Nunca la había escuchado, pero aquel cartel anunciando una inmediata actuación, tuvo algo de revelador. Sabía que detrás de aquella mirada existía talento, y acerté. Intuición o chiripa, lo cierto es que después de asistir a ese concierto, quedé prendado, maravillado por su energía, su pericia instrumental, su música libre e imaginativa. La conocí tarde, pero en plena madurez artística, un inmenso regalo.
Giulia Valle, nació en Sanremo, aunque ha residido desde muy joven en Barcelona. La “cataliana”, cómo le gusta autodenominarse, es un ser de otra dimensión. Su trayectoria siempre ha estado muy ligada a los Estados Unidos, porque a un país donde todavía se aplauden las virtudes de los pandereteros, ni le hables de jazz (y menos contemporáneo), ni intentes explicarle que una mujer toca el contrabajo. Haber conseguido grabar siete discos hasta la fecha, es obra de un titán, una proeza. Nadie le ha regalado nada, todo se lo ha ganado peleando contra viento, marea y desconocimiento. Mujer aguerrida, de encomiable tesón, una fuera de serie. “Si alguien está interesado en artistas como Chris Potter o Dave Holland, debería conocer la música de Giulia Valle”. Esta frase salió publicada en All about jazz, prestigiosa publicación que no halaga a quien no se lo merece.
Después de las andanzas con Marco Mezquida y David Xirgu, cristalizadas en Live in San Francisco (Discmedi, 2016), Valle ha puesto en marcha un Ensemble de siete músicos, recalando en el Jamboree Jazz el pasado siete de abril. En la legendaria cava, se encuentra feliz, allí grabó Live (Fresh Sound New Talent, 2012) además de actuar asiduamente. Buena culpa del gran resultado obtenido y de la seguridad que demuestra cuando toca allí, tiene nombre y apellidos: Alex Seoane Monsoliu, técnico de sonido excepcional, a quien ya es hora de que alguien lo eleve a los altares, nada sería igual sin él. Un profesional que engrandece a su gremio.
La suavidad inicial introduce a los cuatro metales, que cual banda de música procesional nos llevarán a un delirio catártico singularmente melódico, desembocando en un final pianístico de tono cubano. Hablamos de Tiempos que vuelan, primera pieza del concierto y resumen de la visión musical residente en el privilegiado cerebro de nuestra artista. A Giulia Valle le cuesta reunir a sus seis acompañantes, pero cuando lo consigue el éxito está asegurado. El piano de Roger Mas se acopla con la trompeta del inconmensurable David Pastor para introducir hipnóticamente el tema Aurora. Nuevamente los instrumentos se irán juntando hasta llegar a la unificación perfecta, una descarga feroz que hubiera firmado el mismísimo Gil Evans.
Giulia Valle muestra sus habilidades con el bajo en cuentagotas, su labor es la de creadora, pero cuando lo hace reluce su pericia deudora de Charles Mingus o Jaco Pastorius, referencias vitales. Una band leader envuelta en la capa del anti-protagonismo, su mente vuela transmitiendo pasión, irradia energía sin parecerlo. Los músicos se empapan de ella, sus sonrisas les delatan.
Antes de terminar en tono funk con Clave total, la bajista habrá mostrado su lado más destroyer en Trance. Bajo eléctrico entre las manos, aflora aquel espíritu punk que no puede ocultar. Lo imposible se realiza, la amalgama de estilos cuadra, el riesgo ha valido la pena.
La experiencia de escucharla en directo es inigualable, pero los que no pudieron asistir tendrán un leve consuelo. Con la colaboración del prestigioso productor Jorge Pérez, Valle está preparando un disco en directo que recogerá parte de sus dos pases en el Jamboree añadiendo temas de otras actuaciones con el Ensemble. Conseguirá nuevamente ‘el acto radiante de grabar un disco’, venderlo es otra cosa muy distinta por desgracia. Si todavía existen melómanos no deberían dejarlo escapar, posiblemente se editará en vinilo, esperaremos impacientes.
Cuando escucho hablar de música avanzada, programada por ciertos eventos, suena una estentórea carcajada. Música vanguardista es la ejecutada por Giulia Valle, Marco Mezquida, Raynald Colom y otros valores muy nuestros infravalorados. No se dejen tomar por tontos, nosotros los ignoramos y en las afueras les reverencian. Si Ray Brown o Cecil Taylor vivieran, les gustaría tocar con ellos, no me cabe la menor duda.
Autores de este artículo
Barracuda
Oliver Adell
Me gusta viajar, la buena compañía y, sobre todo, la música; en especial el jazz. Fotógrafo de eventos, conciertos, bodas y lo que surja. Me gusta fotografiar no solo el instante sino la emoción de lo que hay detrás.