En un mundo dominado por las nuevas tecnologías, las redes sociales y las reuniones vía videollamadas, Qualsevol Nit ha entrevistado esta vez a Nacho Casado, una de las voces folk pop más elegantes y sofisticadas de nuestro país. Tras sus inicios en La Familia del Árbol y sus dos anteriores trabajos en solitario (Verão, 2018 y Amor, Música & Lágrimas, 2020) , Casado se mostraba feliz e ilusionado por la publicación de su nuevo disco. Este se estrenó el pasado 28 de octubre y se trata de un álbum completamente introspectivo en el que asegura haber encontrado por fin su esencia y sonido propio.
Para empezar… ¿Cómo definirías Disco Bleu?
Pues… Uf (se ríe). Es un disco bastante confesional y personal, en el que hago como un repaso a ciertos aspectos de mi vida. El anterior era un disco hecho para escaparse e inventar una historia, pero este toca puntos más personales; se centra en mí, mi entorno y mis sentimientos. Por otro lado, sin embargo, estoy más juguetón. Es decir, creo que ahora tengo un estilo propio y he decidido jugar a eso. Antes estaba aún viendo qué caminos tomar, pero ahora siento que he encontrado mi sonido y mi esencia. He perdido la inseguridad de discos anteriores. Estoy como pez en el agua. Y todavía me queda explorar más, para perfilar el sonido.

Te mueves un poco por el pop, el indie, la bossa nova y el folk. Ahora bien, ¿Cómo describirías el estilo del nuevo álbum? ¿Has innovado o, por el contrario, has preferido mantenerte en ese estilo tan tuyo que ya has encontrado?
Es muy chula la pregunta y muy interesante, porque precisamente yo no siento que esté dentro de ningún estilo. Con todos los respetos, yo no quiero hacer jazz, ni indie, ni mucho menos bossa nova. Lo quiero hacer todo, mezclarlo para ver si sale algo que haga que me identifique con lo que estoy buscando. A veces es inevitable etiquetar las cosas, pero creo que lo chulo es tomártelo como un disco de nada en concreto. El disco tiene mucha música negra, soul, funk… No me gustaría que se clasificara como una única cosa. No hay que clasificar tanto lo que uno hace, sino darle más importancia a lo que quiere transmitir.
No hay que clasificar tanto lo que uno hace, sino darle más importancia a lo que quiere transmitir.
Por lo tanto, te mantienes en ese estilo único y muy personal, ¿no? Un estilo que no está dentro de ninguna categoría, pero que tiene un poco de todo.
Justo eso. Eso es lo que yo intento. Pero claro, si lo ves desde el prisma de un estilo… No es un disco de jazz, por ejemplo. Tiene algunas cosas del indie, pero tampoco es solo indie. Conforme te haces mayor, se va abriendo el abanico y, de cada cosa, puedes incluir algo en tu música. En definitiva, yo creo que mi trabajo consiste en divertirse y jugar con la música y con los sentimientos mientras exploras.
¿Por qué Disco Bleu? ¿Qué significa?
Siempre meto referencias dentro de mis canciones de la cultura pop y el cine, cosas que me gustan. Disco Bleu tiene dos partes: la primera es la palabra Bleu, que se utiliza para hablar de algo triste o melancólico. Y la segunda, la palabra disco, que puede venir de discoteca, de música disco… Juega con la idea de algo más alegre y movido. Pretendía hacer un juego de palabras con dos términos que pueden hacer referencia a nuestra vida. Es decir, hay partes de tu vida que son muy buenas, y otras que no lo son tanto. Quería jugar con los contrastes. De la misma manera, también me inspiré en un disco de los años 80 que se llamaba Café Bleu, de The Style Council.
Teniendo en cuenta que la pandemia le acortó la vida a Amor, Música & Lágrimas, tu último trabajo publicado en 2020… ¿Se puede decir que Disco Bleu es su hermano? ¿O se trata de un trabajo completamente independiente?
