Marco Mezquida es, por mérito propio, una de las estrellas del 49 Voll Damm Festival Internacional de Jazz de Barcelona. El público barcelonés tendrá cinco ocasiones para deleitarse con el talento de este joven menorquín, de tan solo treinta años, que ha dejado muy atrás el adjetivo de promesa. Suyos son el presente y un futuro colmado de triunfos. Su tercera aparición en el certamen fue para mostrar, en la sala Luz de Gas, Conexión (2017), trabajo auspiciado por El Taller de Musics, creado a cuatro manos junto al guitarrista de Cornellà, Juan Gómez Chicuelo, y la relumbrante aportación del percusionista Paco De Mode.
Conexión es, sin ningún atisbo de duda, uno de los mejores discos nacionales del año, elegante joya tallada con una pulcritud y brillantez musical poco comunes. Esa exquisitez no tan solo se mantiene en directo, sino que adquiere una fuerza indomable, arrebatadora. Es prácticamente imposible transcribir las sensaciones emanadas por dos de los más talentosos y sensibles músicos de este país. Ver a Chicuelo jaleando, con esa mirada de admiración y complicidad, a su amigo Marco mientras éste juega con las teclas, las cuerdas y las campanillas de un piano convertido en una orquesta de una sola unidad. Sentir los rasgueos de la guitarra española, a veces finos, a veces bulliciosos, siempre admirables. Alborozarse con los sonidos ejecutados por De Mode desde su cajón. Vivir la música.
El dúo interpretó el disco en su totalidad, incluyendo dos piezas inéditas: Menorca y Romesco (la coda de su recital) que aparecerán en su próxima grabación conjunta.
La finura de Chicuelina; el tour de force que supuso tocar sin pausa A solas y Velas (dedicada al recientemente fallecido percusionista Roger Blàvia) rematada por Mezquida con un solo estratosférico; un Engaño gigantesco, sin mentiras; la seguiriya Lenta, andante, trepidante; o la apoteosis final con Conexión: una auténtica master class.
Chucho Valdés, a quien pronto escucharemos en el Auditori de Sant Cugat, me contó en una entrevista su aprecio por la fusión de estilos y lo peligroso que era caer en la confusión. Ni pizca de ese riesgo encontrarán en la mezcla que proponen Chicuelo & Mezquida, una música que a ellos les gusta apodarla como alegre, mediterránea, maridada con flamenco, jazz y toques populares. Un cocktail que explotaría en manos de cualquier tunante, pero servida por estos dos maestros se convierte en delicioso hechizo. En la despedida, vítores y abrazos, no era para menos. Maravilloso.
Próxima parada: Chick Corea. Permanezcan atentos.






Autores de este artículo

Barracuda

Oliver Adell
Me gusta viajar, la buena compañía y, sobre todo, la música; en especial el jazz. Fotógrafo de eventos, conciertos, bodas y lo que surja. Me gusta fotografiar no solo el instante sino la emoción de lo que hay detrás.