Mientras el pop-rock català vive encaramado en una ficticia nube exitosa, los platos más exquisitos se cocinan en lugares secretos, tapados y oscurecidos por el peor fast-food. Si realmente buscan calidad, atrevimiento o experimentación, sus oídos deberían dirigirse hacia sonidos como el rhythm & blues, la electrónica (bien entendida) el jazz y adláteres, en esos campos tenemos verdaderas mentes clarividentes nada manchadas por la coyuntura reinante.
Arnau Obiols ya dio muestras de su talento compositivo en Libèrrim (Aladid Records, 2015), un universo sonoro, entroncado con el free-jazz más genuino. Severa dentellada al inmovilismo donde, entre otros músicos de primer nivel, destacaba la sensacional cellista Miriam Fèlix. Cinco años después, el músico de la Seu d’Urgell repite, ahora en solitario, el triple salto mortal con un acercamiento a los sones tradicionales del Pirineu català, vistos desde una perspectiva personal, contemporánea, aunque respetando las raíces de una música que huele a monte, río, valle, habitada por pastores y pájaros cantarines, naturaleza pura. Tost (Microscopi, 2019) es la nueva proeza del catalán, una delicia que escuchada en directo se engrandece, resultando una experiencia tan inusitada como gustosa. La acogedora sala del Centre Artesà Tradicionàrius, sito en el barrio de Gràcia barcelonés, y dentro del ciclo “Arran d’escenari”, acogió la seductora propuesta. Tost hace referencia a un pueblo deshabitado de l’Alt Urgell donde nació su padrino, pastor de ese mágico lugar. Obiols homenajea a sus antepasados y a la tierra que nos acoge, la que es de todos y no es de nadie.
Un singular metrónomo con una pluma de ave marcando el compás, anuncia la llegada del protagonista que aparece desde el fondo de la estancia. Modula notas tribales acompañado de un arcaico acordeón y de sonido pregrabado, son las esquilas de las cabras del Pirineu quienes nos saludan. El trepidante ‘solo’ del percusionista-cantador inicia lo que será un duro, inteligente, penetrante y estudiado espectáculo.
El gran Arnau nos cuenta la importancia de sus padrinas a la hora de concebir el disco, las personas que más le han influido, la máxima inspiración. Pertenecientes a una generación que vivió la canción tradicional de una manera distinta a la de ahora, antagónica, aseveraríamos.
Arnau Obiols utiliza para el descarnado recital toda clase de instrumentos variopintos, incluso su cuerpo. Besa con fruición el cuero del tambor mientras acaricia una especie de campanilla. Batería, shruti box, pandereta, flabiol, trico-traco (artilugio de maderillas con el que contagia al público para el coro), cajitas de música, picarols o un pajarillo que parece natural son los amigos con quienes comparte la lección de ritmo sabio. Junto a esos ingenios, grabaciones de sus familiares consiguen crear un efecto íntimo, ensoñador.
Cual hechicero, invoca la lluvia en Pregària per fer ploure. Las escobillas acarician el instrumento principal en la hermosa Non, non, canta la mare, la diminuta caja musical completa el encanto. Su versión de La dida es ejecutada con esclops (innecesaria traducción) y pandereta, mientras en El Ganivet de dos talls utiliza algún elemento electrónico que le acerca al dub-step, pasmoso. Antes de interpretar Saba con un arcaico violín, entabló una preciosa conversación con Lurdes, ex-maestra (la postrera) de Tost que acudió interesada en recordar antiguas épocas. Un ejemplo de la complicidad conseguida por el iluminado artista.
Con este proyecto, Arnau Obiols no conseguirá hacerse rico, sin embargo resucitará tradiciones para inculcarlas a los desconocedores de tamaña riqueza cultural, mérito inconmensurable. Definirle como hombre orquesta es quedarse corto e insulta al talento, él es la música en sí mismo, revelación.
El cant de batre completó el círculo perfecto. Las voces de los ascendientes volvieron a contarnos historias mientras el canto de un moixó despedía la maravilla.
La innovación siempre llegará del pasado, no puede ser de otro modo. Modernidad y tradición unidas sin vapulearse, abrazo estremecedor. Bravo.
A qui sempre mira enrere li hauria de caure un ull i a qui ni hi mira, tots dos
(Proverbio Pirinenc)










Autores de este artículo

Barracuda

Víctor Parreño
Me levanto, bebo café, trabajo haciendo fotos (en eventos corporativos, de producto... depende del día), me echo una siesta, trabajo haciendo fotos (en conciertos, en festivales... depende de la noche), duermo. Repeat. Me gustan los loops.