Dentro de esta esta escena estatal que podríamos denominar como “folclore electrónico” que tanto ha proliferado en los últimos años y que parece entrar ahora en un estado de declive o de asentamiento, Tarta Relena han sido, tal vez, unas de sus representantes más brillantes, y donde mejor se ha podido plasmar este hecho ha sido en el directo. Prolíficas e incansables, ya sea en solitario, como parte de Za! y la TransMegaCobla, acompañando a Maria Arnal y Marcel Bagés o en espectáculos como 4132314, las imponentes voces de Helena Ros y Marta Torrella han de ser vividas presencialmente para ser verdaderamente captadas.
Y es que dentro del Auditori de Barcelona estas voces cortan aún más profundo, si cabe, convirtiéndose en el lugar perfecto para su espectáculo, con los más de 2000 asistentes con la mirada clavada en estas dos artistas haciendo su entrada al escenario desde la platea, donde les esperaba su habitual set de pads, samplers y sintetizadores, portando con ellas un cubo hecho de espejos.
El juego de luces y reflejos se convertiría a lo largo de la noche en un elemento esencial de la escenografía del dúo, experimentando con cañones de luz que cegaban a la audiencia al unísono de un muro de sintetizadores, focos estroboscópicos que después, en la oscuridad, dibujaban manchas en el campo visual, franjas de luz que rebotaban, de nuevo, cortantes, por la sala Pau Casals, otorgando un apropiado aspecto místico a todo el asunto.
Un ejemplo claro de cómo el aspecto del directo contribuye a una experiencia que abarca mucho más allá de la escucha en disco vino con el tema Tamarindo, una doble canción que funciona espejo de sí misma: el dúo canta una canción “del revés”, es decir, como leyendo la letra de derecha a izquierda, para, en mitad de la canción, reproducir sus voces hacia atrás, revelando una nueva melodía y la verdadera letra de la canción.
Durante una de las pausas entre canciones, Marta y Helena aprovecharon para hablar de los dos años creando este nuevo álbum y de la incertidumbre que lo informa, de acudir a oráculos y, pedirles a ellos respuestas que calmen la inestabilidad y la incerteza del presente en el que vivimos. Un acto de fe, en resumen, en obtener una respuesta de qué es lo que va a pasar. Todo en Tarta Relena acaba regresando a este concepto de la fe y de la luz como guía: dos cantantes frente a un enorme público intentando, como un eco, transmitir las voces de los oráculos.
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