María Talaverano (Cariño): “Nadie monta una banda indie con la idea de alcanzar el éxito”

Entrevistamos a María Talaverano, letrista, vocalista y teclista de Cariño, una de las bandas de la escena indie pop más aclamadas por público y crítica.
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Relats musicals. Podcast by Qualsevol Nit

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María Talaverano escribe canciones pop de amor. Junto a Paola Rivero y Alicia Ros formó, hace apenas tres años, la banda de indie pop Cariño, que este mes de enero se colaba en un cartel de Coachella que nunca llegó a llevarse a cabo. Un ascenso tan meteórico en medio de un campo de cultivo tan vasto como el de la escena indie española actual no puede sino responder a una forma muy específica de comprender los mecanismos y los azares de una industria frecuentemente caprichosa. En cualquier caso, la primera frase se sostiene: María Talaverano escribe canciones pop de amor.

Escribías poemas, saltaste a las canciones y nació Cariño. Me pregunto si consideras que tu poética tiene más cabida en la escena musical que en la literaria, si la primera es más aperturista que la segunda en este sentido.

La música se presta más a cierto tipo de juegos con el lenguaje que a la literatura le pueden resultar banales, cosas como rimar ‘te quiero’ con cualquier tontería o, llevándolo al extremo y citando a La Zowi, rimar ‘puta’ con ‘puta’. Creo que esta escena musical específica permite una simplificación radical del trabajo con el lenguaje para la que es probable que la escena literaria no esté preparada, aunque yo creo que las ideas de fondo no dejan de ser las mismas. Simplemente considero que la exigencia respecto a los usos lingüísticos es mayor en el mundo literario que en el mundo de la música pop. Pero no pienso que nuestra generación esté más preparada para una cosa que para la otra.

Me interesa mucho indagar en el punto en que un grupo como el vuestro decide dar el salto de la idea de hacer canciones al hecho de hacerlas en sí.

Para nosotras prácticamente todo sucedió de casualidad. La realidad era la siguiente: yo le enviaba audios de whatsapp a Paola cantando letras que escribía y haciendo la percusión sobre la mesa para marcar el ritmo. Alicia, de hecho, entró después, cuando ya tomamos la decisión de formar Cariño. La idea de llevarlo a la práctica vino de mi amigo Martín (Spangle), que es productor y una noche, en un after, empezó a proponerme medio en broma que empezásemos a grabar canciones. A partir de ahí siguió insistiendo, cada vez más en serio, hasta que nos pusimos a ello. En cualquier caso, creo que no fue hasta que Elefant Records nos puso sobre la mesa la opción de sacar el disco cuando nos decidimos a construir algo de verdad. Hasta ese momento todo se había reducido a probar cosas entre nosotros, entre amigos. Movidas nació así: a partir de letras que yo tenía guardadas en audios de whatsapps y haciendo la parte instrumental con Paola y Martín en el estudio de éste, que era, de hecho, su propia casa. Fue todo muy rápido. En dos meses lo teníamos ya grabado.

Hablas de casualidades y muchos artistas de la escena indie pop comparten este discurso de que las cosas se han dado de manera fortuita: había un público dispuesto a recibir esta música y a la medida de ese público se ha formado una escena.

Creo que, en el fondo, esta escena musical se construye más en base a que los artistas que la componemos expresemos libremente lo que sentimos y hagamos la música que queremos hacer que en calcular algo premeditado y prefabricado al modo en que sucede en lo que vendría a ser la escena pop más comercial. Quizá eso propicie que las cosas se den de manera fortuita, dado que nadie monta una banda indie con la idea de alcanzar el éxito en la cabeza.

María Talaverano (Cariño). © Mateo López
Cariño © Mateo López

En la tensión constante entre la apuesta por artistas con un discurso específico y la complejidad de ajustarlos comercialmente a una industria que viene dada sois un caso particular porque, hasta cierto punto, lo habéis conseguido.

Es cierto que nosotras no partimos con la idea de hacer algo comercial que pudiese gustar a todo el mundo, pero al final hemos tenido la suerte de que se han juntado los dos factores y ha encajado lo que queríamos contar con lo que la gente quería escuchar. También es cierto que, llegadas a este punto, hay cosas que ya no podemos hacer; hay demasiada gente decidiendo cosas dentro de lo que es Cariño y, por ponerte un ejemplo, algunas canciones tengo que enfocarlas hacia lugares que no son los que a mí, orgánicamente, me gustarían.

Las exigencias discográficas actuales son prácticamente las mismas que las que existían cuando el artista no podía hacer prácticamente nada de manera autónoma

¿Tienes la sensación de que el crecimiento comercial de la banda ha perjudicado la idea inicial de trabajar entre amigos?

