Asistir al concierto de Carlos Núñez y The Chieftains en el Festival Jardins de Pedralbes causó el mismo efecto que presenciar una masterclass de música celta. Sobre el escenario, los maestros; en la grada, los alumnos, que participábamos de la lección siguiendo el ritmo con nuestros pies.
Carlos Núñez, referente mundial de la música celta, nos llevó de la mano por varias piezas representativas del norte. Para apoyar su discurso, fueron entrando y saliendo varios amigos, todos genios del género. Sus acompañantes tocan maravillosamente el violín, el saxo, la flauta… Y bailan al estilo riverdance y zapatean rompiendo los límites de la velocidad. Y, como quien no quiere la cosa, también te cantan con calificación cum laude. Entre ellos, Paddy Moloney, fundador de The Chieftains, que codirigía la lección con el gallego, como tantas otras veces a lo largo de los últimos 30 años. El irlandés hizo gala de la riqueza internacional de la música celta, pues impregnó el espectáculo con tintes cubanos, brasileños y mexicanos. Y es que el mundo celta no es tan pequeño como otros nos quieren hacer creer. Así se explicaba el mismo Carlos Núñez en El Periódico:
«Para mí está en continua reinvención, y creciendo. De toda la vida sabemos que el mundo celta se nutrió del Mediterráneo: la lira de Panoramix en ‘Asterix’ viene de ahí, igual que la misma gaita. El Atlántico todo lo ‘celtizaba’, lo hacía a su manera. Puede que el Atlántico tire más hacia un mundo más mágico y el Mediterráneo hacia las ciencias exactas. Son dos energías que ves cómo en la península ibérica interactuaron, y por eso tenemos unas músicas maravillosas. ¿Cuál es el problema? Que Madrid, desde los años 80, desconecta de su norte».
El de Vigo, apodado por la prensa americana como «el Jimmy Hendrix de la gaita», acaba de publicar el libro La hermandad de los celtas. Sea en el formato que sea, Núñez aprovecha cualquier ocasión para defender a capa y espada el folklore gallego; según él, muy poco respaldado por las instituciones, tanto gallegas como estatales. Pero no pinta un panorama negro, sino más bien grisáceo, como el cielo que le vio nacer. Pues explica que, por suerte, muchos jóvenes están volviendo a sus orígenes. Y cita en esa misma entrevista a acciones de artistas tan mediáticos como Amaia interpretando un villancico asturiano, a Rosalía reivindicando el flamenco desde el pop o al portugués Salvador Sobral cantando en euskera.
En la segunda parte del concierto continuó el festín: multiinstrumentistas bailando con la misma facilidad con que yo camino, bailarines demostrando lo rápido que puede viajar un talón al suelo y de vuelta, músicos tocando flautas y gaitas sin una aparente necesidad de tomar aire… Este despliegue de talento de todos los compañeros de escenario del gallego hizo que el público golpeara el suelo y aplaudiera como si en vez de en unos jardines de Barcelona en una taberna norteña se encontraran. Asistentes, por cierto, de todas las edades y backgrounds, entre los cuales se encontraban los habituales del honorífico concierto de fin de año en el Palau de la Música. Una cita anual que espero, después de este recital, haya ganado algunos adeptos más.







Autores de este artículo

Maca Arena

Miguel López Mallach
De la Generación X, también fui a EGB. Me ha tocado vivir la llegada del Walkman, CD, PC de sobremesa, entre otras cosas.
Perfeccionista, pero sobre todo, observador. Intentando buscar la creatividad y las emociones en cada encuadre.