Pasadas las 21:15 salta a escena el Coru Antifascista Al Altu La Lleva y esperan hasta que el resto de músicos hacen lo propio. Con traje negro de arriba a abajo, Nacho Vegas es el último en aparecer ante el impaciente público de la Apolo. Abraham Boba nos da las primeras notas a los teclados y empiezan a proyectarse imágenes de resistentes antifranquistas. Vegas canta sin inmutarse, casi impasible, al menos hasta que se pregunta “si es que al nacer y al morir somos todos iguales, para qué dejar vivir a putos fascistas criminales”, donde levanta rabioso el puño cerrado. Toda una declaración de intenciones.
Con El Corazón Helado abre la noche, la antepenúltima antes de cerrar la larga gira del doble disco Violética (Marxophone, 2018) y una etapa más que notable en su trayectoria. Fin de ciclo marcado por los últimos conciertos junto a Edu Baos, Luis Rodríguez, Abraham Boba y César Verdú, que tras formar León Benavente paralelamente a tocar con Vegas, se dedicarán plenamente a su banda, referente en la escena estatal.
Aunque ya conozcamos a Nacho, no deja de llamarnos la atención su particular estilo sobre las tablas, siempre algo encorvado y gesticulando lo mínimo. En realidad, no le hace falta más que lo básico para conectar. Su voz es la de un perfecto narrador de historias cantadas y basta con reparar en las caras para darte cuenta de que el mensaje ha llegado a su destino. Muestra de ello, Joseba Irazoki agarra el banjo y el público forma un nuevo coro para acompañar a pleno pulmón los versos de la Ciudad vampira y exigir que se les devuelva la ciudad.
Nos había avisado, habría canciones inéditas en la gira. Con La voz tomada recordó a los represaliados del franquismo y “als presos polítics catalans”, de la mano de ese poema que se dice fue garabateado y lanzado fuera de la prisión de Xixón por un preso.
Tampoco le va a faltar tiempo para explicarnos sus rupturas y desamores, y forma junto a Blanca Lamar un tipo de dúo Pimpinela, por supuesto, mucho más elegante, en La última atrocidad.
Nacho Vegas no habla demasiado entre canciones, pero si lo hace se tomará su tiempo y no le importará trabarse. Bienvenido sea si es para denunciar el racismo institucional y cantar que “mientras haya un CIE abierto habrá un gobierno criminal”.
“Y te vi llorar… Un río a cada lado…”. Llegando a la recta final, el concierto va camino de convertirse en emotivo. La pena o la nada muestra al cantante más desatado y enérgico. Tras esta, triunfa sin contemplaciones Cómo hacer crac, brillante con el coro de fondo. El sabor amargo de sus últimos conciertos juntos hace que la banda saque toda la artillería para un gran cierre con La gran broma final.
Y llegó la hora de recapitular. No podía ser de otra forma, y Nacho Vegas no quiere despedirse sin presentarnos una vez más al Hombre que casi conoció a Michi Panero, una gran fiesta celebrada y bailada por todos los presentes. Su deseo para 2020, nos lo dijo cantando shalalaralala: por un año antifascista. Que así sea.
Autores de este artículo
Mikel Agirre
Víctor Parreño
Me levanto, bebo café, trabajo haciendo fotos (en eventos corporativos, de producto... depende del día), me echo una siesta, trabajo haciendo fotos (en conciertos, en festivales... depende de la noche), duermo. Repeat. Me gustan los loops.