¿Qué demonios hago yo aquí?, me pregunté justamente al entrar al concierto de los Zigarros. El título del disco que presentaban no podía definir mejor la sensación que tenía mientras esperaba a que empezara el show. Y es que la Sala Apolo estaba plagada de auténticos veteranos/as del rock and roll que, con sus chupas de cuero, venían a recordar y a escuchar música frenética. La actuación no los defraudó, la sala retumbó y el público alzó las manos celebrando un directo que no tuvo ni un solo traspié. Detrás de aquellos altavoces poseídos por el rock and roll, estuve yo, infiltrada, tratando de descubrir por qué la música de Los Zigarros enloquecía a las personas de la sala.
Y sonreírle al diablo
Probablemente el carisma del cantante, Ovidi Torno, tuvo mucho que ver en esto de revolucionar a la masa. Su soltura en el escenario y su mirada fija fueron sin duda claves para convencer al público de que entraran con él al infierno. El vocalista no fue el único que sonrió al diablo aquella noche, sino que lo hizo acompañado de quienes consideró como sus “hermanos”. Si bien sobre el escenario tenía un único hermano de sangre —el guitarrista Álvaro Torno—, el vocalista quiso incluir al resto de miembros de la banda como parte de su familia: El batería Adrián Ribes y el bajista Nacho Tamarit también formaban parte de aquel pacto con el diablo.
Las letras de los Zigarros, con su habitual picardía, fueron otra de las claves de la noche. Todos los allí reunidos se sentieron apelados por un repertorio directo y por canciones como Dispárame, que pese haber sido escrita por Álvaro en una temprana edad, no tiene ni un ápice de inocencia: «Dispárame pero asegúrate que aciertas por favor».
Pícaros con rodaje
Los Zigarros, que en su momento fueron teloneros de Fito y Fitipaldis, se marcaron un directo redondo: en casi piloto automático, mostraron una maestría apabullante. Presenciamos a un grupo decidido y arrollador. Qué importará lo que la gente piense; ya pueden Hablar, Hablar, Hablar. En el concierto, hubo además momentos para «Bailar, Bailar, Bailar», sobre todo con canciones como Baila conmigo o con la picante Voy a bailar encima de ti. El público también pudo «Cantar, Cantar, Cantar» con temas como Apaga la radio y No obstante lo cual. Los esperados temas Dentro de la ley y ¿Qué demonios hago yo aquí? se hicieron de rogar pero llegaron. Así, con las manos arriba del público, pusieron fin a un directo irreprochable.







Autores de este artículo

Júlia Palacín

Miguel López Mallach
De la Generación X, también fui a EGB. Me ha tocado vivir la llegada del Walkman, CD, PC de sobremesa, entre otras cosas.
Perfeccionista, pero sobre todo, observador. Intentando buscar la creatividad y las emociones en cada encuadre.