Un cansado pero brillante Rycardo Moreno, culminó, en el Auditori Sant Martí, el 25 aniversario del festival barcelonés Ciutat Flamenco. Moreno ha sido uno de los participantes más asiduos de este certamen, colaboró con Jorge Pardo y Arcángel y le encomendaron la hermosa tarea de clausurarlo con un homenaje a Eduardo Galeano y su obra literaria El libro de los abrazos. Merecido reconocimiento.
Días antes del inicio, me llegaron voces críticas sobre el cartel presentado. Por desgracia, ni Bernarda de Utrera ni Enrique Morente volverán, ya no están entre nosotros y son figuras irrepetibles. Es aconsejable, pues, centrarse en el presente para observar como innovan las nuevas generaciones con la vista puesta hacia un pasado al que es imposible renunciar. En este sentido la propuesta de este año ha sido modélica. Qualsevol Nit, presenció en primera línea sus momentos más destacados, dispongámonos a desgranarlos.
A las verjas de la cárcel no me vengas a llorar, ya que no me quitas las penas. No me las vengas a dar.
Aurora, son hijos directos del Taller de Músics. De sus enseñanzas han heredado el amor por el jazz, aunque en su interior reside un profundo espíritu flamenco (genuinamente representado por el bailaor José Manuel Álvarez). Prescinden de la guitarra apostando por el protagonismo de su base rítmica y el buen hacer del teclista Max Villavecchia. La amalgama está servida, los versos de Dante, Lorca o populares acabarán definiendo el estilo. En ese apartado la voz de Pere Martínez, resulta determinante. Martínez no tiene un gran poderío vocal (a menudo oscurecido por excesos del baterista), su gran mérito es suplirlo con elegancia y profundidad. Estuvo fantástico entonando versos de Dante en latín o cantando a Lorca con estremecimiento. Quizá abusaron del amor profesado al dios Morente, un pecado inevitable. La presentación de Aurora (Taller de Músics, 2017), encandiló a todos sus seguidores, siendo buen presagio de lo acontecido un día después en la misma Sala Apolo.
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Huelva no era una plaza muy reconocida en el mundo flamenco, pero en los últimos años un hombre venido del cielo y un portento femenino la han situado en este planeta. Lo acontecido durante la actuación de Argentina, resulta muy difícil de explicar con palabras, posiblemente lo podríamos hacer con sollozos de emoción o trozos de corazón esparcidos en la platea, por escrito es imposible. Acabado el concierto pude conocer a un señor que había dejado el hospital por una noche para no perderse a la prodigiosa cantaora de Huelva. Su cara de felicidad, y aquellas lágrimas brotando de sus ojos eran tales que sobra cualquier inútil comentario. Vivir una pasión.
La vida del artista (Sony Music, 2017), es su última e indispensable grabación y en ella basó buena parte del recital a pesar de titularlo Los vientos que aquí me traen, un repaso de los cinco discos editados. A mi lado está sentado Pedro Barragán (presidente de El Dorado Sociedad Flamenca Barcelonesa). Retando al silencio, me susurra al oído: “Quizá utiliza demasiados palos, pero se mueve tan bien en cada uno de ellos…”. Se arranca por serranas y uno no puede aguantar el llanto, es sobrenatural, un impacto emocional que te sobrepasa. Borda unos tarantos con guitarra sola y provoca el frenesí con unas alegrías de Cádiz. Los Mellis la jalean; José Quevedo ‘Bolita’ y Jesús Guerrero la arropan con sus guitarras y ella, abanico en mano, destroza cualquier susceptibilidad. En las propinas se disfraza de Amalia Rodrigues para entonar primorosamente el fado Estranha forma de vida. El remate de María la portuguesa fue el arrebato final. Nadie la iba a superar posteriormente, a pesar de que una sevillana, el hombre venido del cielo y una milagrosa cordobesa anduvieron cerca. Noche de gloria.
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Silencio sepulcral en El Born CCM, hasta las moscas enmudecen. Aparece La Tana, seria, estoica, como si fuera a iniciar una celebración, entonando un martinete. Es el inicio de una liturgia que durará toda la sesión, un concierto no apto para los adeptos a las florituras y las coplillas baratas. El cante de la sevillana (ahora afincada en Barcelona), es duro, va pa’ dentro, no admite concesiones, corta las venas. La expresión mínima del flamenco, el menos es más; la raíz más profunda y antigua retorna sin perder el color. Únicamente sus tres acompañantes en las palmas y cajones, darán ligera tregua al espectáculo. En la conclusión lucirán sus habilidades para el baile, concesión de fin de fiesta ineludible. La Tana no bajará la inflexión de su fuerza vocal en ningún momento, sabe que es su fuerte, y tampoco va a influir en el protagonismo de Juan Gómez ‘Chicuelo’. El de Cornellá es uno de los mejores guitarristas de la actualidad, tal es su pericia que se atreve con cualquier tipo de experimentación. Con sus proyectos en solitario, desafiando reglas con Marco Mezquida o de acompañante, nunca falla. Limpieza de sonido, gusto, técnica, un prodigio. Se conjugó perfectamente con la cantaora consiguiendo un triunfo inapelable, por otra parte previsible. Gigantes.
