La lluvia y otras cosas
De cuando en la tarde del viernes hablar del tiempo se convirtió en un tema interesante: “Pues yo creo que no caerá eh, no tiene pinta”, decía una señora. “Uy no sé yo, home, en la tele dijeron que no, pero a mí no sé qué me da que sí”, le respondió otra. Así toda la tarde, con el que sí que no, algunos cogían el paraguas pero la mayoría de transeúntes iban con camiseta de manga corta. Los guiris se bañaban en la playa, la gente de a pie caminaba, tranquilamente, en sandalias. Todo seguía su curso. Sobre las nueve, estábamos tan tranquilos y empezó a caer la del pulpo. Diluviaba y tronaba, y en Twitter se preguntaban por qué siempre llovía en las Festes de la Mercè. ¿Por qué, por qué, POR QUÉ?
Respecto a las actuaciones del centro: Con un paraguas en la mano y el cigarro en la otra, el público de la Plaça de Joan Corominas estaba atento al show de Acid Mess. Menudos valientes. El rock dio paso al pop electrónico de Jeanne Added en la otra plaza, la dels Àngels. Su álbum debut Be Sensational (Naïve, 2015) está producido por Dan Levy, de la fantástica banda también francesa The Dø. Sin duda el de Jeanne ha sido uno de los conciertos revelación de esta edición, una de estas músicas que no conocías y luego no puedes parar de escuchar. Empezó a escampar cuando el rock volvió a Coromines, esta vez de la mano de los madrileños Juventud Juché. Iban alternando entre lo agresivo y lo melódico, pero sonaban a postpunk pusieran como se pusieran. Una servidora se fue para la Platja de Bogatell, pero de vuelta al MACBA, tocaban otras dos agradables sorpresas para acabar la noche: Ephemerals y MHD. Los primeros de Reino Unido con un estilo marcado por el soul, y los segundos de París, la ciudad invitada en estas fiestas.
De cuándo casi vimos a Love of Lesbian: Aparcamos justo cuando se hacía pública la noticia de que el concierto de Love of Lesbian quedaba cancelado por causas meteorológicas. Qué mala suerte. Decidimos dar una vuelta, ya que estábamos por ahí. Todo el mundo se iba y nosotros fuimos. Llegamos a la playa, la arena estaba mojada y pastosa, parecía arròs covat. Las pantallas y focos estaban apagados pero los rayos daban suficiente luz como para alumbrar un estadio. Nos quedamos un rato dando vueltas, pero decidimos que irnos era la mejor opción. En el Fòrum, La Gran Pegatina ya había comenzado y faltaba mucho para La Raíz, así que pusimos rumbo a la Fabra i Coats para acabar la noche con Baaba Mal. La primera noticia que tuvimos al despertarnos al día siguiente era que Love of Lesbian había dado un acústico poco después de que nos fuéramos. ¿Por qué, por qué, POR QUÉ?
Respecto al world music: Entramos en la Fabra i Coats porque imaginábamos que el concierto tendría lugar dentro, como en el Festival Cara-B. En su lugar, una chica estaba haciendo un ruido muy siniestro al balancearse en un columpio alumbrado con luces fosforitas. Miedo. Seguimos caminando entre gente que observaba juguetes extraños, deformados; como si Toy Story se hiciera realidad bajo la estética de Chucky. Al final del pasillo, dos esculturas que eran caras que tenían lo mismo de gigantescas que de turbias. ¿Y Baaba Mal? Me iba mal. Salimos al exterior y ahí estaba. Ritmos provenientes de Senegal con influencias ochentenas y modernas se apoderaron del público, que se contagiaban unos a otros las ondas de buen rollo que transmitía este tipo de música. Aún con todo, la increíble voz de este embajador cultural de la ONU fue una bonita manera de dar fin a la tortuosa noche del viernes.









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