Cuando apareció Look Sharp! (A&M, 1979) el viento cambió de dirección. El punk estaba dando sus últimos coletazos y la renovación venía lanzada. Seguía el ruido, aunque matizado con otras resonancias. De aquella estruendosa revolución nacieron diversos vástagos de nomenclatura diferenciada, a nosotros nos interesa el que se mezcló con el pop, aquel al que bautizaron (por capricho mercantil) new wave. En aquella distinguida casa habitaron inquilinos de la talla de Elvis Costello, Ian Dury o un tal David Ian “Joe” Jackson, nuestra estrella protagonista, a nadie se le escapa la importancia de tales ilustres personajes.
El debut discográfico de Joe Jackson fue de los que marcan época, un compendio de punk, rock, pop y reggae espectacular que iluminó esos años y todavía continúa siendo referencia para muchos. Once canciones excelsas, sin mácula, fabricadas con rabia y sensibilidad, de estribillos perfectos, una obra maestra, el debut soñado. Cuatro décadas después de su creación sigue fresco, altanero, el tiempo ha parado para ser testigo de su grandeza. Algunas de esas creaciones fueron parte esencial del show ofrecido por el británico después de su última visita a Barcelona hace catorce años.
Joe Jackson está embarcado en una gira denominada Four Decade Tour en la que, además de celebrar dicha efeméride, presenta Fool (earMUSIC, 2019) vigésima joya de su corona, sin contar bandas sonoras, álbumes en vivo y compilaciones. Un disco indispensable para volver a disfrutar de su talento único e irrepetible, mixtura del viejo estilo acelerado y mucha sapiencia acumulada. Esa combinación entre lo nuevo y lo pretérito dio lugar a una velada inolvidable, la sala Barts todavía no ha recuperado el aliento.
El escenario, teñido de rojo sangre, va recibiendo tímidamente a los miembros de la banda: Teddy Kumpel (guitarra); Graham Maby (bajo) y Doug Yowell (batería). Modesto, sin alardes de divo, aparece Jackson para sentarse ante sus teclados, las notas de Alchemy comienzan a sonar. Pieza de tintes mágicos que servirá también para cerrar la noche, el círculo perfecto. Terminado el encanto y cosido a él surgió, en modo ataque despiadado, One more time, se hizo la luz. Jackson, de aspecto envejecido, conserva la voz intacta: gritos desbocados, pausas controladas, el gran Joe de siempre. Quemando naves desde el principio, continuó con Is she really going out with him?, probablemente una de las canciones pop más perfectas jamás escritas. Lógicamente los enfervorizados asistentes se sintieron más a gusto escuchando composiciones célebres como Another world (asombrosa exhibición pianística de Jackson), Real men, Invisible man o la colosal It’s different for girls, (perfección en el pentagrama), pero también disfrutaron hincándole el diente a todo lo reciente. En este apartado destacaron la paranoica Big black clouds, la enigmática y pausada Strange land, Friend better (agasajo a Donald Fagen) y sobre todas Fool, especie de oda al carnaval, que sirvieron con un tumbao cubano de raíces originarias. Espectacular. Por poner alguna tacha, nos inclinaríamos a reprochar diversos desmanes rimbombantes, tanto en la guitarra como en la percusión que tampoco hicieron daño en excesivo. Por lo general el combo funcionó cual rodillo engrasado, loores a Graham Maby, bajista de tronío.
Acercándose a la ronda de cierre, el espectáculo tocó cielo. Allí estuvieron Sunday papers (Jackson afilando la melódica), una lectura rockera de You can’t get what you whant (till you know what you want) y Ode to joy, acabada con los músicos haciendo de estatua de sal y rematándola al fondo de la red con una coda musical tremenda. La locura llegó con I’m the man, versión desmadrada, anfetamínica, tanto que las sillas sobraron. Alboroto general. “Soy el hombre” gritaba Joe Jackson frenético, tocando a toda pastilla, desbocado, y todos con él volcados, estratosférico. El festín no debía acabar ahí, todavía quedaban sorpresas.
Joe Jackson grabó Night and day (A&M, 1982) como especial tributo al inmenso Cole Porter. En esta asombrosa grabación (de las mejores de su carrera) hizo un ‘yo me lo guiso yo me lo como’ tocando todos los instrumentos utilizados. Antes de entonar Steppin’ out, explicó que deseaba tocarla igual que lo hizo en estudio, tarea imposible contando con músicos en escena. Para conseguir el resultado idóneo utilizó una vieja caja de ritmos, dejó a un lado las guitarras sustituyéndolas por otro teclado y un vibráfono; las consecuencias fueron sorprendentes. ¿Se puede interpretar música avanzada con un aparato en desuso?, él si puede, la mayoría no. Por si fuera poco, el éxtasis se perpetuó con Got the time, retomando el pulso de Look Sharp! El reprise de la mentada Alchemy nos cerró los ojos.
Joe Jackson pertenece a una estirpe de autores prácticamente inexistente en la actualidad, la de los sabios, estudiosos de la música, capaces de tocar cualquier estilo sin inmutarse. A Jackson le pueden pedir una samba, una pieza de Bach, un pasodoble o una napolitana, lo bordará todo, coloso.
Gracias al Festival Grec asistimos a uno de los mejores conciertos de los últimos tiempos, va ser difícil olvidarlo. Joe, no tardes 14 años más en volver, te lo rogamos.
“Red velvet curtains open noiselessly / Lovers and children strain their necks to see / A figure in the darknow almost reveals / A swirl of velvet cloak, now he’s disappeared Alchemy”
(Alchemy, Joe Jackson)






Autores de este artículo

Barracuda

Sergi Moro
Desde que era un crío recuerdo tener una cámara siempre cerca. Hace unos años lo compagino con la música y no puedo evitar fotografiar todo lo que se mueve encima de un escenario. Así que allí me encontraréis, en las primeras filas.