Desde el pasado 31 de mayo, la ciudad de Barcelona incorpora un nuevo actor en la desértica función de los festivales musicales veraniegos (léase en modo irónico). El Polo Music Festival irrumpe en escena como una nueva entidad musical levantada con la producción de Clipper’s Live, quienes también organizan y producen el Festival de Cap Roig. Una nueva cita que busca orientarse (¿y competir?) hacia su vecino, el Festival Jardins de Pedralbes. Sin duda, los tres festivales mentados comparten target, sponsors y VISA Oro entre la mayor parte de sus asistentes.
En la difícil tesitura por abrirse paso en un mercado saturado de citas musicales veraniegas, el flamante festival propuso un segundo envite de cierto pedigrí, aunque, en el fondo, resultara algo engañoso. Porque en los The Original Alan Parsons Project Band The Project que se presentaron el miércoles 5 de junio en las instalaciones del Club Polo no había rastro de Alan Parsons (a quien la mayoría de asistentes esperarían), ni, por supuesto, de Eric Woolfson, el letrista y cofundador del combo inglés que falleció en 2009. ¿Y entonces?, ¿quién actuó? No es que salieran a escena unos impostores, ni una tribute band de medio pelo, el sarao se justificaba con la presencia de otros miembros originales de la banda que, en lugar de entrar en litigios costosos con su alma mater (quien por su cuenta, y con otra banda, también está de gira estos días), y sin la prohibición expresa de este, se han reunido, después de 30 años sin hacerlo, para pasear el cancionero de la formación de rock progresivo durante los próximos tres años. Así, entre los presentes se citaron: Andrew Powell, en calidad de teclista y dirección, Lenny Zakatek como voz principal, Stuart Elliott a la batería, Laurence Cottle al bajo y su hermano Richard Cottle a los teclados y el saxofón. Rejuveneciendo la formación original, el guitarrista David Bainbridge y Sam Blue (voz y guitarra). Otra sorpresa, en este caso de signo positivo, es que no acudieron solos, la Orquesta Sinfónica del Vallès los respaldó sobre el escenario .
Pese al recelo provocado por la situación planteada, más pronto que tarde, los autodenominados ‘The Original’ –¿Es entonces la de Alan Parson los ‘No Original’?– encerraron los miedos iniciales (y fundados) demostrando ser dignos portadores de la marca emblemática de la banda londinense. Y eso pese a que el inicio auguró lo contrario. La formación arrancó algo indispuesta en ese soft-rock característico de su andadura ochentera. La rigidez de sus miembros, esa clásica estampa tras una hibernación prolongada, también facilitó el no poder llevarse la mejor de las impresiones. Las señales de alerta siguieron saltando con un Lenny Zakatek promoviendo aspavientos entre sus colegas con los que evitar la atención excesiva sobre un sonido que no terminaba de salir pulcro. Sin embargo, el propio cantante se desenvolvió hábil e ingenioso como maestro de ceremonias. Tanto en las interrupciones, como en los fallos técnicos (un cambio de su micro) y los parlamentos a una audiencia que poco a poco fue respondiendo a una entrega de nivel creciente. En el momento que la banda viró hacia su pulsión más sinfónica, fue cuando las canciones conjugaron con la enriquecida presencia y el barniz exquisito que otorgaba la orquesta del Vallès. Y es cuando empezaron a ofrecer sus frutos más estimables y a obtener el feedback deseado entre una audiencia que no llenó el aforo.
El otro sorprendente puntos de inflexión fue la irrupción de una espontanea desde las primeras filas de la platea cuyo canto (a pelo) logró aportar ese matiz vocal que ni Zakatek, ni el respaldo de Blue, consiguieron en prácticamente todo el recital. Envalentonada por esa incredulidad convertida en júbilo por parte del público ante el inesperado gesto, esta Maria (así se llamaba LA VOZ) salida del público puso en evidencia los problemas vocales –especialmente en los agudos– de los ingleses y se ganó –de nuevo honesto y agradecido– el aplauso y la invitación para fichar por la banda del propio Zakatek, y eso, a pesar de haber quedado, vocalmente, expuesto por una entregada desconocida. Con esa entrañable e inesperada anécdota instalada en las sonrisas de los presentes, la banda apuntilló el show con los éxitos más reconocibles de su repertorio, un Sirius, y un Eye in the sky que sirvió para cerrar antes de volver con un bis más animado de un solo corte. Set de progresión ascendente que disipó las dudas sobre la idoneidad, o incluso, la justificación de desempolvar el repertorio de una formación clásica por parte de unos miembros que no formaron el núcleo creativo de esta. Defendieron el legado de la marca con respeto, ilusión y buen quehacer, que ya es mucho.
Autores de este artículo
Marc Muñoz
Sergi Moro
Desde que era un crío recuerdo tener una cámara siempre cerca. Hace unos años lo compagino con la música y no puedo evitar fotografiar todo lo que se mueve encima de un escenario. Así que allí me encontraréis, en las primeras filas.
1 comentario en «Alan Parsons Project Band… sin Alan Parsons»
Molt bon article. Moltes gràcies!!!