No exite un elemento aglutinador y transversal más bestia en nuestra sociedad que Estopa. Catalanoparlantes, castellanoparlantes, votantes de izquierda, votantes de derecha (aunque quizás deberían repasar algunas de sus letras), perroflautas, cayetanos, punkies, raperos… todos los estratos sociales comparten devoción por esta pareja de hermanos nacida en el barrio de Sant Ildefons de Cornellà de Llobregat hace ya más de 40 años. De hecho, en 2019 se disponían a celebrar su 20 aniversario como banda, una trayectoria que comenzó con el primer puesto en el Concurs de Cantautors d’Horta-Guinardó, hasta que apareció el maldito Covid-19 para mandarnos a todos a casa. En 2022, y parece que ya viendo la pandemia por el retrovisor, Estopa se reencontró con su parroquia en un Parc del Fòrum absolutamente repleto con 25.000 personas que disfrutaron con un repaso a muchos de los himnos que han marcado a varias generaciones durante las últimas dos décadas.
Pese a sus más de 20 años rondando escenarios de todo el globo, David y José Muñoz conservan el mismo espíritu jovial y canalla con el que invadieron las radiofórmulas en 1999 de la mano de su álbum debut homónimo (BMG), cuando todavía ni siquiera escribían las letras, sino que las recordaban a base de repetirlas hasta la saciedad con la guitarra. Prueba de ello fue Tu Calorro pieza que con la que abrieron la noche y que transformó el Parc del Fòrum en un karaoke gigante.
La siguió la rockera Vino Tinto, otro clásico con el que la banda catalana se dio a conocer allá por inicios de siglo. Tragicomedia y Vacaciones acabaron de encender a una masa enfervorecida entre la música, la cerveza y el calimocho. La música de Estopa siempre se ha movido entre la rumba catalana, el rock and roll y el pop, tocando temáticas principalmente cotidianas y siempre jugueteando con el mundo de la noche, la fiesta y las drogas.
Como suele pasar en estos casos, los grandes clásicos se acaban comiendo las novedades. Sucedió con Fuego, que sonó casi indiferente y, sobre todo, con Camiseta de Rokanrol, que pasó desapercibida pese al esfuerzo vocal de un entregado y sudoroso José Muñoz. Ambas son los máximos exponentes de Fuego (BMG), último trabajo de los catalanes publicado allá por 2019 justo antes del inicio de la pandemia. “Queríamos deciros que nuestra intención era tocar antes, pero el maldito Covid-19 no nos ha dejado”, explicó David Muñoz antes de dedicar la velada a todos aquellas personas fallecidas como consecuencia de la enfermedad.
Pero la noche no iba de presentaciones, sino de reencuentros. La emotiva Hemicraneal y la melancólica Ya no me acuerdo hicieron bajar las revoluciones por momentos, antes de volver a la carga con la progresiva Partiendo la pana y la bailable Penas con rumba, antes de encarar La raja de tu falda otro himno generacional que encarna perfectamente el espíritu quinqui y desenfadado de la formación.
Pese a haber vendido millones de discos a lo largo de su prolongada carrera, los hermanos Muñoz siempre han mantenido los pies en el suelo. Ambos tienen aquello que se conoce como el don de la normalidad, circunstancia que provoca que resulten simpáticos al ojo ajeno. En este caso, la banda demostró de nuevo su humanidad dedicando una canción a la “clase obrera”. Y no una cualquiera, sino Pastillas de freno, homenaje a sus tiempos como operarios de la fábrica Seat de Cornellà.
Vuelta a los orígenes
Ya en la parte final, la banda de acompañamiento abandonó el escenario para dejar a los hermanos Muñoz y sus respectivas guitarras solos ante el peligro. En este bloque, la formación repasó con un formato más íntimo y cercano algunas de sus primeras canciones. Brilló con luz propia Escúchame princesa, tema perteneciente en su primera maqueta, Demonios o Mi primera cana, incluidos en Destrangis (Sony Music, 2001) segundo álbum de la formación con el que se consagraron como parte de la escena mainstream de inicio de los 2000.
La banda al completo volvió al escenario para la celebrada Ojitos rojos que sirvió de previa para el estallido final, que llegó con la exaltada Cacho a cacho y la mítica Como Camarón que cerró una gran noche de reencuentro entre Estopa, su público y sus éxitos. En la era de las listas de reproducción, pocas bandas pueden tocar durante más de 2 horas y que sus seguidores canten todas y cada una de sus letras. Pero es que Estopa no es una banda normal, forman parte ya de nuestro universo simbólico común y de nuestras vidas. Son prácticamente una estructura de estado.








Autores de este artículo

Pere Millan Roca

Miguel López Mallach
De la Generación X, también fui a EGB. Me ha tocado vivir la llegada del Walkman, CD, PC de sobremesa, entre otras cosas.
Perfeccionista, pero sobre todo, observador. Intentando buscar la creatividad y las emociones en cada encuadre.