Eres adolescente, tienes las hormonas a flor de piel y sientes que nadie te entiende. Te mola el rap, el pop kinky y básicamente la música que grita a voces verdades que sientes y con las que te identificas. Eres un chaval o chavala normal y agarras los auriculares, pones la música a toda ostia, te aislas en ella y todo mejora por un momento. Para llorar, para reír o para saltar, pero siempre cantándolo a todo pulmón; eso es la música de WALLS. El año pasado, mi hermana de 15 años me envió su perfil de Spotify por WhatsApp. Un año después, pude verla llorar de la emoción en un concierto dónde el artista ponía la sala 2 de Razzmatazz boca abajo.
Ginés Paredes, más conocido como Walls, se inició como ‘freestyler’ en 2017, gracias a lo que obtuvo gran popularidad, especialmente por representar a España en las Batallas de Gallos de Red Bull y ser el ganador tras de vencer a Kensuke. Se retiró en 2020, persiguiendo su sueño de hacer música y des de entonces ha apostado por un rollo más rock-popero, en el que se siente más cómodo y con el que está cumpliendo su sueño de vivir de la música. Junto a Javier Desiderio (batería), Félix Esteban (bajo), Alberto Jiménez (piano) y Alejandro Sotomayor (Guitarrista), llenó la sala en un show que duró casi hora y media.
Sudor y lágrimas (pero buenas)
El concierto lo abrió Leon Coeur, teloneros con los que se podía palpar la ilusión por estar cantando para centenares de personas en la mismísima Razzmatazz. Con su rollo indie-pop algo futurista, consiguieron que los que no les conocíamos, les dejáramos nuestro follow en sus cuentas de Spotify o Instagram. Siguiendo sus órdenes todos nos pusimos a corear el estribillo “siempre que vuelvo te vas…” de su canción TE VAS y la espera a WALLS fue sin duda mucho más amena.
Pasadas las 20:30, el artista murciano pisó el escenario con su tema Anestesiado, ya haciendo que todo el mundo levantase los pies del suelo. Aunque según él, le gusta hacer los shows con una intensidad creciente, yo no recuerdo estar quieta ni un solo momento de la noche.
Después de dos de sus temas más antiguos como Hasta que el vecino nos llame y Dame una razón, Ginés cogió la guitarra acústica y avisó que la canción que venía a continuación seguramente moriría esa noche, ya que en su siguiente tour cantaría canciones de Los niños del parque, disco que lanzará el 18 de marzo. Se trataba de una de sus canciones más emotivas y románticas, Si me muero. Una pareja se agarraba la cara mientras se gritaba la una a la otra “si me muero, quiero que sepas que fui el primero, que te ha escuchado mucho antes de alzar la voz, y si yo me muero quiero que sepas que fui el primero que iba a recorrerse el mundo entero por un zapato de cartón”. Tras secarnos alguna que otra lagrimita, seguimos cantando.
Cumpliendo un sueño
Aproximándonos a la mitad del show, el artista contó como la canción que seguía era muy importante para él y no sabía si podría dejarla de cantar algún día. Empezándola solo junto a su guitarra y uniendo a la banda más tarde, se trataba de un tema con el que se demostró a si mismo que podía tirar hacía delante con la música. Al ritmo de En Paz, nos gritó “gracias a ese momento y a todos vosotros hoy estoy aquí en la p*** Razzmatazz”. Todos hemos sido adolescentes, y todos hemos estado perdidos, o lo seguimos estando.
WALLS es la clara imagen de que si tienes un sueño, y te lo curras, puede hacerse realidad. La suerte hace mucho, seguro, pero el trabajo y la ambición más. Un chaval de barrio, normal, como cualquiera de los que llenaban la sala, pasó de creer que podía hacer música a hacerla realidad. Siguiendo con su canción favorita, En dos, y después de un “¿Estamos activos? ¿Seguimos? Vamos a saltar entonces” a ritmo de su Haciendo na, el micro salió disparado por los saltos, y Pablín, el cual recibió un aplauso inmenso por parte del público, entró al rescate para solucionar lo ocurrido. Problemillas técnicos, cosillas que pasan. Malos Hábitos, el primer avance de su segundo disco, hizo darnos cuenta que más de uno repetiríamos concierto en cuanto se anunciase el próximo tour.
La voz de una generación
Después de despedirse, tras un tema que dejó sudando al público y al propio artista (Complicao), el escenario se quedó vacío. “¿Os pensabais que nos íbamos a ir así?”, pues claro que no, porqué aún faltaban cuatro temazos por cantar. Quizás no se valora lo suficiente, pero algo que admiré de WALLS es la importancia que le dio a agradecer una y otra vez a su banda, a los técnicos, a sus mánagers, a su novia y a toda la gente que había confiado en él, toda la ayuda proporcionada. El público se llevó la parte más importante, y con un “Si no tengo a gente que me escuche, no sirvo de un carajo. Gracias”, arrancó el tema Ya no soy yo.
Con dos de sus grandes colaboraciones con Hens, Tan vacío y Me encanta, que acumulan entre ambas más de 10 millones de reproducciones en Spotify, el público se volvió loco. Sudando, quedándose afónico y abrazando a sus colegas, los asistentes desbordaban una emoción que no eran capaces de controlar. Cerró el show con Mírame, un autorretrato puro, dónde quiere que ser visto tal y como es.
WALLS anoche me demostró que no hace falta tener una voz melódica para poder mover masas y hacer que la gente se quede afónica o pierdan dos kilos por saltar y sudar tanto, es justo lo que necesitan unos chavales adolescentes que quieren sacar hacía fuera todo lo que llevan dentro. WALLS, junto a artistas como Hens, Daniel Sabater, Marc Seguí, Xavibo, Pole. o Pablo Rouss, podrían considerarse, para mi, la voz de toda una generación que solo quiere ser escuchada.










Autores de este artículo

Andie Contreras

Miguel López Mallach
De la Generación X, también fui a EGB. Me ha tocado vivir la llegada del Walkman, CD, PC de sobremesa, entre otras cosas.
Perfeccionista, pero sobre todo, observador. Intentando buscar la creatividad y las emociones en cada encuadre.