Que la música amansa a las fieras es algo que estamos cansados de escuchar y que, personalmente, estoy cansada de creer. Más de una vez ante la desolación absoluta que siento cuando mis ojos se posan en una hoja en blanco del pages recurro a ella, y más de una me siento salvada porque las musas bajan a decirme cómo salir de mi desgracia. Uno de mis llamadores de musas favorito es Micah P. Hinson, al cual espero que no conozcáis para que experimentéis al final de este texto lo que es tenerlo por primera vez cantándoos directamente al corazón.
Cuando nos encasquetamos y le damos al play a alguna de sus creaciones sentimos una fascinación similar a la que nos generaban los templos religiosos cuando los visitamos de pequeños, -sí, hay ‘algo’ en esas edificaciones que produce fascinación en nuestras cabecitas- puede que por los susurros, por el efecto de la luz del sol filtrándose a través de las ventanas, por el aire con olor a piedra o por el eco de cánticos históricos atrapados en las paredes y que percibimos con una especie de sexto sentido. Sea lo que sea, Micah es capaz de devolver la capacidad para fascinarse. Quizás causa ese efecto porque nació en el seno de una familia extremadamente religiosa y empezó a tontear muy pronto con la música. Puede que gracias a ello descubriera una fórmula mágica con la que atrapar corazones y la esté utilizando. Quién sabe.
Lo que sí sabemos, es que creció entre instrumentos y que su deseo por la música lo despertó su hermano mayor, el cual tocaba la guitarra. Pronto Micah se hace con una y empieza a escribir sus propios temas a los 12 años mientras se nutre de The Cure, Sonic Youth y Nirvana. Con el paso del tiempo llega a encontrar en la música, como en el patinaje y en las drogas, una vía de escape con la que huir -sin demasiado éxito- del sentimiento en el que lo sume Abilene, ciudad en la que vive.
Cuando nos encasquetamos y le damos al play a alguna de sus creaciones sentimos una fascinación similar a la que nos generaban los templos religiosos cuando los visitamos de pequeños.
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A los 23 años, con un historial de visitas a cárceles e instituciones mentales y con el corazón hecho añicos tras un desengaño amorosos, debuta con su primer álbum Micah P Hinson & The Gospel of Progress (Sketchbook Records UK, 2004). Este disco de 14 canciones es la plataforma ideal para presentar al mundo su voz espectral y darse a conocer. Personalmente os aconsejo maravillaros por el conjunto del disco, desde su fotografía -realizada por el propio cantante- al mimo puesto en cada uno de sus temas. Queriendo ser muy fiel a la pasión que sentí la primera vez que lo escuché, os recomiendo encarecidamente que os sentéis para escuchar Beneath the Rose. La yo de 2004 que vive en mi interior os pide que le deis un momento a Don’t you, Pt, 1& 2 y a la voz ecosa de The Possibilities. Además -sí, ‘además’- hay mucha, muchísima, magia en At last, our promises y en el sonido que percibo sucio, casi residual y tembloroso de Caught in between.
Sintiendo todavía temblor en sus piernas por todo el éxito cosechado con su álbum debut decide retomar The Baby and the Satellite (Sketchbook Records UK, 2005) disco que graba por primera vez sobre los 2000 y que, tras una nueva sesión, publica en 2005. Esta vez estamos ante un disco más escueto, solo ocho+una piezas. The dreams you left behind, un tema con reminiscencias de nana comienza a romperte y Or just rearrang te destroza completamente [But you’ll always give advice / But never pay the Price/ For running away]. Esa “más una” que te encontrabas cuando hablábamos del número de temas, es porque la que sería la novena pieza del álbum, es la demo original del mismo. Personalmente, celebro que la hayan incluido ya que es como una especie de balcón desde el que escuchar a un Micah que todavía no sabe que va a comerse el mundo.
Micah P Hinson & The Opera circuit (Sketchbook Records UK, 2006) sale a la luz al año siguiente y muestra un Micah totalmente diferente. Para empezar, su voz ya no suena rota y apenada, la monotonía rasgante que detectábamos en sus anteriores trabajos se hace a un lado para dejar entrar algo de luz. Melodías con más arreglos que suenan esperanzadas, incluso la banda que lo acompaña suena segura de sí misma, ¿será el éxito cosechado lo que ha iluminado la música del americano? Es imposible saberlo a ciencia cierta, lo que sí es cierto es Micah consigue coger sus buenas vibraciones y hacer un discazo. Seems almost imposible abre con grillos que dejan paso a una delicada nana, Your’re only lonely suena compleja y trabajada y Jackeyed es la confirmación de ese buen momento que está viviendo el cantante [Just keep hope that it will be better in a year].
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En este disco podemos reconocer sin miedo que Micah nos suena a Cash, nos suena a Cohen, nos suena a grande.
Tras esta racha de tres publicaciones consecutivas, Micah se toma un año, en el que además de trabajar en su próximo disco y estar de gira, pide matrimonio a Ashley Bryn Gregory, con la que se casa el año siguiente. Año en el que publica Micah P Hinson & Red Empire Orchestra (Full Time Hobby, 2008) y que es su primer trabajo con aires verdaderamente texanos. Llama la atención sobremanera los diferentes moods en los que se encuentra el cantante a lo largo del disco, por ejemplo en Dyin’ alone nos susurra sus miedos [I’m not afraid of the suffering or the pain / I’m just afraid of dyin’ without findin’ you] y en We won’t have to be lonesome suena nuevamente esperanzado [The battle’s won so please promise me you won’t give up the fight / And we won’t have to be lonesome tonight]. Dejando a lado esta absurda nueva faceta mía de buscar coherencia biográfica en las canciones de Hinson, escuchadlas con cariño e inspirad fuerte antes de apreciar como en Come home quickly, darlin’, Micah -al igual que en trabajos previos- se hace a sí mismo los ecos.
