Todo el lenguaje se desconfigura y se queda esparcido sobre la tierra como una masa indistinguible. Sobre esa pasta lingüística, Pixel de Stael –Pixel 1 y Pixel 0, misterioso dúo barcelonés de pop electrónico– esparcen toda la distorsión posible y, a partir de ella, reconstruyen un lenguaje que contiene la voluntad de contenerlos a todos los demás dentro de una propuesta audiovisual eléctrica, desquiciada, que camina en todas las direcciones en búsqueda de algo que parece indefinible, pero que también parece exigir ser buscado.
Decimos: Botes – ΜΠΟΤΕΣ – Stiefel – Buty – Stivali – 부츠 – שיך…, y parece que la lengua se nos deshace en el proceso. Pero es así: este es el nombre que Pixel de Stael han otorgado al quinto adelanto del que será su primer álbum de estudio, acompañado –igual que en el caso de los cuatro anteriores, disponibles todos ellos en su canal de Youtube– por una pieza visual consistente en el glitcheado –la distorsión, la interrupción de la imagen, la desorganización de los elementos– de una fotografía en la que una persona aparece suspendida en el aire, saltando.
La sustancia de corte filosófico que discurre por el interior de la propuesta de Pixel de Stael asume el caos, la herencia de la corriente del pensamiento complejo y la literatura dadaísta; la música frena, se acelera, se dispara y vuelve a recogerse; estalla sin más y también guarda silencio. Los géneros se entremezclan al mismo tiempo que lo idiomático también se derrite dentro de la misma canción, conformando así un texto al que uno se aproxima temeroso, como ante esas obras de arte de aparente lectura compleja que, sin embargo, buscan apelar al espectador de manera frontal, desbrozando el contenido y haciendo brillar el objeto estético, lo puramente sensorial.
Sea en español, en francés, en catalán o en griego, este quinto avance del misterioso trabajo de los misteriosos Pixel de Stael no hace más que agrandar la intriga de lo que está por llegar: un álbum ruidoso y concentrado al mismo tiempo, en el que el sonido pretenda alzarse sobre todo lo demás e imponer su discurso más allá de lo contextual. Una suspensión del tiempo, una suspensión de personas saltando en mitad del aire.
Pero basta ya de palabras: comprobadlo vosotros mismos en el videoclip que se desploma aquí mismo, justo debajo de lo que escribo.
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