Pienso que eso sigue estando ahí, pero lo que sí que veo es que ahora tenemos que descartar más cosas de las que nos gustaría –al menos, a nivel personal, lo siento así–. En el fondo tampoco importa demasiado, dado que las cosas que quieres hacer pueden acabar saliendo por otras vías, pero el asunto es que en este momento tenemos que pedir permiso para hacer cosas que antes hacíamos por inercia. Este es un asunto sobre el que insisto mucho porque cada vez es más fácil autogestionarse y obtener beneficios de manera independiente, con lo que la necesidad de estar amparado por un sello ya no resulta tan manifiesta.

Vosotras empezasteis con Elefant y ahora habéis fichado por Sonido Muchacho, un sello bastante similar en su modelo de gestión. No sé si habéis tomado la decisión por algún motivo concreto o si habéis notado alguna diferencia sustancial con el cambio.

Lo cierto es que no, las diferencias que puede haber entre ellos se reducen a cuestiones de letra pequeña en los contratos y pequeñas distancias porcentuales, pero poco más. Está claro que el hecho de formar parte de un sello tiene sus cosas buenas, dado que te proporciona la posibilidad de tener a un equipo detrás que te respalda, pero también pienso que el modelo demanda un cambio urgente porque las exigencias discográficas actuales son prácticamente las mismas que las que existían cuando el artista no podía hacer prácticamente nada de manera autónoma. Ahora, con recursos como la distribución digital y con un escenario totalmente nuevo sobre la mesa, resulta llamativo que se mantenga el mismo modelo de negocio que existe en España desde hace décadas.

¿Tu propuesta, entonces, sería algo así como que una vez alcanzada una posición como la vuestra el artista se emancipase del sello y que éste sirviese más como plataforma de lanzamiento?

Creo que es paradójico que yo diga todo esto, contando con un equipo tan bueno detrás como el de Sonido Muchacho, pero sí que podría ir por ahí. También se podrían contratar personas específicas para tareas concretas en un momento dado. Se podría repensar al sello discográfico como a una plataforma de distribución y marketing o modular sus campos de acción dependiendo de la etapa en la que se encuentre el artista a nivel de crecimiento y repercusión, delegando sobre ellos cada vez menos cosas. En el fondo, lo que veo necesario es que se ajuste el modelo actual, dado que los recursos digitales provocan que el trabajo de la discográfica sea mucho menor del que era antes, y también es fundamental abrir los ojos ante la posibilidad de hacer dinero a través de vías alternativas a los conciertos en vivo; con la Covid parece que ya no se puede vivir de la música y no es así, dado que tanto la distribución digital como la edición siguen siendo fuentes importantes de ingresos.

María Talaverano (Cariño). © Mateo López
Cariño © Mateo López

Los traperos están acostumbrados a acumular lanzamientos de singles y han construido un modelo según el cual son capaces de sostenerse económicamente en base al streaming

Empezasteis el año formando parte del cartel de Coachella y, como ha sucedido con todas las bandas del mundo, habéis tenido que redirigir un año que se presumía importante para vosotras en base al contexto que se ha dado.

Realmente fue un palo, porque en aquel momento nosotras ya vivíamos de la música y teníamos asimilada una forma de vida que consistía fundamentalmente en vivir de los conciertos. Ahora nos han dicho que tenemos que potenciar las ventas por la vía del merchandising, pero yo sigo pensando que la distribución digital es clave en este momento: podríamos llevar a cabo algo similar a lo que hacen los traperos, que están acostumbrados a acumular lanzamientos de singles y han construido un modelo según el cual son capaces de sostenerse económicamente en base al streaming. Creo que para que esto fuese posible también deberían reajustarse los porcentajes que cualquier sello propone al respecto de estos asuntos. Nuestro caso no ha ido por ahí: nos hemos mantenido en base al merchandising, los pocos conciertos que hemos dado y los ahorros que teníamos guardados. También veo una oportunidad en el hecho de que este sea un contexto compartido por todo el mundo a la hora de aprovechar la burbuja digital que se está generando, pero es cierto que la experiencia de un concierto en streaming no es la misma que la de un directo en vivo.

Ya que mencionas el trap, y aunque vosotras nacéis de la idea de escribir canciones pop, muchas veces habéis planteado una difuminación de los géneros musicales en la medida en que nuestra generación comprende estas etiquetas ya de una manera mucho más laxa.

