El Festival Jardins de Pedralbes inició su séptima edición con una apuesta sin riesgo, de impacto, garantía de lleno, y no erró el tiro. La modelo, cantante y estrella mediática Carla Bruni fue la elegida, suntuosidad asegurada. El escenario instalado en los preciosos jardines barceloneses estaba decidido a llenarse de glamour y de música, aunque no se alcanzó la magnitud que la cita nos tiene acostumbrados. No se asusten, la Bruni también tenía algún as escondido consiguiendo tapar sus carencias.
A la italo-francesa le sorprende la longevidad de su carrera musical, que ya dura veinte años, y la verdad es que a pesar de aquel brillante inicio con Quelqu’un m’a dit (Naïve, 2002), a muchos de nosotros también. Bruni no nos va a hacer caso, cantar y componer la enardece. Y aunque su agitada vida social le quite tiempo seguirá el camino emprendido, de hecho, ya está preparando el quinto álbum de estudio con el que quiere retornar a los orígenes. Lo deseamos fervientemente.
Ha visitado doce países durante dos años presentando French touch (Universal, 2017) un disco cantado en inglés (lengua con la que se dirigió durante todo el recital a los presentes) donde interpreta once de sus canciones preferidas, un capricho, a ratos ingenioso y divertido, que ella se puede permitir, pero con unos resultados bastante insatisfactorios, pues este disco de versiones no le favorece tanto como sus propias creaciones en su lengua natal.
A Carla Bruni se la consideró al principio del nuevo milenio una revisionista de la chanson y en esa plaza es donde mejor se mueve. No estuvo nada cómoda en la zona baja, moviéndose mejor en la media o aguda, aunque con algunos problemas de afinación, pero incluso con esos defectos tonales, el idioma francés la salvó del fiasco total. Muy fina en J’arrive a toi (arrollidada), Tout le monde o Quelqu’un m’a dit, algunas de sus mejores creaciones. Utilizó el italiano para la vistosa Dolce Francia, acabando estirada en escena para cantar Un garçon triste, preciosos desquites entre tanto disparate, como la fallida versión de Jimmy Jazz (The Clash), la directamente enfermiza Highway to hell (AC/DC) o la deplorable Enjoy the silence (Depeche Mode).
Su pasión por la música es incuestionable, nadie le va quitar méritos a la trayectoria alcanzada, pero no podemos dejar que los errores se queden en el cajón del silencio, nos equivocaríamos.
En los jardines reales la fiesta acaba de empezar, seguro que arribarán platos con más enjundia, al primero le faltó condimento.





Autores de este artículo

Barracuda

Víctor Parreño
Me levanto, bebo café, trabajo haciendo fotos (en eventos corporativos, de producto... depende del día), me echo una siesta, trabajo haciendo fotos (en conciertos, en festivales... depende de la noche), duermo. Repeat. Me gustan los loops.