Todos conocemos esa sensación de levantarnos la mañana siguiente a una larga noche y pensar: “vaya pedazo de fiesta la de ayer…”. Cuando con solo recordar ese momento de alegría y libertad único se nos dibuja una sonrisa en la cara. Un recuerdo imborrable como el que dejó Xoel López a los seguidores que llenaron la Apolo la noche del viernes, que fueron parte de una celebración de un nivel al alcance de no todos los anfitriones.
Ya de primeras se intuía que iba a ser una gran noche. Y es que si para empezar pones sobre la mesa dos de los mejores temas de Sueños y Pan (Altafonte, 2017), te metes al público en el bolsillo. Nada menos que Madrid y la maravillosa Lodo. Como si de los Ramones se tratara, sin la mínima pausa, puso a todo el mundo a moverse con Yo solo quería que me llevaras a bailar y Frutos, para, seguidamente, anunciarnos el fin de la primera trilogía de su etapa post-Deluxe (su pseudónimo durante cerca de una década) y pasear Por el viejo barrio, de los inicios de la misma.
Las canciones de un artista pueden ser buenas y funcionar en directo, pero para crear esa magia que flota en la sala se necesita un plus no tan fácil de conseguir. Xoel López tiene en su incombustible y talentoso elenco de músicos su mejor arma, y lo sabe. No paran. Si no hacen coros estarán bailando o con las percusiones, generando una energía que une escenario y pista. Consciente de ello, no duda en darles el papel protagonista y se queda a solas con Alicia ‘Alice Wonder’. En el público se mandan callar los unos a los otros para escucharlos interpretar Bajo la piel, de su trabajo en solitario. La voz de Alice y los intensos versos (“mientras me desplomo sobre pólvora a punto de encender”) retumban poderosos en las paredes de la sala para recibir como respuesta una merecida ovación.
Llegan A serea e o mariñeiro y Balas. Misiles directos que desatan la euforia. Con el frontman desataviado de instrumentos y dando saltos por el escenario, el ambiente parece de fin de fiesta, pero no llevamos ni medio concierto. Increíble. Se corea “Xoel… Xoel, Xoel, Xoel…” y esto no tiene vuelta atrás. Antes de afinar las guitarras, nos dan una pequeña tregua para atreverse a versionar a Mecano “como Juan Luis Guerra, pero gallego” y presentar en directo la recién estrenada Alma de oro, de su próximo álbum. Tras estas estalla la bomba más rockera de Deluxe: Que no.
Quizá la canción que mejor puede resumir el concierto sea la que abre Sueños y Pan: Jaguar. Esa juerga en la que “un instante es una galaxia” y podemos “sentir y ser todas las cosas”. Tal cual. Todos éramos las manos de Charlie Bautista jugando con los teclados subido encima de su asiento, y cuando Adrián Seijas golpeaba los timbales casi era como si lo hiciésemos nosotros mismos. Pequeño jaguar de la noche.
Aproximándose el final, llega El amor valiente, cantada a turnos entre toda la banda. Unos versos de «I want to break free» preceden a la muy esperada Todo lo que merezcas, que animan definitivamente a Xoel a lucirse con su guitarra. Llegados al bis y como colofón a la gira,
Antonio, road manager de López, es invitado a cantar con él Caracoles, y aunque la letra se le vaya un poco, no importa si es excusa para celebrar entre amigos.
El fin de una etapa, pero el principio de algo nuevo a la vez. Xoel López triunfó sin contemplaciones en Barcelona y seguro sus seguidores ya esperan con ansia el nuevo material. “No vale no bailar” fue la condición que puso para acabar con De piedras y arena mojada, y el público, como durante toda la noche, cumplió su parte. Una fiesta como pocas.










Autores de este artículo

Mikel Agirre

Aitor Rodero
Antes era actor, me subía a un escenario, actuaba y, de vez en cuando, me hacían fotos. Un día decidí bajarme, coger una cámara, girar 180º y convertirme en la persona que fotografiaba a los que estaban encima del escenario.