El ciclo de conciertos Sit Back se propuso, en 2017, huir del frenesí de los festivales multitudinarios apostando por la intimidad y la media luz. L’Auditori de Barcelona fue el lugar elegido para acoger una serie de recitales, necesitados de tales condiciones y que basculan entre la electrónica y el pop; ambiente ajustado a nuestro protagonista. Miquel Serra (originario de Eivissa, aunque residente en Manacor, Mallorca) es un artista tan valorado como poco conocido, a pesar de su extenso y gratificado bagaje o de haber sido retratado, íntimamente, en el galardonado film, Els ulls s’aturen de crèixer (Javier García Lerín, 2018).
El cantautor balear compareció en la Sala Oriol Martorell acompañado de su banda y una joven pandilla de acreditados compinches de la escena pop-rock catalana coyuntural. Su pretensión era compartir con ellos, de modo chispeante y desinhibido, un repaso a sus nueve discos publicados. Escuchar el armonioso y bello acento balear, siempre es un placer y más si va acompañado de historias creativas e introspectivas que nos hablan de amor y desamor o de la cotidianidad en nuestras vidas.
El poeta
Saps ses meves eines, la primera de las canciones interpretadas junto a Clara Vinyals e incluida en L’elegància dorm (Foehn Records, 2019) es una de sus mejores y finas obras. Cálida melodía pop que contiene versos tan preciosos como los que siguen: “I tu saps dels meus riscs, saps seves meves eines, saps fins a on visc, però et diré com et vull vestir. Jo dormiré un any, en aixecar-me el títol m’haurà tapat tant i tant que te vendré i tu vendrás a mi”. No descubrimos la pólvora al afirmar que la escritura es la mayor virtud de Serra, no obstante, su sutil armonía ilumina al poema lúcidamente. Con la cabeza visible de Renaldo & Clara, también cantó Son és com dos ulls y Setembre, otro elogiable tema, el preferido de la artista lleidatana. Este fue el final del primer tercio de un dilatado recital que comenzó con Signes de preguntes, interpretada junto a su banda: Jorra Santiago (guitarra), Michael Mesquida (bajo) y el baterista Miquel Perelló.
Antes de la aparición de los primeros invitados, las musas que lleva consigo desde 2009, volvieron a aparecer en Elegància dorm, Braços en creu y Dissabte de bous; con Murada mora llegó el desfile de amistades.
Convidados desiguales
En este tipo de reuniones existen contratiempos que dificultan una valoración objetiva: desórdenes, fallos de sincronización, deslices desde la mesa de sonido (la excesiva amplificación dificultó la comprensión de los textos) y algún que otro desafinamiento, la mayoría debidos a la falta de ensayos. Nuestro objetivo no es ser tiquismiquis, pero tratándose de un acto profesional, y no benéfico, debemos exigir un mínimo de calidad; la tuvo a rachas.
Los primeros huéspedes en pisar tablas fueron Da Souza quienes aportaron oficio sobre todo en Putada, vivificante ración de pop sesentero. Peor les fueron las cosas a Vàlius, dúo barcelonés de Cançó-Punk (curiosa etiqueta). En la conmovedora Cor marró, una de las composiciones del malogrado pintor Joan Serra rescatadas, por su hermano Miquel, en Cançons de Joan Serra (Foehn Records, 2021) anduvieron despistados, yerro que tampoco repararon en la más adecuada Tu saps; desacertados y fuera de sitio. La banda de Serra les puso en evidencia atacando, a los pocos segundos, Dersu Uzala, contundente muestra de punk psicodélico muchísimo más enérgica.
A las coplas del empático creador les queda mejor la desnudez que el emperifollamiento, hecho evidenciado en el posterior set acústico, de seis temas, ofrecido primero en solitario con Desamparament (el único regalo de Una casa és pànic, la nueva producción que aparecerá este mismo febrero) y posteriormente junto a Maria Jaume (muy expresiva en Mu mare i jo) y Joan Vilà, exquisito instrumentista, tanto en el piano como en el cello; sus aportes en Padrins y L’arena que tenim fueron de lo más notorio de la velada.
Cerró el cúmulo de colaboraciones, Joan Pons (El Petit de Cal Eril). El popular músico de Guisona, especialista en folk-rock psicodélico (otro chocante estilo) lució más en los destellos guitarrísticos (Les tropes passen bé per davall ml’arc de triomf) que en el registro vocal (Cohen, Prince, George Michael, Bowie), ayudando también en la refinada La teva llengua, fin de trayecto. Desenlace ficticio ya que, con toda la troupe en escena, se lanzaron a interpretar (en una especie de “campi qui pugui”, como decimos por estas tierras) la vitoreada Opilions, composición de 2009.
Resolución
Miquel Serra, que estrenó iluminación (bastante cegadora), entregó un show valeroso, pero deshilachado (las circunstancias ya las hemos contado); moldeado, musicalmente, por un único patrón de pop repetitivo que encandila a fans y decepciona a los buscadores de escollos comprometedores. Esperemos que en la gira de presentación de sus más recientes creaciones (está a la vuelta de la esquina) saque la máquina de pulir, falta le hace. No dudamos de la mejora, el jolgorio desaparecerá y su categoría volverá a relucir. Así lo deseamos.









Autores de este artículo

Barracuda

Víctor Parreño
Me levanto, bebo café, trabajo haciendo fotos (en eventos corporativos, de producto... depende del día), me echo una siesta, trabajo haciendo fotos (en conciertos, en festivales... depende de la noche), duermo. Repeat. Me gustan los loops.