All dress up and smelling strangers (Full Time Hobby, 2009) sale al año siguiente y lo hace con dieciséis temas. En este disco podemos reconocer sin miedo que Micah nos suena a Cash, nos suena a Cohen, nos suena a grande. Puede que suene a grande porque para empezar versiona temas de grandes, como el Are you lonesome tonight? de Elvis, que suena totalmente diferente con su voz desgarrada o su versión/regalo-para-el-universo del tema de Sinatra My way, no sé si es la guitarra, la voz o la convicción con la que lo canta que consigue arrasarte por dentro. O puede que suene a grande, porque sencillamente, Micah es grande. Quitando esos dos musts a comentar y otros super temazos como Slow and steady, llama la atención que el disco parece tener dos estilos marcados. En el primero está la voz de Micah acompañada únicamente por su guitarra, en el segundo, mil arreglos vocales y una orquesta que lo acompaña.
Como queriendo repetir la periodicidad de publicación de sus tres primeros trabajos Micah P. Hinson & the Pioneer Saboteurs (Full Time Hobby, 2010) sale al año siguiente y cierra esta segunda tríada de publicaciones. Este disco que abre con la locura instrumental A call to arms, dejando al oyente ansioso de su voz, debe su nombre -y pseudo inspiración- al poema de Walt Whitman, Pioneers! O Pioneers. A pesar de que este LP fue injustamente acusado de caótico, su desorden o más bien, la falta de esa coherencia tan latente en sus anteriores trabajos es lo que capta tu atención. A destacar de él, la personalidad del cello de Strinking before the storm y la delicadeza del violín en The letter at twit wrecks -que recuerda poderosamente a At last, our promises de & The Gospel of Progress– que compensan las dudas que el caos sonoro de 2s and 3s pueda causarte sobre la perfección de este disco.
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Micah es tanto un exitoso cantante para aquel que lo conoce, como un grandísimo desconocido para aquel que no ha tenido el placer de caer en sus melodías.
Su siguiente trabajo Micah P. Hinson and the Nothing (Talitres, 2014) tarda en llegar 4 años, pero lo hace dando un golpe sobre la mesa y ofreciendo al púbico, nuevamente, un discazo. Un Micah cuasi-feliz vuelve a cantar, la prueba es el tema que abre el disco How are you, just a dream en el que su voz juguetona y clara es un chute de buen rollo para aquel que la escucha. El rollete country de The same old shit hace que no nos duela este canto a la desidia ni la pregunta recurrente que muchos tenemos en mente: -parafraseando la canción- “si esta mierda va a seguir así, día tras día”. El piano tétrico de The crosshairs y la voz rota de I ain’t movin’ son la prueba de que este disco es un auténtico Caravaggio plagado de claroscuros.
Su siguiente disco, Broken Arrows (Bronson Recordings, 2015) se publica al año siguiente cumpliendo con la tradición, pero esto será lo único convencional de él. Este trabajo, junto al guitarrista británico T. Nicholas Phelps, es de entre todas sus creaciones su mayor locura. Sintetizadores, experimentación, instrumentos haciendo el papel de las voces en todos los temas del disco salvo en I sleep tonight y un cierto sentimiento de liberación, quizás por no necesitar la voz para poder expresar y ambientar una historia. Personalmente de este disco me quedo con Looking outside y la fumada de Why yes I was born yesterday, que utiliza ruidos de televisiones a medio sintonizar y el sonido que debe hacer las ondas de calor sobre las dunas en el desierto.
Sorprendentemente Micah P. Hinson Presents The Holy Strangers (Full Time Hobby UK, 2017) rompe con la tradición de triadas y sale dos años después de Broken Arrows, como os comentaba en las reseñas de septiembre del año pasado, pretende ser, según el cantante, una “opera folk moderna” que narra la historia de una familia en tiempos de guerra “desde el nacimiento al amor, del matrimonio a los niños, de la guerra a la traición y del asesinato al suicidio”. No repetiré que Lover’s lane o The years tire on me parecen la releche, porque eso ya lo hice, sino que aprovecharé para resolver una duda que quizás os haya surgido mientras leíais este texto. La estructura del nombre de los discos es casi siempre su nombre seguido de un & y algo más, bien, ese algo más, es el nombre con el que Micah denomina al conjunto de músicos que lo han acompañado durante la creación de ese disco, ¿hermoso, no?
Con nueve discos a sus espaldas publicados en tan solo catorce años, Micah es tanto un exitoso cantante para aquel que lo conoce, como un grandísimo desconocido para aquel que no ha tenido el placer de caer en sus melodías. Esta doble realidad que se puede antojar caprichosa no es más que el precio de permanecer fiel a uno mismo y crear según tus convicciones. Valoraciones musicales aparte, su historia es una historia de superación, de salir de la calle, de salir de las drogas y lograr crear algo hermoso con lo que no solo encontrar la paz, sino ayudar a muchos a encontrarla.
Y ahora dale al play anda, que lo estás deseando.
<3.
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