La primera de las dos citas de ML Buch en El Pumarejo consistió en un doble programa con St. Frances, diseñado con toda la lógica, ya que, en ambos casos, la propuesta ofrece música llena de emoción, aunque cubierta por capas de electrónica que intentan contrarrestar la calidez original de las canciones.
La noche se inició con St. Frances, proyecto personal de Frances Ribes, que se presentó en directo en formato de trío, con guitarrista y teclista adornando las bases rítmicas que lanzaba desde su portátil, mientras musitaba letras sobre sentimientos y relaciones.
Sonaron los temas que conforman su primer disco There’s Room For Everything (Snap Clap Club, 2024), como Remain(s) y Do You Know My Name. Frances define su música como grunge-pop, pero es pop electrónico, con melodías llenas de emoción, acentuadas por una bella voz, que tanto susurra como grita. Se añade a estos activos su presencia escénica, que se enfrentó al público como quien se lanza a una piscina. Por ello, no es de extrañar que la presentación se granjeara el aplauso de los asistentes que llenaban la sala de L’Hospitalet, que la despidieron con una fuerte ovación y con ganas de más.
Tras la entrega de St. Frances, la propuesta de ML Buch es mucho más contenida, pero no exenta de emoción tras sus capas de electrónica. Pertrechada con unos pantalones que dibujaban los huesos de las piernas mediante lentejuelas, la creadora dejó clara su obsesión por el cuerpo humano, que se transmite también en sus letras, que unen tecnología y organicismo.
Lo mismo se puede decir de su música, que hermana ambientes electrónicos con áridas guitarras de siete cuerdas en afinación abierta, en una propuesta musical que podría ser la perfecta banda sonora para una película de David Cronenberg, ingrávida, sugerente e inquietante. Era como volver a Crash e imaginar musicalmente las enfermizas simbiosis entre organismos y máquinas mediante accidentes que proponía la perversa imaginación del visionario J. G. Ballard.
Si en su primer disco, Skinned (Anynes, 2020), la electrónica era la base de la propuesta, Suntub (15 love, 2023), eleva la guitarra a primer instrumento, incluso en su portada, con el mástil tapando la cara de la artista, como si se hiciera efectiva la fusión entre ella y su instrumento.
En su plasmación en directo también quedó en evidencia la apuesta por la guitarra como su primer generador de sonido, aunque procesada con diferentes efectos y con sorprendentes secuencias de acordes que podían rememorar las extrañas sonoridades de Andy Summers en The Police.
A pesar de un problema momentáneo que congeló su ordenador en medio de una canción y que provocó que tuviera que reiniciar el equipo, como si éste también quisiera mostrar su humanidad, la presencia hierática de ML Buch (sólo en dos ocasiones dejó su arsenal de instrumentos para acercarse a la primera fila del público), y su voz calmada, junto al extrañamiento y la contención de su propuesta, indujeron una sensación de hipnosis colectiva que sólo las creaciones originales provocan.
Autor de este artículo
Òscar García
Hablo con imágenes y textos. Sigo sorprendiéndome ante propuestas musicales novedosas y aplaudo a quien tiene la valentía de llevarlas a cabo. La música es mucho más que un recurso para tapar el silencio.