Relaciones internacionales, tendencias en tecnología, igualdad, medioambiente… hay temas que se repiten año a año en el BIME –el que quizá sea el congreso de profesionales del sector musical más importante a nivel nacional–, y hay otros debates que surgen con el sino de los tiempos. Después de una edición 2020 fría y distante, volvimos todos a Bilbao con una ilusión renovada. Incluso muchos ya mirando hacia lo que nos sigue: una próxima edición en Bogotá que confirma las cada vez más estrechas relaciones entre la península y el continente americano. Repasamos las tres claves de la industria musical presentes en todas las conversaciones y debates.
1. El Covid aprieta pero ya no ahoga
Quizá fuera la emoción por viajar y reencontrarse con viejos conocidos, o que de tanto hastío no cabe ni una queja más. El caso es que quien más quien menos se mostraba optimista de cara al futuro. “2022 será un boom”, “habrá tanto contenido que las salas que aguantaron nos las vamos a tener que rifar”, “ahora solo queda que el público responda, pero creo que sí, hay ganas”… estas y otras afirmaciones se escuchaban por los pasillos del palacio Euskalduna, la nueva y laberíntica sede del BIME Pro, entre reunión y reunión. Las agendas frenéticas eran buena señal: se empieza a ver una ligera luz al final del precario y larguísimo túnel en el que nos sumió la pandemia. En general, los asistentes se mostraron impacientes por que vuelvan las grandes giras, pero también preocupados por el futuro de los emergentes. Si ya costaba antes y era una apuesta por parte de promotores y salas, muchas veces a fondo perdido, ahora ya en muchas ocasiones es completamente inasumible. Pero el muro de las lamentaciones no está en Bilbao: rápidamente salieron a la palestra circuitos como Girando Por Salas a nivel estatal o Curtcircuit en Catalunya que permiten cubrir los gastos y que los nuevos talentos puedan girar en unas condiciones mínimas.
2. ¿Lloramos o innovamos? Los nuevos formatos
Hace unos días la arquitecta y creadora de contenido Ter publicaba un vídeo llamado ‘En defensa del clickbait’, donde explicaba básicamente que a veces gracias al clickbait tú podías consumir un contenido que te interesaba y que de otra manera no hubieras llegado ahí. Pues un poco clickbait eran los títulos de algunas charlas sobre periodismo, nuevas formas de comunicar, medios de comunicación, tendencias de marketing, etc. Algunas no cumplían del todo su promesa inicial pero otras sí. Era el caso de ‘Periodismo musical: ¿Lloramos o innovamos?’, que contaba con la presencia de tres periodistas procedentes de Latinoamérica y conducidos por Bruno Galindo . En vez de una retahíla sin fin de quejas y reproches, se dedicaron a explicar que veían el futuro del periodismo en los nuevos formatos (contar las historias de diferente manera) y canales (y desde otros lugares). Nos animaron a perderle el miedo a plataformas como Twitch y a dejar de escondernos detrás de una firma: en definitiva, a comunicar dando la cara, igual que hacen los youtubers.
3. Lo que quieren son sonidos urbanos
No todo fue trabajar. Por las noches se sucedían numerosos showcases, presentaciones y debuts con entrada gratuita a los asistentes del congreso y público deseoso de descubrimientos. Mucho talento catalán (el indie rock de Marta Knight, el nostre estimat Ferran Palau, etc), también argentino (potente show el de Femigangsta, ochenteros los Valdes, etc) y personas como Sés (decía: “soy mujer y gallega, no tengo la culpa; simplemente tuve suerte) que además de cantar, saben contar historias y hacernos reflexionar. Pero los jóvenes quieren sonidos urbanos. Y eso se les dio. Trueno, Natos y Waor, Maikel Delacalle, entre otros, y la joya de la corona, la reina, la real bitch Bad Gyal. El recinto del BIME Live no estaba a rebosar pero se hizo notar. No le quedó un hit en el tintero, ni siquiera el Pai que la dio a conocer hace cinco años. Lo que ha crecido esta muchacha como artista es impresionante. Quienes fuimos testigos de sus primeros conciertos, que fueron horrorosos se mire como se mire, alucinamos con todo este despliegue de bailarinas, artefactos varios y sobre todo con su adquirido dominio del escenario.
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