Lo que creo es que ya no hace demasiada falta definir las cosas, que muchos de estos géneros pueden comprenderse dentro de un concepto más amplio de lo que pueda ser el pop. También me parece importante comenzar a erradicar el recelo tradicional a unir dos estilos distintos, a trabajar fundiendo cosas y mezclando ideas y formas de trabajar. Creo que nuestra generación ya tiene los ojos más abiertos a la hora de comprender estas cosas.

Acabáis de lanzar Modo avión con Natalia Lacunza, que viene de Operación Triunfo; está el caso de Amaia: son dos personas que demuestran que, a nivel de audiencia, también se asume como anclada en el pasado la idea de etiquetar a los artistas una vez y para siempre.

Bueno, yo pienso que todavía les ha costado mucho trabajo salir de ahí, pero sí que creo que lo están logrando. Yo empecé a hablar con Natalia vía Instagram porque me gustaba su forma de trabajar, el hecho de que colaborase con gente tan diversa y se interesase realmente por descubrir música constantemente. No digo que sea peor, pero yo por ejemplo veo a Aitana (Ocaña) más como una intérprete que como una compositora, y no encuentro en ella el interés por las cosas que a mí me interesan. En el caso de Natalia sí lo encontré. Modo avión la habíamos planteado como una colaboración desde el principio y ya teníamos hecha nuestra parte; trabajar con Natalia fue muy sencillo, hizo su parte con mucha rapidez y siempre se mostró proactiva a la hora de proponer ideas, de componer. Me gustó mucho porque constantemente notaba un interés real por su parte de cara a formar parte activa del proceso creativo.

María Talaverano (Cariño). © Sharon López
Cariño © Mateo López

Movidas era un disco muy casero; también muy dinámico y con un tempo muy veloz acorde a vuestra mirada generacional y a las temáticas que afrontabais. Nuevos singles como Te brillan o Excusas parecen plantear caminos distintos más allá de aquella agitación inicial, y no sé si esto sucede orgánicamente o como parte de un deseo expreso de evolucionar más allá de vuestra forma de trabajar en aquel disco.

Diría que es algo que está sucediendo de forma natural. Es cierto que esa velocidad que le imprimimos a nuestro primer disco sí que fue algo muy meditado, pero no pienso que ahora tengamos una mirada radicalmente distinta ni nos estemos planteando conscientemente hacer cosas con ritmos más lentos. En cualquier caso, sí es verdad que en algunas demos que hemos grabado se da el caso, como en Excusas, y cuando eso sucede surge la siguiente pregunta: ¿y si pasamos esta canción a Cariño?, lo cual implica, claro, imprimirle más dinamismo. Pero no creo que lo que busquemos sea, en ningún caso, deshacernos de nada, sino más bien ir ajustándonos a lo que nos apetezca hacer en cada momento. Muchas de las cosas que nos suceden, como decía al principio, lo hacen de manera fortuita. ¡Un ejemplo muy claro es el de la forma de vestir! Es algo acerca de lo que nunca nos hemos puesto de acuerdo y sobre lo que nadie nos ha impuesto nunca unas directrices específicas. Sin embargo, al vernos, cualquiera diría que hubiese sido así.

No sé si, en el momento en que creces hasta este punto y empiezas a plantearte las cosas desde el prisma empresarial en tanto personas que viven de lo que están haciendo, tu forma de pensar y relacionarte con la creación cambia.

Supongo que sí, aunque espero que positivamente. Considero que ahora soy capaz de comprender el valor de cierta música que antes descartaba directamente por falta de interés. Diría que una de las canciones que más me han interesado a nivel melódico este año ha sido una que hizo Aitana con Morat, que hace algunos años habría sido una cosa que jamás hubiese llegado a escuchar. Siento que ahora puedo apreciar estas cuestiones de otra manera. Por otra parte, al tener la certeza de que un número determinado de personas nos va a escuchar, creo que se disipa un poco la presión de intentar hacer canciones que gusten y se sustituye por la voluntad de estar conformes con nuestro propio trabajo. Me han preguntado muchas veces si me da vértigo el tema de lanzar el segundo disco, pero creo que es al contrario: ahora que tenemos a un público fidelizado, estar contentas con lo que hacemos ya resulta suficiente.

Me temo que no seré menos: acabaré preguntándote por ese segundo disco.

Está siendo un proceso complicado, porque Martín se desligó de Cariño al terminar Movidas y, en el fondo, el nuestro era un sonido que había creado él. Ahora estamos buscando encontrar una continuidad y hacer un trabajo compacto, con lo que estamos probando con varios productores. En este momento grabamos las demos en el estudio de Juan Pedrayes, de Carolina Durante, que está haciendo las veces de productor. El disco, eso sí, va a estar conformado enteramente por canciones nuevas.

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