Eurovision es mucho más que un simple festival: es un estilo de vida, una filosofía que muchos siguen y respetan todo el año, no solamente la ‘semana santa’ de las semifinales y de la final. Gracias a la victoria de Måneskin en Rotterdam el año pasado, este año la organización del Eurovision ha sido responsabilidad de Italia y por una vez que Eurovisión llega a mi país no podía perdérmelo… obviamente.
En Italia no hay mucha cultura eurovisiva: hemos vuelto a participar en Eurovision en 2011 así que las nuevas generaciones no saben bien de que se trata cuando se habla de Eurovision, pero estamos recuperando el tiempo perdido. Demos un paso atrás: yo soy italiana, pero me siento ‘italocatalana’ desde que tengo 16 años y, después de 13 años de larga espera pude cumplir el sueño de mudarme definitivamente a Barcelona, donde vivo desde hace dos años. Así que os podéis imaginar mi felicidad al descubrir que en mi país de adopción sí que se seguía Eurovision: ¡sigo sintiéndome una novata delante de la cultura eurovisiva que tienen la mayoría de mis amig@s!
Sea en el país que sea, siempre es divertido. Puedes no conocer a nadie, pero la noche en el Eurovillage saldrás de allí con nuev@s amig@s eurofans: la magia de la música y de su fuerza es esta, la de juntar personas de países diferentes y con historias totalmente diferentes en un único latido, el corazón en la garganta cuando llega el momento de saber si tu favorito está dentro o está fuera o en qué posición quedará.
Eurovision es no estar de acuerdo con quien va a ganar, seguir creyendo que la geopolítica no influye en las votaciones y quedar con la boca abierta cada año. Eurovision es saber perfectamente que la votación del jurado y la del publico de casa serán opuestas y no podérselo creer igualmente. Eurovision es poder divertirse como no te habrías esperado nunca también cuando la decepción con la organización de tu país es infinita, porqué estás viviendo Eurovision con millones de corazones que comparten esa misma ilusión en todo el mundo y es una emoción única, más fuerte que cualquier decepción organizativa.
A la espera de conocer las medidas económicas que toma el Gobierno para paliar los efectos de la crisis en el sector, todos los agentes deberán ajustarse el cinturón ante unas curvas muy pronunciadas.
Porque sí, ha habido muchos problemas de organización. Está claro que no podía perderme la ocasión de vivir en directo las emociones de Eurovision en mi propio país, después de 31 años sin ganar… así que me fui a Turin, para ver en primera persona el evento organizado por la Rai.
Empezamos con el pie torcido desde el principio: la convocatoria para la acreditación de los medios de comunicación la abrieron en el último momento, ¡a menos de un mes de que empezara el evento me comunicaron que no me acreditaban en el evento!, cuando ya había comprado los vuelos y pedido a mi jefa italiana si podía dormir en su casa de Turin, no sé cómo lo habrá podido hacer alguien que tenia que reservar un hotel o un Airbnb. Podía aceptarlo pensando que habían dado prioridad a la prensa extranjera, pero hablando con compañer@s al final me he dado cuenta que tampoco ha sido por ese motivo.
“Parece que no eres italiana y no sabes como funciona en la Rai” me seguían repitiendo mis compañer@s de profesión italian@s con los que hablaba en Turin. ¡Claro que sé cómo funciona la Rai! Y por ese mismo motivo no he querido hacer su escuela de periodismo, pero esperaba que, siendo un evento internacional de este nivel algo habrían cambiado… pero, evidentemente, no ha sido así. También me esperaba una organización mejor del Eurovillage pero la ciudad de Turin y la Rai no han estado a la altura, hablando con mucha gente que ha venido de toda Europa, tengo que admitir que he sentido mucha vergüenza por la mala organización de estos días. Está claro que, lamentablemente, no estábamos preparados para organizar Eurovision y me ha sabido mal por todas esas personas que han llenado las calles de Turin con sus banderas y sus idiomas de toda Europa: el verdadero espectáculo ha sido (y siempre será) ell@s.
Imagen de portada © Chiara Colasanti
Autora de este artículo

Chiara Colasanti
Italiana de nacimiento, catalana de corazón, desde siempre he sabido que la música era mi destino, así como siempre he querido vivir en Barcelona: cuando se sabe, se sabe. Hablo utilizando referencias de canciones o de series/pelis... si no me entiendes es porqué no escuchamos o miramos las mismas cosas.