Tras el telón de la Sala Upload de Barcelona asomaba un hombre con camisa azul de estilo hawaiano y estampada con grullas. Estaba escuchando atentamente la impresionante voz quebrada de Xesca Fort, cantante, compositora y fundadora del grupo Alias Galor, un clásico de la escena española de los 90. Embelesado por aquella voz, el hombre no pudo resistir la tentación y subió al escenario rebelando su identidad: se trataba de Ken Stringfellow, cantante y guitarrista del grupo estadounidense de rock The Posies.
El pasado sábado 29 de septiembre The Posies volvían después de casi 25 años a los escenarios de Barcelona recuperando la formación de su tercer y más emblemático álbum Frosting on the beater (Geffen Records, 1993): KenStringfellow, Jon Auer (cantante y guitarrista), Dave Fox (bajo) y Mike Musburger (batería). “Es un placer estar de vuelta”, admitió Stringfellow. Y añadió: “Además, esta noche estamos de doble celebración: The Posies cumplen 30 años y Jon 49”. De golpe, empezaron a sonar los primeros acordes de Dream all day, el primer single de Frosting on the beater, y el público se vino arriba.
Los guitarristas se pasaron toda la canción saltando, dándolo todo. Con el sudor, sus torsos absorbían las camisas como si se tratara de látex. Stringfellow gritaba con todas sus fuerzas hasta que llegaba un punto –varias ocasiones– en que escupía. Y así enlazaron con Any other way de Dear 23 (DGC Records, 1990). Canción tras canción se superaban, y no bajaban el ritmo, sino que iban a más. Con Definite door, Musburger subió encima de la batería y empezó a tocarla, mientras que Auer hizo un solo con el que casi tira la guitarra por el suelo. Los fans sacudían sus melenas cada vez con más fuerza.
En la octava canción ya se habían metido al público en el bolsillo, hacían lo que ellos querían y, así, Stringfellow –perdiendo la púa de la guitarra– consiguió que entre todos le cantaran el ‘happy birthday to you’ a Auer, en inglés y en catalán. “¿Lo estáis pasando bien?”, preguntaba el cantante. “Yeeeesss”, gritaba la masa eufórica. Aprovechando que entre el público se encontraba Xesca, la volvieron a invitar a subir al escenario, pero esta vez para cantar con ellos Licenses to hide y The glitter prize de su séptimo álbum, Blood/Candy (Rykodisc, 2010).
Con 16 canciones lograron hacer un repaso muy completo de sus grandes –y no tan grandes– éxitos cerrando con un más que enérgico Solar sister que dedicaron al público, entregado por completo, de esa noche. Desfase total. Obviamente, no les dejaron marchar tan rápido, así que volvieron y, no con uno ni con dos, sino con cuatro bises más en la carta: I may hate you sometimes; el ansiado Ontario; Throwaway, en el que colaron versos de Our house de Madness, Friday i’m in love de The Cure y Wonderwall de Oasis; cerrando, ahora sí, el concierto con Grant hart de Amazing Disgrace (Geffen Records, 1996).
Stringfellow y Auer cogieron sus pies de micro y las guitarras, bajaron del escenario y se colocaron en medio del público. Y así, entre saltos, sudor y más escupitajos, finalizó un concierto en el que tanto músicos como asistentes lo habían dado todo.













Autores de este artículo

Celia Sales Valdés

Víctor Parreño
Me levanto, bebo café, trabajo haciendo fotos (en eventos corporativos, de producto... depende del día), me echo una siesta, trabajo haciendo fotos (en conciertos, en festivales... depende de la noche), duermo. Repeat. Me gustan los loops.