Cuando un grupo suena perfectamente engrasado, cuando sus integrantes dejan de lado veleidades egocéntricas para sumar para el bien común, se nota. Y, si, además, tienen la música tan interiorizada que la exudan, es igual que sean de Boston o de Texas. Pueden hacer honky tonk, country, versionar a Hank Williams, a Bruce Springsteen y a quien quieran.
Sólo había que atender a los interludios de presentación de Ward Hayden para darse cuenta de la pasión con la que se refería a las creaciones y a la figura de Hank Williams. Sólo era necesario escuchar cómo sonaba el grupo para evidenciar cómo insuflaban nueva vida a unas composiciones casi perfectas en su simplicidad. La voz de Hayden se acoplaba perfectamente a los cánones del género, con ese canto yodel de perfecta ejecución, por el que cambiaba de voz de pecho a falsete. Nos imaginábamos ver explotar las cabezas de los marcianos de Mars Attacks! ante sus conseguidas inflexiones vocales.
Mención especial para los músicos que le acompañan en su aventura. Cody Nilsen, a la Telecaster y a la steel guitar; Greg Hall, al bajo con exhibiciones coreográficas incluidas, y Josh Kiggans a la batería, ofreciendo contundencia y precisión.
Sonaron los temas de Hank Williams que integran la reciente grabación en directo A Celebration of Hank Williams Live y fue especialmente emotiva la interpretación de la última canción que grabó Williams, You Never Get Out Of This Word Alive, de título premonitorio, poco antes de que falleciera, a los 29 años, de un ataque al corazón en el asiento trasero de un automóvil, tras años de abusos de alcohol y pastillas.
El legado de Williams no sólo es parte fundamental del canon del country, sino que ha inspirado a infinidad de músicos, trascendiendo de su country original al rock. Por ello, es de agradecer la labor de Ward Hayden y los suyos para revivir canciones que brillan como el primer día y ofrecernos temas en los que se puede apreciar el ADN de mucha de la música que vendría a continuación.
La segunda parte del concierto se centró en el repertorio propio del grupo, todo él conformado por canciones compuestas por Ward Hayden, con especial atención a su último disco, South Shore, un energético compendio de rock con raíces, más contemporáneo que la música de la primera mitad del espectáculo, pero también de un alto nivel, tanto compositivo como de ejecución.
Cuando finalizó el concierto y me encaminé a la mesa de merchandising para hacerme con alguno de los discos, presencié la desesperación del tour manager tras haber perdido (o quizás algo peor) el datáfono con el que cobraba. No hay mejor ejemplo de lo que es la vida en la carretera, concierto tras concierto (la gira española de Ward Hayden & The Outliers tiene 12 fechas, en la mejor tradición de estajanovismo musical). A pesar de que a veces se asemeje a una partida contra el destino para ver qué se consigue conservar por el camino, es evidente que, durante las dos horas de la actuación, los cuatro grandes músicos que se subieron al escenario de la Razz 3 fueron felices y nos hicieron serlo. Con eso me quedo.
Autor de este artículo