En poco más de diez años y con tan solo seis LP’s en su haber, Luke Winslow-King, se ha convertido en un auténtico referente para los amantes del country blues de sabor tradicional. Este talentoso músico y cantante nacido en Cadillac (Michigan) aunque adoptado por la madre de todos, New Orleans, ha sabido añadirle frescura y descaro a unos sonidos capitales que muchos habían enterrado sin motivo alguno. Si les apetece le pueden llamar vintage remozado aunque, en realidad, estamos hablando de música pura con mayúsculas, la de toda la vida, la mejor.
Su actuación en el festival Blues & Ritmes había creado una expectación inusitada, tanta que los organizadores tuvieron que cambiar su ubicación originaria, el Teatre Margarida Xirgu, por el más amplio Teatre Zorrila. Aun así, Winslow-King se apuntó otro ‘sold out’ en el currículum.
Después de dos funciones apoyadas por backing-band, tocaba una más escueta; virtudes de un acontecimiento ecléctico. Al distinguido solista le escudó un viejo compinche de correrías en New Orleans, el guitarrista de Livorno Roberto Luti, complicidad asegurada.
Ritmo pausado con sorpresas
La carrera del norteamericano ha ido evolucionando desde el característico sonido NOLA hasta el acercamiento al blues eléctrico, modalidad utilizada actualmente. Esa permuta se ha forjado sin aspavientos y con una coherencia total, en el fondo poco ha cambiado, la esencia sigue intacta.
A pesar de que los dos guitarristas afinaron, inicialmente, sus instrumentos en tono blues, Luke Winslow-King optó por dar prioridad a la canción intimista de reminiscencias country-folk. Sea por el formato del concierto o por deseo personal, únicamente subieron los voltios en las chispeantes Chiken Dinner, Tell me you love y empleándose a fondo en el cierre con la magnífica Swing that thing.
En una velada nada monótona, aunque sí reglada, aparecieron un par de obsequios inesperados. Su dominio del idioma castellano no es de nota pero le apetece usarlo y le sirve, al mismo tiempo, para empatizar. Transformó On my way en Mi camino, saliendo airoso de la contingencia.
En el segundo regalo apareció el omnipresente soulman Clarence Bekker, quien obtuvo un protagonismo desmesurado sin aportar nada destacable, una pequeña tacha que no perjudicó, ostensiblemente, la exquisitez general.
Artesanía y novedades
Escuchar creaciones como You don’t know better than me (donde la voz emana de manera natural, nada forzada), The leaves turn Brown (dedicada a la memoria de su padre), No more crying today o Lissa’s song es reencontrarse con canciones inusuales hoy en día. Nos hace recordar a los artesanos que trabajan de manera esmerada y pausadamente, sin mirar el reloj, juntando pieza con pieza para que todo cuadre y pueda ser recordado.
De algún modo nos evoca, salvando diferencias de edad y trayectoria, al Nick Lowe más inspirado; no creemos que le disguste la comparación. La belleza puede originarse, en cinco minutos, si la musa aparece, aunque rara vez ocurre. La magia se elabora, no surge de la nada. Luke Winslow-King pertenece a una especie en claro peligro de extinción.
En otoño aparecerá el nuevo LP y quiso mostrarnos algunas de las joyitas incluidas en él: You lift me up (escrita durante la pandemia) o Honey call (magníficos punteos de un Roberto Lupi, muy certero toda la noche) son preciosidades dignas de tararearse en los próximos años; estaremos atentos. El relevo de Blue Mesa (Bloodshot Records, 2018) promete muchas satisfacciones.
Hablar de uno de los mejores conciertos del año, a sabiendas de que no abundarán y menos los foráneos se antoja injusto; el que Luke Winslow-King confeccionó en Badalona aplastaría. Siempre nos quedará la duda en qué posición hubiera quedado con más competencia. Puestos a imaginar ese hipotético caso, estamos seguros de que hubiera ganado a la mayoría. En delicadeza, distinción y categoría, pocos le pueden mirar por encima el hombro, incluso más allá de su estilo concreto.
Al gentleman de Michigan le sobran lustros para seguir subiendo peldaños. Siguiendo a este ritmo pronto llegará al cielo, si no habita ya en él.
Autores de este artículo
Barracuda
Marina Tomàs
Tiene mucho de aventura la fotografía. Supongo que por eso me gusta. Y, aunque parezca un poco contradictorio, me proporciona un lugar en el mundo, un techo, un refugio. Y eso, para alguien de naturaleza más bien soñadora como yo, no está nada mal.