Sí, es totalmente su continuación. El segundo disco tuvo una muy buena aceptación y críticas muy positivas. Además se hizo mucho eco en Japón y otros países. No obstante, fue un desastre para mí, en lo personal. Vivo en Elche, y justo salió en un momento en el que por esa zona, por donde yo tenía que promocionarlo, estaba todo cerrado. No hice nada, apenas un par de conciertos. Fue un poco desastroso, porque la vida del disco fue online. Sin embargo, cuando lo grabé, sabía que ese sonido tenía continuidad. Además, me propusieron hacer una canción para un disco internacional, por lo que tuve que obligarme a volver al estudio a componer. Pero me resultó fácil por ese motivo.
Le cantas sobre todo al amor y al perdón. ¿Por qué motivo?
Bueno, al amor porque considero que es de las únicas cosas de las que vale la pena cantar. Teniendo en cuenta los momentos y épocas que vivimos, que siempre parece que estamos apunto de reventar, me parecía súper importante hacer canciones así. Y lo del perdón, tiene que ver mucho con la reflexión de, primero perdonarme a mí mismo, por todo lo que haya podido hacer mal, y tú a ti misma si lo escuchas, ya que nos pasamos la vida castigándonos por todo. Al final es como que se nos olvida que somos personas y que cometemos errores. Aunque te parezca un poco bizarro, tiene que ver también con la religión. En este país lo que predomina muchas veces es el sentimiento de culpa. De hecho, cuando naces te bautizan (si lo hacen), porque eres culpable de algo y así saldas eso. Parece que vamos siempre con una mochila cargada de movidas a cuesta, que no se quita.

Le canto a alguien en concreto como si fuera una parte de su cabeza y diga “ostras, pues yo también estoy harta, me he equivocado un montón, pero como todo el mundo”
Esto significa entonces que has hecho las paces contigo mismo después de mucho tiempo, ¿no?
Sí, sí, sí. Conmigo mismo y con la intención de que el oyente haga las paces también consigo mismo. Cuando canto siempre pienso que le canto a alguien en concreto, no a un millón de personas. Intento que esa persona, sobre todo ahora que todos vamos con auriculares, entienda que le canto a ella como si fuera una parte de su cabeza y diga “ostras, pues yo también estoy harta, me he equivocado un montón, pero como todo el mundo”. Quiero que esa persona se de cuenta y diga “vale, ya está. Quiero ser yo el que decida por una vez qué está bien y qué está mal, que no me manipuléis tanto, y no crezca pensando una cosa para que luego me digáis otra”. El disco tiene esa parte de reflexión necesaria para ver qué estamos haciendo mal y que va a pasar con los que vienen detrás, que les estamos jodiendo.
Has definido tu nuevo single Mediterralia como “el principio de un nuevo episodio de tu viaje”. ¿Qué significa eso? ¿Vamos a ver a un Nacho Casado diferente al de hace unos años?
No, realmente esa canción está vista desde el punto de vista femenino. No habla sobre mí, sino sobre una chica y sus sentimientos. O sobre cómo veo yo que se siente. Tengo la impresión de que siempre, cuando haces cualquier pieza de arte, se centra mucho en uno mismo. Y no, hay que ejercer un discurso en el que entiendas o intentes entender al que está en el otro lado. Y la canción va de eso, de cómo se sentía esa persona en esa circunstancia que tenía. Quería explicar algo de una manera especial, diferente. Que lleve a reflexionar.
Ya han pasado 4 años desde la publicación de tu primer disco Verão. ¿Qué evolución o cambios has notado en tu música desde que empezaste hasta ahora?
Pues la verdad es que un montón, porque aquel disco estaba marcado también por unas circunstancias muy concretas. Cada disco que haces, marca una etapa de tu vida. Yo venía de otro grupo que se llama La Familia del Árbol, con mi mujer. He ido pasando por muchas etapas y, sinceramente, no sé por qué terminé haciendo esta música. Supongo que el aprendizaje y el camino te llevan de un sitio a otro. Porque sí, he ido descubriendo nuevas cosas y formas. Sin Verão no habría Disco Bleu, y sin los discos de La Familia del Árbol no existiría el resto.
Volviendo al nuevo álbum… Hay dos piezas, Bleu y Me Rindo, que no son canciones como tal. ¿Por qué has decidido incluir estos sonidos en el disco?
