Si escuchamos, atentamente, Where’s my Utopia? (ZEN F.C., Island Records, 2024) y lo comparamos con el alabado The Overload (2022), es evidente que, aunque el acabado resulte más suntuoso (obra y gracia de Remi Kabaka Jr., baterista y forjador de la especial sonoridad de Gorillaz), sus canciones tienen, en general, menos fuste que las del disco de debut. La decisión de cambiar de estructura, parece más encaminada a priorizar el envoltorio que la profundidad del contenido, lujo (discutible) que nace a raíz del aumentado presupuesto que han obtenido después del éxito cosechado gracias a su primera obra. En cualquier caso, no creíamos que al afrontar el directo (los arreglos de cuerda y demás artefactos, utilizados en el estudio, acostumbran a desaparecer) su espíritu original fuera a variar en demasía. Lo íbamos a identificar ipso facto.
Detrás del título de esta crónica no existe ningún atisbo de crítica, ojalá muchos siguieran el ejemplo del genio de Dumbarton (Escocia) y, además, le añadieran una explosión purificadora, dónde coexistieran el post-punk, la psicodelia, el pop recio (coristas a lo Motown) e, incluso, la distorsión con saxo (Fizzy Fiswh, Witness) o toques de free jazz. Preveíamos que los dos discos editados iban a encontrar una cadencia solidaria. Lo que no estaba en el escrito inicial (al menos para nosotros) es que esa mixtura se convertiría en una detonación monumental que no explotó (cual olla a presión a máxima temperatura) por pura casualidad. No es de extrañar que el movedizo y singular frontman del combo, James Smith, definiera el concierto como una “fucking experience”, expresión que firmaríamos todos los presentes en la sala.
No sabemos por dónde irán o si existirán nuevos cambios estilísticos en estos Yard Act, que ya han decidido que, tras el bombazo, esta va ser su fórmula alimenticia. Lo que quedó claro en La (2) Apolo es que, prescindiendo de posibles permutaciones sonoras, sus capacidades (si consiguen quitarse yugos de encima) son enormes y tenemos banda consistente para muchos años.
El “set” siguió la línea del álbum presentado en esta gira que, según vimos al pie de la mesa de mezclas, titulan igual que su postrera grabación. An Illusion (canción representativa del dominio del rap y la habitual harmonía inglesa del incansable Smith), fue el desencadenante de una actuación primorosa, sorprendente (lo hemos comentado) para alguien que lleva tan poco tiempo en el negocio.
Dead horse y la estimable When the laughter stops (Talking Heads en órbita), conjunción de los trabajos publicados, dieron paso a otra unión formada por Petroleum y Land of the blind, otra muestra de que sus primeros pasos desean conjugarse con los últimos sin arañarse
La atonal, y anteriormente mencionada, Fizzy fish, combatió con la energía de Down by the stream (heredera de los legendarios The Time de Morris Day), el buen juego de Dream job o el exuberante flow de A vineyard for the Norht, clausura oficial.
Un pequeño esbozo de 100% Endurance (tema que compartieron con Elton John) y el single de 2023, The trench coat museum, en el que les acompañó el telonero Murkage Dave (agradable preámbulo) cerraron una noche enérgica que entusiasmó a todos.
Poco se les puede reprochar a los de Leeds, no obstante, pese a sus loables pretensiones de aunar el pop con el rap, todavía les falta ese plus que los distinga de los referentes citados anteriormente. No será dificultoso, hay buenos mimbres y Smith es una culebra que pica y hace daño del bueno. El señor Byrne es el mejor profesor que pueda existir.
Si el futuro se asemeja a lo ofrecido por estos muchachos, me pido dos porciones.
Autores de este artículo
Barracuda
Sergi Moro
Desde que era un crío recuerdo tener una cámara siempre cerca. Hace unos años lo compagino con la música y no puedo evitar fotografiar todo lo que se mueve encima de un escenario. Así que allí me encontraréis, en las primeras filas.