Estamos viviendo tiempos difíciles. El auge de las tecnologías, la globalización, la vuelta de Operación Triunfo… todo parece indicar que el fin de la civilización, tal y como la conocemos, se acerca.
Menos mal que hay grupos como Los Punsetes que llevan años intentando preparar a la humanidad para el apocalipsis. Damos por sentado que sabes quienes son. Porque si no lo sabes significa que llevas los últimos… ¿14 años? encerradx en tu habitación con un gorrito hecho de papel de aluminio – para que ni los extraterrestres ni los organismo gubernamentales secretos puedan leerte la mente -. Y has hecho lo correcto: el mundo está lleno de enemigos y haces bien en protegerte. Aún así, que no sepa usted quiénes son Los Punsetes debería darle vergüenza.
Pero en Qualsevol Nit nos caracterizamos por ser unas bellísimas personas – no solo por fuera, sino que también por dentro -, así que esta clase de historia es solo para ti:
Los Punsetes son una banda madrileña surgida en el 2004 que destaca ante todo por su acting desenfrenado sobre el escenario. Su frontwoman, Ariadna Paniagua, se dedica a permanecer totalmente inmóvil mientras dispara temas y sus acompañantes tocan mirándose los cordones de los zapatos. Puede parecer un acting extraño, pero recuerda… ESTÁN DANDO CLAVES PARA SOBREVIVIR, NO INTENTANDO ENTRETENERTE. Maldita sea, que hay que explicarlo todo.
Dicho esto, pasemos a las siete pistas de Los Punsetes para sobrevivir a los tiempos modernos:
1. Para el que publica toda su maldita vida en Facebook
Si no has reconocido a esa persona de tu timeline de Facebook, es muy probable que seas tú así que, por favor, PARA. Sabemos que Twitter está de capa caída, que nadie mira tus stories de Instagram – porque eres unx malditx brasas – y que solo confías en el algoritmo de Facebook para conseguir un like o un comentario pasivo-agresivo que responda en tono jocoso a tus opiniones. Incluso una notificación de visualización te hace feliz. Tío, tía o tíe, relájate, no pasa nada si a la peña no le molan tus posteos, sal al mundo real, da un paseo por esa calle que no has parado de elogiar, ponte esta canción y, diablos, entiende la carga de sarcasmo que tiene. Todo con tal de alejarte de Facebook.
2. El amor en tiempos del Tinder
Si podemos pedir comida a domicilio, ¿por qué no pedir también amor o sexo? Las tecnologías son una maravilla, puedes revivir la ansiedad que te daba que muriese tu Tamagochi gracias al mismo aparato en el que tienes todo un álbum de cromos de buenorrxs coleccionables. Ay, Bauman, que equivocado estabas. Cuando alguien te diga que la sociedad líquida no ha traído más que cosas malas, como el amor líquido, favorecido la soledad del individuo y un auge importante de enfermedades mentales, dile a ese meapilas que se vaya a predicar a otra parte.
El amor líquido es amor rápido, como una hamburguesa que escoges en – cómo no – una aplicación, mientras estás en casa bajo las mantas fantaseando con su carne calentita. Una hamburguesa que llega helada y te revienta el estómago durante un par de días. Te lo mereces porque en lugar de ir a buscar sus ingredientes, cocinarlos y mimarlos, escoges guiadx por una foto, te comes algo que te deja mal y que se acaba más rápido de lo que has tardado en decidirte.
Escucha, estás perdidx. Sal al campo y mira a los animales salvajes jugar, al menos ellos no vendrán a olisquearte en base a una biografía plagiada de internet y que no te representa. Probablemente sea tu primera y única interacción real. De nada.
3. Mamá, sí que me lo voy a poner
Quizás esta sea la pista más difícil de entender, pero haz un esfuerzo. Cierra los ojos y piensa en esa camiseta/camisa/pantalón/chaqueta que tienes en tu armario, puede que todavía con la etiqueta, a la espera de una ‘ocasión especial’ para estrenarla. O en esa falda que te resistes a tirar porque ‘las tablas siempre vuelven’. Claro que sí. Y el pelo cardado. Y las hombreras. Y la piel de serpiente. Y todas esas cosas que parece que pertenecen a un ciclo terrible y del que no podemos librarnos.
