‘Ay Haití’: Por qué la canción solidaria que fue número 1 no sirvió de nada

‘Ay Haití’ fue una canción solidaria para ayudar a las víctimas del terremoto de Haití de 2010. Llegó a ser número 1 y sus conciertos benéficos fueron multitudinarios. Pese a todo, diez años después de la tragedia todo sigue igual o peor.
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Tal vez Ay Haití sea el equivalente iberoamericano de We are the world, canción benéfica liderada por Michael Jackson y Bruce Springsteen cuyas ganancias se destinaron a acabar con las hambrunas de Etiopía a mediados de los años 80. Ay Haití, liderada por Alejandro Sanz y Shakira —con la participación, entre otros artistas españoles y latinos de Anni B. Sweet, Estopa, Marta Sánchez, La Oreja de Van Gogh, Zahara, Carlos Jean, Enrique Iglesias, Juanes o Miguel Bosé— también perseguía un objetivo humanitario: volver a construir el país caribeño después del terrible terremoto ocurrido en 2010. Al tema se le sumaba la versión en español de, precisamente, We are the world, en la que participaron decenas de artistas de España y Latinoamérica.

Ambas llegaron a ser número 1. Con sus ventas y con lo recaudado de los conciertos solidarios que se realizaron —como Un canto de esperanza por Haití, que reunió a más de 40.000 personas— se destinó una buena suma que gestionó la ONG Intermón Oxfam —entre todas las acciones, musicales y extramusicales, se llegaron a recaudar unos 9.000 millones de dólares—.

Pese a todos los esfuerzos, Haití está igual o incluso peor que antes, tal y como se puede apreciar en esta galería de El País. ¿Por qué? Nieves Concostrina, en su sección Acontece que no es poco dentro del programa La ventana, con Carles Francino, de la Cadena SER, explicaba hace unos días por qué Haití, uno de los países más pobres del globo sigue sumido en la miseria después de la catástrofe en la que fallecieron 316.000 personas, con otras 350.000 heridas, y con más de 1,5 millones de ciudadanos que se quedaron sin hogar. “No levanta cabeza porque hace dos siglos que el primer mundo no se lo permite”, anunciaba la periodista.

Haití no levanta cabeza porque hace dos siglos que el primer mundo no se lo permite

Para contar esta historia tenemos que remontarnos 200 años atrás. Decía Concostrina que “si conocemos esta historia lo mismo dejamos de preguntarnos en cada aniversario por qué Haití no sale ni saldrá nunca de ese agujero en el que los metimos nosotros, el hombre blanco”. Con firmeza añadía que “con dinero y con ayuda humanitaria no se arregla lo que hemos contribuido a destruir en dos siglos”. Por eso Ay Haití, pese a su éxito y su bello mensaje, cayó en saco roto. Vamos con la historia, intentaré ser breve.

Haití: Una historia de esclavitud, robos y revoluciones

 

Haití era una colonia francesa. 1789, recordemos, fue el año de la Revolución Francesa. Precioso aquello de que todos los hombres nacían y permanecían iguales y libres. Todos los hombres blancos, claro. Porque por aquellas había en Haití 450.000 esclavos, la mayoría venidos de África, para servir a 70.000 hombres libres, que hicieron su propia revolución. Y la ganaron: se convirtieron en el primer país en abolir la esclavitud. Y de paso se independizaron de Francia.

Les salió cara la libertad: en el siglo XIX Francia, Portugal, España y Estados Unidos aíslan, embargan y ahogan económicamente a Haití; y luego, Francia, con el apoyo de todas las potencias, les impone una indemnización —el equivalente actual sería 16.000 millones de euros— por haber abolido la esclavitud —demencial, pero cierto—, por lo que los antiguos esclavos estuvieron pagándole a los esclavizadores salvajadas de dinero (el 70% de su PIB se iba en esto) durante décadas.

Ya en el siglo XX Estados Unidos hace de las suyas: invasión y esclavitud extraoficial, y años mareando la perdiz financiando golpes de Estado, entre otras fechorías. “Y una crueldad más, a ver cómo se puede explicar esto… Durante la ocupación yanqui, Estados Unidos se prestaron cuarenta millones de dólares a sí mismos, a sus propias autoridades que estaban mangoneando el país, préstamo que estuvieron devolviendo durante años los haitianos, incluso cuando los yanquis ya se habían ido”, explica Nieves Concostrina. Dos siglos de “el mundo blanco contra Haití”, así lo resumía la periodista.

Y ahora… ¿Qué?

 

Pues de esos lodos… Así surgieron las dictaduras, las masacres, las elecciones amañadas, la corrupción, etc. Estados Unidos reforzó tanto al ejército haitiano que propició una dictadura sanguinaria que “dejó al país aterrorizado y dividido. Pobreza, desigualdad… Todo mal”, explicaban en el programa de radio. Y cuando por fin tuvieron un presidente constitucional, que de hecho le exigía a Francia devolver todo ese dinero robado —16.000 millones de euros, que no se nos olvide— Bush se lo carga “porque no sacaba a Haití de la crisis económica”. Hay que joderse. “¿Doscientos años ahogados en la porquería y ahora quieres que en dos telediarios un presidente arregle lo que tú has contribuido a hundir?”, ironiza la experta en historia.

Más cagadas: Tal y como explica ctxt, “la ONU designó a Bill Clinton presidente de la Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití, y el exmandatario centró sus esfuerzos en la ‘Haiti Open for Business’, una iniciativa para atraer inversión extranjera que contaba con el apoyo de personalidades como José María Aznar. Su mayor hito fue la construcción de un hotel de la cadena estadounidense Marriott, un alojamiento de lujo en las afueras de una capital donde la gente se mataba por un trozo de pan”. 

Para rematarlo, a la desastrosa situación económica se le une la mala gestión de sus recursos. Hay un 98% de deforestación (que, por supuesto, comenzaron y luego alimentaron los europeos), lo que provoca un desbarajuste climático tal que así ocurren constantemente inundaciones y otros desastres naturales. “Están condenados”, se lamenta la periodista.

Esta rocambolesca historia acaba así, en palabras de Concostrina: “En 2010 llegó el terremoto, y luego siete huracanes, y el hipócrita primer mundo se vuelca a ayudar a un país que llevamos ahogando doscientos años. Entre todos lo mataron y él solito se murió, podríamos decir. Al menos dejemos de ser tan cínicos y de preguntarnos por qué Haití no levanta cabeza”.

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