Angel Olsen ha llegado para quedarse. La cantautora norteamericana, una de las voces femeninas del momento, demostró que está en estado de gracia en la presentación el pasado domingo de su último trabajo All Mirrors (Jagjaguwar, 2019), ante una sala Razzmatazz que se quedó sin aliento ante la exhibición de talento y poder interpretativo de la cantante de St. Louis.
A menudo, resulta complicado apreciar el sonido de todos los instrumentos durante un concierto por el continuo ruido que se genera entre el público. Pero este domingo, Angel Olsen logró que una sala Razzmatazz casi llena contuviera la respiración durante 80 minutos para apreciar cada contorsión de su poderosa voz. Con un punto de sobriedad y huyendo de una emotividad excesivamente forzada, la cantante logró rodear su interpretación de un áurea de veracidad que convenció a los presentes en la sala barcelonesa.
Acompañada por una amplia banda y acicalada con su ya característico peinado colmena, la norteamericana arrancó su recital centrándose en su último álbum, el aclamado All Mirrors, en el que la artista ha dado un giro en su sonido, abandonado su perfil más ‘folkie’ para abrazar un conjunto de instrumentaciones atmosféricas que han dotado su trabajo de un toque oscuro e eminentemente introspectivo.
Quizá por eso, tanto Olsen como el resto de su banda, formada por cinco mujeres y dos hombres, vestían totalmente de negro. La contundente All Mirrors ejerció de declaración de intenciones y sirvió para dar inicio a un bloque de cinco temas entre los que la banda no dejó de tocar en ningún momento, creando una atmósfera profunda que hipnotizó a los asistentes. Con Impasse, la cantante de Missouri desató el primer momento de delirio musical, en el que tanto la cantante como su banda juguetearon con el descontrol, al más puro estilo Nick Cave con los Bad Seeds.
Pese al toque señorial que le otorgaba la escenografía, basada en una proyección de una escalera de un palacio barroco, y el mantenerse en todo momento parapetada en el centro del escenario, Angel Olsen se mostró en todo momento natural y simpática ante su público. Tras aumentar si cabe la intensidad interpretativa con Lark, en la que la cantante mostró de nuevo todo el poderío que atesora con su voz, la norteamericana culminó su bloque inicial con la expansiva Summer, que sonó potente a la vez que elegante.
Tras este arranque tan emotivo e incluso recargado, Olsen rebajó la tensión repasando algunos de los temas más importantes de su carrera, entre los que destacó la rockera Shut up kiss me, su tema más conocido entre el gran público. La siguió la festivalera Forgiven / Forgotten que dotó al concierto de una frescura que hasta el momento se había echado en falta.
La hipnótica y atmosférica balada Endgame devolvió la actuación a su majestuosidad inicial, marcada por la expresividad otorgada por la sección de cuerdas de la banda, formada por un violín y un chelo. Antes de acabar, Angel Olsen dedicó un momento a recordar su etapa más folk, quedándose sola sobre el escenario para interpretar Unfucktheworld, acompañándose únicamente de su guitarra.
Para terminar, Olsen se reunió de nuevo con su banda para Chance, una balada romántica que oscila entre el realismo que dicta que no existe el amor eterno y la fantasía que nos convence de que sí.
De esta manera, la norteamericana cerró un recital en el que mostró todo lo que es capaz de ofrecer sobre el escenario, combinando desde su clásico registro más ‘folkie’, hasta su nuevo perfil complejo y de artista total. En una demostración más de que ha llegado al siguiente nivel. Y es que Angel Olsen está tocando a la puerta (por no decir derribándola) de las más grandes de la música alternativa. Recuerden su nombre.






Autores de este artículo

Pere Millan Roca

Víctor Parreño
Me levanto, bebo café, trabajo haciendo fotos (en eventos corporativos, de producto... depende del día), me echo una siesta, trabajo haciendo fotos (en conciertos, en festivales... depende de la noche), duermo. Repeat. Me gustan los loops.