Si quiero descansar
No logro más pensar
En dónde, en cuándo, en cómo
Llegaré
Llegaré, Dom La Nena
Se acomoda abrazada a su violonchelo para interpretar una pieza instrumental. A primera impresión, parece que El Molino vaya a acoger un concierto de Luigi Boccherini, pero al escuchar Llegaré, y observar los instrumentos que rodean a la artista, la realidad somete.
Justas notas repetitivas, al modo de Michael Nyman y la voz tierna de Dom La Nena (Dominique Pinto), nos alejan definitivamente de las harmonías ‘galantes’ del compositor toscano. Galante (estilo del siglo XVIII), quizá no sería el adjetivo adecuado para definir el género por el que se mueve la brasileña de Porto Alegre, particular mezcla de sonidos brasileños (lo que más escucha en casa), argentinos, franceses e incluso alguno americano, vestidos con delicadeza y elegancia. Dominique domina idiomas, cantándolos con suma destreza, demostración de erudición poco común, clave del satisfactorio resultado obtenido. No se confundan, la música global engaña a los bobos, lo suyo es un nexo moderno entre la bossa, tango o chanson, ejecutado con la pericia de una privilegiada que empezó a tocar el piano de niña, sólo había cumplido cinco años. Jane Birkin, Jeanne Moreau o Étienne Daho la incorporaron pronto a sus proyectos, su talento lo valía, la música sinfónica había quedado atrás, probablemente de modo definitivo. El pop convertido en causa a defender.
Dom La Nena, todavía está presentando su último disco Soyo (Six Degrees, 2015) a la espera de un nuevo trabajo previsto para el presente año. Cantando del 2016, es un EP (precioso 7”) de cuatro canciones que vende alborozada al finalizar la función. De él interpretó la maravillosa oda Felicidade (Lupicinio Rodrigues), y una versión primorosa del Gracias a la vida (Violeta Parra), himno aún palpitante pero necesitado de algo de pimienta dadas sus innumerables lecturas. La Nena lo sazonó bien. En Just une chanson, quedó bien demostrada la excelente dicción francesa aprendida en Francia; en Buenos Aires, el acento heredado de su estancia en la capital argentina cuando estudió con la cellista Christine Walesvka (‘traeme un poco de tus buenos aires’); y en Lisboa, el portugués, lengua materna. Lo dicho, políglota de postín. Utilizó Sambinha para hacer bailar a los presentes, encandilándolos cuando, ukelele en mano, se paseó por la platea interpretando el hit La Nena soy yo. Tímida pero seductora.
El loop station puede ser utilizado como un recurso interesante utilizado con perfección y gusto, la transformación en mujer orquesta deviene instantánea. En manos de neófitos, sólo sirve de aparato traicionero. Dom La Nena, confeccionó un tejido magistral con esos gratos sonidos, emitidos y grabados al mismo tiempo, creando una especie de esfera sonora bañada con refulgentes incrustaciones doradas. Su menuda, aunque matizada voz, llena de ecos a exquisitas cantantes como Jeanette o Adriana Calcanhotto hicieron el resto.
El Festival Mil·lenni, acogió a una artista que no apunta al estrellato mediático, sólo quiere quedarse un largo tiempo en nuestros corazones. Permanecerá, escuchen Golondrina, no la dejarán escapar.
La chica que creció un día
Hoy ya no espera más
Golondrina
Déjame saber de ti
Golondrina
Quiero parecerme a ti
Golondrina
Sola me iré volando
Golondrina, Dom La Nena





Autores de este artículo

Barracuda

Sergi Moro
Desde que era un crío recuerdo tener una cámara siempre cerca. Hace unos años lo compagino con la música y no puedo evitar fotografiar todo lo que se mueve encima de un escenario. Así que allí me encontraréis, en las primeras filas.