Mientras escucho al día siguiente sus canciones en modo aleatorio como preparación para este texto, me doy cuenta de que hay algo que no encaja entre los Nation of Language vividos la noche anterior y los Nation of Language escuchados ahora, en mi habitación, con los auriculares puestos.
En la intimidad, las canciones del trío de Brookyln, formado por Richard Devaney (voz, guitarra), Michael Sue-Pio (bajo) y Aidan Noell (teclados) tienen algo de timidez, de emoción contenida; son, por lo general, de contenido minimalista, basando su instrumentación en poco más que arpegiadores, cajas de ritmo y líneas de bajo. Es, en pocas palabras, un grupo de bailar llorando, al estilo de New Order (los pioneros de esta técnica) con el toque conmovedor de algo más actual, como The National.
En directo, en cambio, es todo más expansivo, más emotivo, eufórico, más de bailar con una lágrima, si acaso, de alegría en la cara. La parca instrumentación llena todos los rincones de la sala, las notas del bajo te calan hasta dentro. Es grandioso, es importante, es música que reclama la atención para sí.
Solo sentimiento
Quienes no reclamaron anoche atención para sí fueron, precisamente, los integrantes del grupo, limitados a una filosofía de “shut up and play the hits” casi refrescante, pausando nada más que un par de veces entre bloques de canciones para intercambiar un par de frases de cortesía hacia el público. Hasta el inevitable paripé del bis fue reducido a su mínima expresión, apenas 30 segundos de vacío entre el “final” del concierto y el volver al escenario a tocar el final propiamente dicho.
El repertorio consistió en una mezcla casi mitad por mitad de sus dos discos hasta la fecha, Introduction, Presence (2020) y A Way Forward (2021), un set conciso, de apenas una hora de duración, pero plenamente satisfactorio.
Los nuevos “nuevos románticos”
Gran parte de este ‘upgrade’ entre la escucha en disco y en directo surge de la convicción que imprime Devaney en cada una de sus canciones. Como cantante, su barítono invoca a Orchestral Manouvres in the Dark (principal inspiración de Devaney a la hora de crear la banda); sus maneras, es decir, la forma de interpretar sus temas, a los ‘New Romantics’ de la época de los 80. Por recordar, incluso recuerda en el dominio del escenario al magnetismo de Samuel T. Herring, icónico ‘frontman’ de Future Islands, aunque ni de lejos tan desbocado.
El trío final del bis, compuesto por Automobile, The Wall and I y Across That Fine Line fue finalmente la catarsis compartida por banda y público, dando cierre a la noche. Y ahora, reducidos de nuevo a los auriculares, Nation of Language se quedan pequeños en comparación. No pasa nada, todavía los puedo bailar con una lágrima en mi habitación.
Autores de este artículo
Miguel Lomana
Montse Melero
Hacer fotos es la única cosa que me permite estar atenta durante más de diez minutos seguidos. Busco emoción, luces, color, reflejos, sombras, a ti en primera fila... soy como un gato negro, te costará distinguirme y también doy un poco menos de mala suerte.