Tengo una obsesión, y es que el audio tiene que convertirse en imágenes. Cuando vamos por la calle escuchando música, las cosas cambian. Parece que estemos en un videoclip. Todo es genial y cobra vida. Y yo quiero hacer el proceso inverso. Yo quiero que en el audio esté la imagen. Tus imágenes y tu imaginario. De hecho, ya lo había hecho antes. Sin quererlo voy construyendo una película, como una secuencia de imágenes. El ser un niño en los 80 ha hecho que mi lenguaje musical fuera muy audiovisual. Crecí en una familia con 4 hermanos y vivíamos al lado de un videoclub. No puedes llegar a imaginarte la de pelis que veíamos de pequeños en casa. El disco anterior lo enfoqué como si fuera un musical ficticio. Todo tiene un sentido; cada parte es un capítulo de la historia que quiero contar.

La voz de Me Rindo es de tu hijo, ¿verdad? Hay un par de canciones que se las dedicas a él también, ¿no?
Sí. Mi hijo es mi inspiración desde que nació. Creo que el mundo cambia porque te cambia la perspectiva; ya no eres tú el protagonista de tu vida, sino tu hijo. Y eso es muy inspirador. Te lleva a emociones que son muy diversas y puras. Escribo para que la gente sienta lo mismo que yo. Además, intento ir a la esencia, no me gustan las cosas complicadas.
Una de esas canciones es De padres a hijos… ¿De qué trata exactamente esta pieza?
Esa es una pieza que está dedicada a él y a todos los que vienen detrás de mi generación, los que se van a encontrar el mundo como está. Un mundo con ultra derecha, con todo lo que hemos hecho mal. Es culpa nuestra, y yo pido perdón por esto. Por dejar el mundo así, con Covid por ejemplo. Va un poco de eso. Le canto a mi hijo porque es muy pequeño, pero es la reflexión de una persona mayor a una más joven en la que le dice “la hemos cagado y seguramente te vas a tener que apañar tú”.
En cuanto a la parte más artística del disco… Cuentas con una portada preciosa de Alexia Navarro. ¿Qué quieres expresar con ella?
El mérito es de Alexia. Además, está terminando con un videoclip que ha estado haciendo y que está relacionado con la parte gráfica del disco. A mí me parece muy interesante que haya una continuidad y se vea que hay un gusto por las cosas. Nos reunimos vía zoom y estuvimos hablando de lo que me gustaba y quería. Lo único que le dije es que me gustaba que cada disco tuviera una identidad artística. De hecho, yo los tengo colgados en casa como si fueran cuadros. No quiero salir yo y que la gente piense “ah mira, este ha hecho el disco”. No, quiero que la gente sienta cosas que no vengan de fotos promocionales.
El 15 de noviembre estarás por Barcelona de concierto, ¿no? ¿Con qué se van a encontrar tus fans esta vez?
Lo primero, invito a todo el mundo a que vaya. Lo que van a ver es lo que yo llevo haciendo todo este tiempo. Voy a mostrar las canciones, pero con guitarra y voz solo. Es un concierto diferente a uno que se hace con una banda. Son más personales y a veces se hace más partícipe a la gente porque es un ambiente más íntimo y acústico. Yo siempre toco así. A veces la gente lo disfruta más, sobre todo si conectan con el artista.
¿Se esperan más fechas de conciertos próximamente?
Sí, sí. Están trabajando a tope y hay un montón de cosas, a ver si salen ya. Incluso hay alguna posibilidad de ir a Portugal, que alguna vez he ido también. Por el resto, esperando, porque se suponía que iba a salir el disco internacional que mencionaba antes. No obstante, me dijeron saldrá para 2023. Casi que mejor, porque así ahora nos centramos en el disco y luego tendré esa opción, a ver qué ocurre.
Y para acabar… Sin contar el single, ¿Cuál de todas las 11 canciones es tu favorita? Es decir, ¿con cuál has disfrutado más trabajando?
Cuando termino un trabajo, después no me gusta escucharlo mucho. Sin embargo, con Mediterralia me di cuenta de que podía hacer canciones muy atemporales. No tiene estribillo, parece que repite una cosa, pero no tiene estribillo como tal. La estructura es compleja, pero se escucha fácil. No sé cómo la hice la verdad, pero me gusta. El Nadador también me gusta mucho. Creo que es un comienzo de disco muy chulo. Eso sí, creo que todas tienen algo en lo que fijarse.
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