Si una antropóloga viniese de fuera a estudiar la cultura española y le enseñaras la música más trendy del panorama actual, en ningún momento acertaría en decir que El Kanka llenaría dos noches seguidas la sala BARTS. Será lo cercano de su actitud, los temas en castellano, o que nos toca un poquito el corazón, porque aquí está, con mil quinientas personas por noche, la mayoría estrenando edad adulta. La oportunidad la ha dado el Guitar Bcn 2018 y la razón es el estreno de su nuevo disco, El arte de saltar (A volar music, 2018).
Yo llego con ganas, pensando que podré pasar directamente como prensa. Pero pronto se me bajan los pies al suelo porque tengo que hacer la cola de los mortales, que casi da la vuelta a toda la manzana. No pasa nada, el público está de buen humor. Se nota la música que venimos a escuchar. Entro en la mitad del primer tema, minutos antes de que suene un clásico: Qué bello es vivir. Al acabar comparte con nosotros lo emocionante que le resulta haber conseguido esto de las tres mil personas.
Un poco entrado el concierto el músico recuerda que Barcelona es tierra de emigrantes andaluces, cosa que muchos en la audiencia respaldan aplaudiendo. Cuenta que en su última actuación recibió muchas peticiones de tocar Granada por esta misma razón, y suena este, uno de los temas más tradicionales de su repertorio. Acompaña de historias muchos de los temas: Antes de Quién me mandaba a mí confiesa que la escribió para una persona muy especial que está por la audiencia, y para No jodan la marrana nos manda a hacer lo que nos salga del coño y del nabo. Al interpretar Soplan nuevos vientos se queda sólo en el escenario con el guitarrista, y aquí abajo todos nos mandamos a callar mutuamente hasta que conseguimos que haya silencio sepulcral. Sólo se oyen la guitarra y su voz cantando ‘aunque te tiemblen las piernas, tienes que saltar’. Un momento mágico que no es el único en las dos horas de concierto. Llegando el final de Vengas cuando vengas organiza la sala en mitad derecha y mitad izquierda: los de la derecha tenemos que cantar ‘baila como quieras bailar, baila como tú quieras bailar’ mientras los de la izquierda repiten ‘baila, baila’. De repente toda la BARTS es un coro de mil quinientas personas cantando en armonía. Aquí hemos venido a disfrutar de la música y El Kanka se está asegurando de que la vivamos en primera persona.
Después de Lo mal que estoy y lo poco que me quejo y A desobedecer llega el ‘final’ del concierto. El Kanka dice que van a tocar su ‘último’ tema, pero ya sabemos cómo va la cosa: Si el último que se está yendo de la sala pide una más, pues que aquí se vuelve y se toca una más. Le dedica Después de esta mañana a todos los que han follado hoy. Y antes de que se vaya el último músico del escenario todos estamos gritando a grito pelado ‘¡UNA MÁS!’.
Vuelven minutos después con una de mis canciones favoritas, Instrucciones para bailar y vals, y vuelve a pasar algo increíble. Puede que si no hubiera ido con el ojo de ‘apunta para reportar luego’ no lo habría notado, pero desde mi perspectiva se ve perfecto: todas las personas se mueven de derecha a izquierda al unísono, siguiendo al grupo, que hace igual. No hay un alma que no se mueva al mismo ritmo ni en la misma dirección. Después de este momento único llegan sí que sí las últimas dos canciones: primero Canela en rama, y por último Desde lejos, que suelen tocar con la Comparsa de Martínez Ares, y nos pide que no seamos muy duros con la adaptación que han intentado hacer sin ellos.
No sé qué más puedo decir sobre El Kanka que no se resuma en que es un puto folclórico. Folclórico como las folclóricas de España de toda la vida. La gente – donde me incluyo – flipa con él. Ir a un concierto en el que la audiencia sea capaz de cantar literalmente todas las canciones que suenan es de folclórica. Que todos lo sigamos con las cosas que pide que hagamos también es de folclórica. Tener tantos seguidores sin ser un cantante de trap o un concursante de la última edición de OT es de folclórica (aunque también es cierto que apareció bastantes veces en Operación triunfo). Hay un millón de razones por las que se puede decir que El Kanka es un folclórico, y las apoyo todas. Abrid paso y admirad al folclórico de la generación millennial.






Autores de este artículo

Nadia Dubikin

Dani Alvarez
Bolerista y fotógrafo. Como fotógrafo, especializado en fotografía de espectáculos. Dentro de la fotografía de espectáculos, especializado en jazz. Dentro del jazz, especializado en músicos que piensan. Trabajo poco, la verdad.