Pocos recintos de conciertos en Argentina tienen más solera que Luna Park. Vendría a ser algo así como el Madison Square Garden porteño. Inaugurado en 1931 en pleno centro de Buenos Aires, ha acogido todo tipo de eventos deportivos, musicales, políticos o incluso sociales, como el velatorio de todo un mito como Carlos Gardel o la fiesta de boda de Diego Armando Maradona. Hace escasamente un mes, Él Mató a un Policía Motorizado se estrenó en este prestigioso espacio en dos noches en las que presentaron su nuevo álbum Súper Terror (Primavera Labels, 2023). Una doble velada que tuvo mucho de simbólico para la formación originaria de La Plata, en la que fue, sin duda, la mejor manera de celebrar el viente aniversario de una banda que ha ido creciendo gradualmente hasta consolidarse como una de las referencias de la nueva oleada del rock argentino. Aprovechando esta inercia, este domingo, los platenses abrasaron una abarrotada y, sobre todo, entregada sala Razzmatazz, que acabó convertida en una versión a escala reducida y mediterránea del mítico Luna Park.
No hace falta haber pisado Argentina para saber que su público es especial. Si el barcelonés acude mayoritariamente a un concierto con la intención de presenciar un espectáculo que satisfaga sus expectativas, el argentino lo hace de una manera activa, como si se tratara de una liturgia en la que juega un papel importante. Saltos, gritos, braceos, pogos… Todo vale para celebrar la conexión entre artista y espectador. Quizás por este motivo solo hizo falta que Santiago Motorizado tocara la primera nota de El Nuevo Magnetismo con su bajo para que toda la platea se convirtiera en un karaoke gigante. “Dame algo esta noche, esta noche es especial”, avisaba el vocalista en La noche eterna para deleite de los presentes. La excitación era compartida, como demostraban los saltos desaforados del guitarrista Manuel Sánchez Viamonte. Sin embargo, estos contrastaban con la actitud calmada de Motorizado, que ejercía de maestro de ceremonias.
A lo largo de sus dos décadas de trayectoria musical, Él Mató a un Policía Motorizado ha ido evolucionando de su sonido post-punk más crudo de los inicios, que dejó himnos tan celebrados como Chica de oro o Yoni B; a un pop de arreglos refinados con tintes de noise, que tuvo en su anterior álbum de estudio La Síntesis O’konor (Limbo Starr, 2017) su advenimiento y en el reciente Súper Terror, su continuación de aires ochenteros. La formación encuentra la comodidad en sus directos combinando este doble registro. Acelera con temas como la poderosa Mujeres bellas y fuertes y frena con otros cortes más delicados, como la luminosa Medalla de oro o la delicada El Tesoro. Todo cimentado con una pesada sección rítmica formada por el bajo y las percusiones, complementado con la distorsión de las guitarras y sintetizadores, y culminado con la agónica voz de Santiago Ariel Barrionuevo –rebautizado como Motorizado cuando se enfila al escenario– que flirtea por romperse en muchos momentos, pero aguanta todo lo que le echen y más. Sirva como ejemplo el final de El Mundo Extraño, que el respetable repitió hasta la saciedad al más puro estilo estadio de fútbol, cuando los músicos ya habían acabado su interpretación.
El colmillo que los platenses muestran sobre el escenario, también lo imprimen en sus letras, a menudo reflexionando sobre el carácter efímero de lo humano, la nostalgia de amores pasados y la búsqueda de la redención. Todo ello sin edulcorantes, como en la descarnada balada El Universo, que sirvió para inaugurar los bises. La siguieron la frenética Moderato y la afilada Ahora Imagino Cosas. El fin de fiesta corrió a cargo de los clásicos Chica de Oro y Mi Próximo Movimiento, que volvieron a conectar a la banda y su audiencia con el espíritu más punk, desatando la euforia colectiva. Tras encenderse las luces, las caras entre el público eran de agotamiento, seguramente tanto físico, como emocional. Pero la gran mayoría coincidían en dibujar una gran sonrisa de felicidad. La felicidad de sentirse como en casa al otro lado del océano. La felicidad de sentirse en un mini-Luna Park.
Autores de este artículo
Pere Millan Roca
Sergi Moro
Desde que era un crío recuerdo tener una cámara siempre cerca. Hace unos años lo compagino con la música y no puedo evitar fotografiar todo lo que se mueve encima de un escenario. Así que allí me encontraréis, en las primeras filas.