Preámbulo: La mujer y el gato
Una mujer vestida de negro lleva un gato entre sus brazos. Lo abraza fuertemente. La envuelve un paisaje de escombros. A su derecha vemos algunos muebles de hierro oxidados y, a su izquierda, un grupo de hombres. Lo que más llama la atención son los pocos colores que conseguimos ver y la mirada penetrante de la mujer. Así es la portada de Homeland (Oursoul Records, 2015), el tercer álbum de la cantante marroquí Hindi Zahra

Hindi nació en la ciudad marroquí de Khouribga hace treinta y ocho años. Cuando cumplió los trece, se mudó a Francia con su padre y, al alcanzar la mayoría de edad, dejó la escuela y se infiltró en los pasillos del museo del Louvre de París como vigilante. En 2009 publicó el primero de sus tres álbumes, un EP bajo su mismo nombre, Hindi Zahra (Blue Note Records, 2009). Y ahora llega a los escenarios de Barcelona para presentar su último larga duración, Homeland.
Escena I: El espacio-tiempo de Hindi Zahra
“Señoras y señores, el espectáculo empezará en cinco minutos. Por favor, ocupen sus localidades”, avisan por megafonía. Nos encontramos en la Sala Barts de Barcelona. Son las nueve de la noche y el concierto está a punto de empezar. Todo el mundo está hablando. Algunos hacen cola en el puesto de Estrella Damm para conseguir su bebida, mientras otros se hacen selfies para recordar este momento. De repente, en medio de este desorden, las luces se apagan y las personas se tornan sombras.
Los músicos suben al escenario y cada instrumento recupera a su dueño. Se oye el sonido de la batería que recuerda al mar. Acto seguido, Hindi surge de la oscuridad mientras las luces iluminan su chaleco de un verde eléctrico. Empieza con el tema Oursoul de su segundo álbum, Handmade (Blue Note Records, 2010). La canción está en bereber y la letra no se entiende; ni falta que hace, porque Hindi interpreta cada palabra que pronuncia. Se nota que es actriz. Toda ella transmite: su pelo, sus brazos, sus manos, incluso las pulseras que lleva se convierten en parte del espectáculo cuando mueve su cuerpo.
Durante el concierto pasamos del blues, con la canción Silence, al más puro rock con To the forces. La música de Hindi consigue transportarnos a través del espacio y del tiempo. Por un momento nos encontramos en un club de jazz de Nueva Orleans de los años 50. Con el siguiente tema acabamos a orillas del Nilo con los ritmos mágicos de Egipto, pero después resulta que estamos en París. Hindi mezcla todo lo que le gusta: música oriental, africana, blues, jazz, folk y chanson francesa. Sus orígenes marroquíes hacen que absorba todas estas influencias, ya que se encuentra en un punto muerto entre Occidente, África y Oriente.[/vc_column_text][vc_column_text el_class=»text-entrada»]
Escena II: Los músicos de negro
Seis hombres vestidos de negro acompañan a la cantante durante su concierto: Ze Luis Nascimiento (percusión), Aurelien Calvel (bajo), Rémi Sanna (batería), David Dupuis (trompeta), Jerôme Plasseraud (guitarra) y Paul Salvagnac (guitarra). Ellos consiguen dar vida al espectáculo con los sonidos que emanan de sus instrumentos. Toman el escenario con mucha fuerza y, en algunas canciones, hacen ritmos con las palmas para que el público los simule. Hindi conoce el talento de sus músicos y deja que lo exhiban.
Bailan, cantan, saltan… Cuando llegan a la canción Dream, David Dupuis hace un solo de trompeta impresionante. Hindi lo imita con los dedos y empieza a cantar hasta que ambos sonidos se fusionan. En el tema The blues, Jerôme Plasseraud se luce con su guitarra y acaba tocando de espaldas. Pero el gran momento de la noche lo protagoniza Ze Luis Nascimiento con su percusión. La cantante y los demás músicos abandonan el escenario para que Ze Luis se adueñe de la actuación: un pequeño concierto dentro de otro. Un momento mágico. Todos estos grandes artistas dan fuerza al espectáculo. La complicidad que hay entre ellos y la cantante se traduce en sonrisas y miradas de ternura y admiración.[/vc_column_text][vc_column_text el_class=»text-entrada»]
Escena III: El exilio
Esta es una escena breve, pero muy importante. Durante el concierto Hindi decide deleitarnos con una improvisación acompañada por el guitarrista Jerôme Plasseraud. Se trata de la canción Exile, en bereber, dedicada a los que se ven forzados a dejar su hogar, los refugiados. La guerra y el hostigamiento a las poblaciones han dejado en los últimos años alrededor de 7 millones de desplazados, un número indeterminado de muertos, de entre los cuales de 5000 a 10000 ahogados en el Mediterráneo (cifras de ACNUR).[/vc_column_text][vc_column_text el_class=»text-entrada»]
Escena IV: One love, one heart
Hacía dos años que Hindi no venía a España y estaba deseando volver. Su música tiene influencias del flamenco. La emoción por el reencuentro la acompaña con comentarios como “We love you, Barcelona”. Cada vez que ve a alguien entre el público que conoce las letras de sus canciones, le señala y comparten un momento íntimo. Durante los primeros temas las personas del público se mantienen aún en sus asientos, pero poco a poco se van levantando.
Cuando acaba una canción los espectadores no sólo aplauden y braman, sino que también hacen el grito tan característico de los bereberes. Finalizado el repertorio previsto del concierto, el público, insatisfecho, pide más. Hindi sale con fuerza al escenario y canta dos bises. El segundo es la canción Stand up de su álbum Handmade. Ella trata de que todo el mundo se levante y con este tema consigue su objetivo. Hindi se desmelena por completo y el público también. Se arrastra por el suelo, mueve todo el cuerpo, se olvida de cantar y, poseída por la música, se convierte en uno más de los espectadores.
Al acabar el último bis, comenta que es la segunda vez que ha tenido una audiencia tan “warm” y que para estas audiencias tiene una sorpresa preparada: cantar todos juntos la mítica canción One love de Bob Marley. Hindi y público se fusionan en un sonido a cappella para pronunciar los versos con los que cierra el concierto:
One Love! One heart!
Let’s get together and feel all right.







Autores de este artículo

Celia Sales Valdés

Víctor Parreño
Me levanto, bebo café, trabajo haciendo fotos (en eventos corporativos, de producto... depende del día), me echo una siesta, trabajo haciendo fotos (en conciertos, en festivales... depende de la noche), duermo. Repeat. Me gustan los loops.