El cante de la sevillana (ahora afincada en Barcelona), es duro, va pa' dentro, no admite concesiones, corta las venas. La expresión mínima del flamenco, el menos es más; la raíz más profunda y antigua retorna sin perder el color

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Djinn (Manantial de Músicas- Karonte, 2016), es la última vuelta de tuerca del saxofonista y flautista madrileño Jorge Pardo. Con esa dosis de metaflamenco se presentó en la Sala Apolo en medio de una gran expectación. Sus seguidores son incondicionales, la fama la tiene bien ganada. Pocos pueden presumir de, además de poseer una interesante discografía propia, haber colaborado con Tete Montoliu, Chick Corea, Camarón, Pat Metheny o Paco de Lucía, por citar sólo a cinco. Dudar de su categoría sería de memos. Sin embargo, nos atrevemos a opinar sobre cosas más coyunturales. A pesar de intentar modernizar con computadoras y efectos algo especiales, el discurso musical no parece haber envejecido bien. Los tics de aquel flamenco – jazz – progresivo siguen intactos, las nuevas técnicas no lo han revitalizado. El sonido no le acompañó, ni el fuelle soplador parece el de antaño. Carles Benavent apareció en el cierre para dar aire funk al espectáculo, no fue suficiente. El teclista Tony Romero fue el único superviviente de una velada discreta.
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
Enrique Morente no tiene ni tendrá sucesor, su genio será siempre irrepetible
Enrique Morente no tiene ni tendrá sucesor, su genio será siempre irrepetible. Con todo, las nuevas generaciones intentan tomar el relevo. Si tuviera que apostar por alguien, lo haría por Arcángel: le gusta el riesgo y apuesta claramente por la herencia musical del granadino. El onubense se ha rodeado de Las Nuevas Voces Búlgaras (dirigidas por Georgi Petkov), para continuar aquella nueva concepción flamenca inventada por el maestro hace unos dieciocho años. Grabó Al este del cante (Universal, 2018), y sobre él ha montado una ceremonia de aspecto casi religioso. Ciutat Flamenco tuvo la suerte de presentarlo por vez primera. La puesta en escena supera de largo al disco, pero en su estreno en Catalunya notó los inevitables desequilibrios. Francisco José Arcángel es un cantaor de raza, de voz aguda, algo irritante para algunos, aunque definitivamente poderosa y penetrante. Ideal para recrear monumentos como La aurora de Nueva York o La leyenda del tiempo. Las ocho voces búlgaras le escoltaron de manera ejemplar erigiéndose en lo mejor de la noche. Al este del cante debe dar la vuelta al mundo, con más rodaje acabará convirtiéndose en referencia. Rebosa belleza por todos los costados.
El Dorado SFB está desarrollando un ciclo titulado De lo popular a lo flamenco que pretende indagar en la época gloriosa de la música española durante la segunda mitad del siglo XIX. El Taller de Músics colaboró con la sociedad, sita en la Sala Sandaru, para ofrecer A modo de presentación, singular viaje al pasado protagonizado por el guitarrista José María Gallardo y la bailaora Ana Morales. Juntos brindaron una gala sobrecogedora donde se unió el preflamenco y la modernidad en inusual armonía. Gallardo es un fino estilista de gusto exquisito, Morales una bailaora para marcar época. Moviéndose como una serpiente sibilina escondida tras su precioso manto, dibujó estampas hermosísimas y hasta utilizó el abanico como elemento de percusión. Una pareja para volar muy alto.
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La colaboración entre Mariola Membrives y Piccola Orchestra Gagarin merecería un artículo entero, el espacio lo imposibilita, una lástima porque no acostumbramos a presenciar este tipo de impactos. La cantaora cordobesa ha creado Sed libera nos a malo. La inspiración le vino, entre otros, de Santa Teresa de Ávila: voces en el aire que deberían ser escuchadas, un sentimiento muy profundo. ‘Esta cárcel, estos barrotes donde el alma está metida…’. Nunca había escuchado a Membrives cantar con tanto sentimiento. Inmensa en la medieval Romance de la monja contra su voluntad o Los tangos de la aniquilación de Morente. Inspiradísima, doliente, abrumadora. Buena parte de culpa la tuvieron tres caballeros vestidos de astronautas que la custodiaron (no me he vuelto loco). Sahsa Agranov al violoncelo y efectos, Paolo Angeli en la guitarra sarda y las percusiones nada ortodoxas de Oriol Roca. Una orquesta de músicos descomunales e inclasificables, destrozadores de cánones, locos visionarios. Odisea espacial trasladada en imágenes donde vemos a la cantante distorsionada dando vueltas a un árbol o Donald Trump invitándonos a visitar el planeta rojo: ‘We’re going to Mars’. La sala-teatro Hiroshima del Poble Sec vivió unas horas arrebatadoras, iluminadas con versos de Lorca, Piedad Bonett, Chantal Maillard o voces como la de Robert Mitchum cantando Leaning en La noche del cazador (Charles Laughton, 1955). Una locura muy cuerda. Queremos más.
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En el tintero reposan Flamenkat, Tablao de Músics y Euskal Barrokensemble; les pedimos disculpas, prometemos visitarlos en próximos acontecimientos.
Mis sinceros agradecimientos a Pedro Barragán por sus clases maestras, al Taller de Músics y especialmente a Clara Cardona, sin su ayuda esta experiencia hubiera sido imposible.
Dedicado a: Marina Tomàs, maravillosa compañera de fatigas en todas estas inolvidables noches de alegrías.
Autores de este artículo
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Barracuda
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Marina Tomàs
Tiene mucho de aventura la fotografía. Supongo que por eso me gusta. Y, aunque parezca un poco contradictorio, me proporciona un lugar en el mundo, un techo, un refugio. Y eso, para alguien de naturaleza más bien soñadora como yo, no está nada mal.