Nueva visita de La Maravillosa Orquesta del Alcohol a Barcelona tras los cuatros pases que dieron en la sala Barts en abril. Los burgaleses son una de las bandas más queridas del panorama y no por hacer extensas giras dejan de llenarse sus conciertos, sean donde sean. Esta vez, el concierto de La M.O.D.A. fue en el escenario de Nits del Fòrum, que registró un casi lleno en pista, del que pudimos disfrutar desde la magnífica ubicación que nos dio la buena gente del Primavera Sound.
Brilla la banda, y si hay problemas, los fans
Con un sonido impecable arrancó el concierto recorriendo el camino esperado: un repaso de los mejores temas de cada trabajo, aunque su última referencia, Ninguna Ola (PRMVR, 2020), no tuvo una presencia destacada en el setlist. En estos primeros minutos, la fiesta de temas como Mil Demonios contrastaron con los ritmos más pausados de otros como 93compases, en los que el público disfrutaba escuchando en silencio. El vocalista David Ruiz nos sorprendió hablándonos en un muy buen catalán y sin limitarse a un par de frases, sacándonos una sonrisa a todas.
Las emociones no tardaron en aflorar cuando llegó el turno de Vasos Vacíos, una de las más apreciadas. Y es que además de cantar con un sentimiento especial eso de “lleva lloviendo un año y yo encerrado aquí”, justo cuando llegaba el posterior y último estribillo, se fue el sonido por completo del escenario. La respuesta del público fue unánime al ver la cara de desconcierto de la banda, y se terminó la canción coreándola hasta el punto de no echar de menos los instrumentos. Parón de unos 10 minutos hasta que se resolvió el problema y vuelta a la carga con La Inmensidad. “Nos habéis emocionado… Jaco comentaba que se le salía la lagrimita”, agradecieron sinceramente.
In crescendo y sin frenos
No es fácil para una banda sorprender con uno de sus temas clásicos, pero los burgaleses definitivamente lo consiguieron con el nuevo arreglo preparado para Hay Un Fuego, a la cual dieron un toque muy Yann Tiersen con el acordeón de Joselito Maravillas. De pronto nos habíamos transportado a Amelie. PRMVR triunfó, con gran parte del público también haciendo sus pinitos más que convincentes en euskera, y Los Lobos y Catedrales sacaron todo el potencial de los seis músicos en escena. Brindemos por la tempestad. Nuevamente, aplaudieron la respuesta del público, confesándose muy emocionados y agradecidos.
Al fin y al cabo, son músicos humildes que reconocen la cantidad de ensayos que tienen que realizar para sentirse seguros sobre las tablas. Trabajan para emocionarnos cada vez más, y así pasan cosas como que una parte clásica del show, desde siempre emocionante, como es la interpretación en solitario de Campo Amarillo en el bis por parte de David, se convierta en un momento único que hace silenciar a todo el mundo. Cada vez la hace mejor. Mejor guitarra, mejor voz, incalculable sentimiento.
Traca final con las esperadas Nómadas, 1932 y Héroes del Sábado, casi desmadrada más de la cuenta de no haberla evitado la propia banda. Fueron inteligentes al parar y advertir al público de la necesidad de mantener la calma, a la vez que les mostraron su comprensión. “No queremos ser aguafiestas, pero necesitamos que todos os portéis bien; estamos seguros de que nos entendéis. Bastante maltratada está ya la música en vivo como para jugárnosla”. Al final, cada uno en su sitio, 1932 tocada dos veces y todos contentos.
La M.O.D.A, tan maravillosa como siempre y sumando triunfo tras triunfo; bien merecido se lo tienen. Ahora a los fans nos toca esperar a que finalicen la grabación de su nuevo disco y acudir a la próxima visita. Para seguir llenando el alma, para seguir sintiéndonos vivos.







Autores de este artículo

Mikel Agirre

Montse Melero
Hacer fotos es la única cosa que me permite estar atenta durante más de diez minutos seguidos. Busco emoción, luces, color, reflejos, sombras, a ti en primera fila... soy como un gato negro, te costará distinguirme y también doy un poco menos de mala suerte.