¿Sabes por qué no podemos librarnos de llevar tops cortos con los que enseñar barriguita? Porque gente como tú decidió no tirarlos y ahora se han vuelto a poner de moda. Así que si no quieres que esa moda terrible que te arrepientes de haber seguido vuelva… Deshazte. De. Esa. Maldita. Ropa. No me importa si la donas, la quemas o la haces trapos para limpiar la cubertería de plata. Que la estética sceene no vuelva es responsabilidad de todos.
4. Necesitas esto para ser feliz
Nuestro mundo se pone en movimiento en el momento en el que conseguimos un like y todo vale para conseguir esa notificación: poses estudiadas, fotos en garitos de moda, tener a nuestrx mejor amigx esclavizadx repitiendo la misma foto una y otra vez, comprar objetos que están por encima de nuestras posibilidades económicas solo para levantar envidias en nuestros seguidores… ¿alguien más ve que se nos ha ido la olla o soy solo yo? Vamos a hacer un esfuerzo y despertar, porque aunque en los posts y anuncios todo parece color de rosa, en verdad huele a podrido – te lo digo yo, que trabajo en publicidad -. La vida es mejor cuanto más real es y sí, a veces estamos tristes. Y a veces mueren personas. Pero los momentos del ‘mundo real’ suelen durar más de 20 segundos y no intentan venderte nada. Y Los Punsetes lo saben.
5. Ey, el jueves toca mi grupo en x garito, ¿por qué no te pasas a vernos?
A ver. Economía global. Redes sociales. Mayor accesibilidad a todo. A priori parecen cosas buenas, pero recuerda que es importante no fliparse.
Que tengas acceso a un teléfono con cámara no te hace fotógrafo, ni por colgar contenido en youtube, eres cineasta y desde luego, por tener una puta guitarra y un local de ensayo, no eres buen músico. Así que no, no quiero ir a ver el concierto de tu grupo en ese local de mierda porque tengo mil series a medias y quedarme acostada de lado en cama mientras pienso en todas las decisiones equivocadas que he tomado a lo largo del día me parece mejor plan que beber cerveza rancia mientras te sientes Sting.
Lo siento, me caes bien, somos buenos amigos, pero unas vacaciones en un gulag me parecen menor tortura.
6. De noche déjalx ser libre, no valiente
Si eres medianamente comunicativx, habrás escuchado a más de unx chicx hablar del miedo que sintió tal noche volviendo a casa, de lo mal que se sintió cuando esxs le/la miraban en el metro o cómo tras escuchar unos pasos tras de sí decidió coger sus llaves y ponérselas entre los nudillos por si tenía que dar algún puñetazo. ¿Basta ya, no?
Qué es esto del piropeo, de las ofertas subidas de tono o de todo eso que no voy a escribir pero que, sin duda, tienes en mente. Creo que tú que me lees no serás de esxs – básicamente porque diría que ese tipo de personas no saben leer -, pero es importante hablar de esto, que no se nos olvide que todos debemos sentirnos libres en la calle sin importar nuestra ideología, religión, procedencia, preferencia sexual o características personales.
Y sí, por si tienes dudas, el género neutro que se ha utilizado durante todo el texto se ha mantenido deliberadamente aquí porque estamos cubiertos de mierda y de perjuicios. A todxs pueden acosarnos y es cosa de todxs defendernos.
7. No somos la ley del mínimo esfuerzo
Nos han dicho que si nos esforzábamos llegaríamos a dónde quisiéramos, pero parece que esas personas solo son capaces de ver que estamos intentando ‘llegar a lo más alto’ y son incapaces de ver el esfuerzo que estamos haciendo.
Sí, adultxs, el mundo ha cambiado y quizás para prosperar no necesite un trabajo de oficina que me impida ser feliz y pueda desarrollarme plenamente desde mi casa tecleando en un ordenador. O haciendo tartas. O creando una aplicación que permita hacer algo que es una locura y que desde luego no escribiré aquí porque todavía está en fase de testeo (je). No es que seamos vagos, es que las normas del juego han cambiado y parece que no queréis entenderlo. Suerte con lo de quedarse en el pasado.
Y con esta hacen siete – por si no te habíais dado cuenta de que estaban numeradas -. Ahora que las has leído puedes intentar rehacer tu vida siguiendo los consejos de Los Punsetes para sobrevivir a la modernidad, o ignorarlos y morir ‘con una muerte tonta de esas que nadie se explica’*.
* Maricas, de LP (Gramaciones Gramofónicas, 2008).
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