El concierto que ponía punto y final a la gira de En la espiral (Universal, 2017), último disco de Lori Meyers, comenzó tranquilo. Con una introducción protagonizada por el mismo track con el que comienza este álbum publicado ya en febrero: Vértigo I. Quizá el cantante, Noni López, interpretó el tema al piano con un punto demasiado dramático para lo que requería la cita. Estábamos en el Hivernacle del Poble Espanyol de Barcelona, una cúpula que simula un invernadero (hay plantas y todo) y que se instaló en la Plaza Mayor para reformular el concepto del Brunch Electronik (ahora Brunch-in the city, así como Brunch-in the Park cuando se realiza en los Jardines de Joan Brossa). Parece que los organizadores del Cruïlla de Tardor, la edición con bufanda del Festival Cruïlla, vieron en este Hivernacle una oportunidad de sembrar algo auténtico, algo mágico, nada trágico.
Y funcionó. Los brotes verdes llegaron coloreados de sintonías pop. Planilandia, Luces de neón, Luciérnagas y mariposas… En esta última – perteneciente al segundo mejor disco de la banda, Cronolanea (Universal, 2008) – casi se escucha más al público que a los instrumentos. Cantábamos a pulmón, teníamos ganas de alzar las manos y revolucionar nuestro cuerpo para intentar obviar al menos por unos minutos la que estaba cayendo. No llovió, más bien sentimos que nos estaban meando encima. Los granadinos mostraron mucha empatía con los asistentes al hacer una alusión sutil a la situación política: “gracias por estar aquí, sabemos que hay cosas más importantes”. El comentario vino después de Evolución, track que comienza con una sensación de tristeza después de ver una noticia en televisión. Pero mejor sigamos con la música. Antes me referí al segundo mejor disco. El top es sin lugar a dudas Cuando el destino nos alcance (Universal, 2010). Y diré por qué lo veo así.
* ABRO INCISO *
Agosto de 2010. Pontevedra. Yo fregando mi habitación, tal vez la única vez en mi vida que fregué por propia iniciativa mi habitación. Si no recuerdo mal, el recién estrenado canal de MTV para la TDT no tenía ni una semana de vida. Ahí estaba yo esa tarde devorando videoclips, fregona en mano, cuando de repente sonó Mi realidad. STOP. Con “lo siento por interrumpir” comenzaba la canción. Y realmente interrumpió mi vida. Descubrí que me flipaba el pop alternativo. Se lo dije a mis amigos metaleros. Perdí a mis amigos metaleros. Siete años después me doy cuenta de que gracias a (o por culpa de) Lori Meyers me he convertido en la moderna de pueblo que soy ahora.
* CIERRO INCISO *
Hoy Lori Meyers de alternativos tienen bien poco. Agotan entradas allá donde pasan, son números 1 en las listas de éxitos, incluso el cantante de Sidonie va a sus conciertos joder. Están borrachos de triunfos. Aunque para ebriedad, la del público. Pierdo el control llegó después del hit Emborracharme. Había una tía a mi lado que perdió el control real, lanzó sus chaquetas al foso y la de Dios. Quizá su mente llena de ron pensó que era una buena idea para acercarse a la banda. Try again, chata. El concierto estaba llegando a su fin, no sin antes recordarnos gracias a su Zona de confort que la vida sería mejor si dijéramos te quiero todos los días. La despedida de la gira acabó por todo lo alto y, aunque sin salto final, sí con tres hits. “Salimos a bailar, no me dirás que no. Empieza a disfrutar. Dime, mi amor, nos falta pista de baila para bailar tu canción”, decía ¿Aha han vuelto?, aunque bien podía ser la conversación que estaba manteniendo en ese instante. Y Mi realidad. Y Alta fidelidad. Y esta primera cita con el Cruïlla de Tardor llegó a su fin. ¿Qué decir? Fue algo auténtico, algo mágico, nada trágico.








Autores de este artículo

Paula Pérez Fraga

Víctor Parreño
Me levanto, bebo café, trabajo haciendo fotos (en eventos corporativos, de producto... depende del día), me echo una siesta, trabajo haciendo fotos (en conciertos, en festivales... depende de la noche), duermo. Repeat. Me gustan los loops.