y los dos recientes trabajos editados.
Migration blues (Dixie Frog, 2017) estuvo a punto de ganar el premio Grammy al mejor disco de blues tradicional, se lo arrebataron los Stones, sobran los comentarios, aunque la ironía gastada por el bluesman al contar la anécdota dejó bien clara su opinión al respecto. De este precioso trabajo, sonaron entre otras la emotiva Refugee moan o With a dolla’ in my pocket. Menos protagonismo tuvo Global riot (Dixie Frog, 2018), a pesar de ello lo utilizó para el impresionante fin de fiesta con la tradicional Mole in the ground y Needed time, transformando el auditorio en una especie de iglesia para entonar cánticos de loa al Creador.
Eric Bibb abandonó New York para encontrar nuevos vientos menos viciados, hallándolos primero en París y después en Suecia. Allí se reencontró con sus raíces, aquellas que también marcaron a Big Joe Williams o Robert Pete Johnson. La música de Bibb está empapada por el blues negro original, sin embargo su experiencia fuera de los Estados Unidos le ha permitido añadirle diferentes pátinas coloreándola de manera especial. Por ella fluctúan, lógicamente, el góspel y el country pero, cómo apuntábamos antes, también la inspiración caribeña y de la madre África. Se siente tan cerca de un armenio o de un venezolano como de un norteamericano, una diversidad que le ayuda como músico y persona.
Su corazón está al lado del problema de la migración de tantos afroamericanos buscando un nuevo hogar, lejos de la segregación y la miseria, mensaje manifestado casi en todas sus composiciones. Tampoco cree en el peregrino pensamiento del blues para los negros y el country para los blancos. Su inspiración también viene de Pete Seeger, Bob Dylan o de los blues que entonaban Jimmie Rodgers, Hank Williams y otros artistas blancos influenciados por la magia de esa música triste y sentida.
Por estos parámetros transcurrió un concierto hermosísimo en el que Eric Bibb demostró su categoría como cantante y guitarrista, ofreciendo con su planteamiento sonoro una deferencia a todos los que han influido en el camino andado.
Para el recuerdo nos quedamos con una interpretación a capella, escuchada en respetuoso silencio, dejándonos con la boca abierta. Rogó a Dios por aquellos que no tienen hogar, tan sólo eso. Magnánimo.
Blues & Ritmes comenzó a cabalgar con un concierto espiritual, milagroso. Sólo es el principio, todavía nos quedan fuertes emociones por vivir.
Si pueden acérquense a la vieja Baetulo, lo agradecerán.
It’s gonna feel like coming home, well i’m on my way to Bamako
(On my way to Bamako, Habib Koité & Eric Bibb)
Autores de este artículo
Barracuda
Marina Tomàs
Tiene mucho de aventura la fotografía. Supongo que por eso me gusta. Y, aunque parezca un poco contradictorio, me proporciona un lugar en el mundo, un techo, un refugio. Y eso, para alguien de naturaleza más bien soñadora como yo, no está nada mal.