Cuando pronuncias la palabra jazz, Raynald Colom frunce el ceño. El inspirado y experimentado intérprete (con más de veinte años de carrera a sus espaldas) prefiere definir su ideario sonoro como música contemporánea o con cualquier otro adjetivo, los formulismos no le enamoran. Concertamos una cita para hablar de su última producción y de las ideas que bullen bajo su gorra o sombrero (según sople el viento). Colom no se vende al postureo, demostrándolo, nuevamente, en un álbum donde lo orgánico pisotea a la maquinaria mercantilista. Hablamos de un millón de sueños.
¿Cuándo y cómo surge la posibilidad de producir A million dreams?
Estábamos haciendo una gira por Europa, en noviembre de 2019 y, al terminarla, recibí un mail del promotor preguntándome si me interesaba el concierto que habían grabado en Pontinia (Italia). La gran sorpresa fue que todo el material estaba en pistas y muy bien grabado, lo escuchamos y nos encantó lo que allí se creó. Casualidad o el destino, quien sabe.
Has elegido Wholeness (Integridad) como primer adelanto del álbum. Su título sugiere una declaración de principios o un deseo de algo que encuentras a faltar.
Sí. El objetivo sería buscar un todo, tanto en el arte como en la vida. Necesitamos ejercitarnos constantemente para encontrar el balance. También representa el deseo de que este mundo sea más compasivo.
La nitidez sonora y creatividad que nos llega de esa actuación, en el Fellini Theater de Pontini, es realmente espectacular.
Desde mi punto de vista, lo más destacable es nuestra interacción, la manera de entendernos. Vamos en busca de lo desconocido que es lo que más me interesa ahora mismo.
En un repertorio donde viven composiciones tuyas junto a la de otros autores, vuelves a incluir temas que ya aparecían en The Barcelona Session, como el Powder Keg de Shorter, The Peacocks o Sketches Set Seven. ¿El directo las redimensiona?
Totalmente. Sobre la base de The Barcelona Session, intentamos dirigirnos hacia lugares radicalmente distintos, esa es la gran diferencia entre los dos discos. El proceso creativo está al cien por cien cuando no sabemos lo que va a suceder.
Sorprende la inclusión de Zyriab/Alcázar de Sevilla, un mix de dos composiciones de Paco de Lucía. ¿Cómo consigues trasladar, de modo tan puro, la mágica resonancia de la cuerda al metal?
Hace unos quince años tuve la gran suerte de grabar para Duquende vía Chicuelo y aprendí mucho de su lenguaje. Chicuelo es la persona que más me ha ayudado a entender lo que es el flamenco. En este caso no sabíamos que íbamos a interpretar estas piezas. Francesco Ciniglio (batería) empezó a tocar con ese punto latino que posee, él es napolitano, y le seguí la pauta marcada, así salió. No estaba para nada premeditado, apareció en ese momento.

Vivimos en una sociedad demasiado rígida y estricta, debemos soñar más
El contenido nos aleja de lo que podríamos considerar una obra conceptual, sin embargo, la ensoñadora portada y su título nos llevan a creer que tu mente quiere explicarnos algo específico.
No quiero estar encasillado en los cánones dominantes, prefiero la libertad. Swinguear, tener groove no es una cosa mala. No hay que ser súper hype, simplemente es hacer música con los lenguajes que tenemos a mano. Quiero imaginar y crear al instante e intentar aplicarlo en nuestra vida diaria, necesitamos fantasías para seguir hacia delante. Vivimos en una sociedad demasiado rígida y estricta, debemos soñar más.
Has cambiado de formación excepto en los teclados en los que continúa Tony Tixier, quien, por cierto, realiza un trabajo excepcional.
Tony mezcla perfectamente la tradición del jazz afroamericano con la de Martinica y la música francesa clásica. Su paleta sonora me encanta, puedes reconocer muy bien esos distintos colores.
¿Tu apuesta por músicos foráneos responde a una especie de preferencia concreta o es simplemente casualidad coyuntural?
Casualidad coyuntural, todo aparece a raíz de la amistad. Conocí a Joe Sanders (contrabajo) cuando vivía en París en 2015 y más tarde, también allí, a Francesco y a Tony. No tengo preferencias especiales, son mis amigos y nos apetecía hacer música conjuntamente.
El disco se cierra con un conmovedor duelo entre tu trompeta y el contrabajo de Joe Sanders interpretando el standard September in the rain. Destaca la armonía y el buen gusto en la ejecución. ¿Crees que son valores algo perdidos?
Perdidos no, lo que falta es la conexión maestro-alumno, pasar la antorcha de generación a generación. Me considero muy afortunado de haber podido aprender y estar con muchos de los que han creado esta música, al igual que Joe. Si volvemos a esa tradición, mejoraremos. La necesidad de codificar tanto el sonido ha hecho que se pierda ese vínculo. Los valores de que me hablas solo se pueden obtener de la gente con la que has aprendido. En el flamenco sí sucede, la información todavía se transmite de manera orgánica, son códigos que no se pueden escribir en un papel.
Wax Industry sustituye a Fresh Sounds en la distribución ¿El cambio es definitivo?
The Barcelona Session significaba cerrar una etapa y lo quise hacer con Jordi Pujol de Fresh Sounds, relación que iniciamos en 2004 con mi primer álbum My fitty minutes. Wax Industry es un proyecto del saxofonista norteamericano Logan Richardson surgido hace un año y que está funcionando muy bien. Es un sello de músicos para músicos. Te ofrece absoluta libertad y garantías: el máster es tuyo, la distribución y también los porcentajes. Lo ha hecho de tal manera que todo pertenece al artista. Su intención es crear un hub cultural que favorezca a los creadores. Con Wax tengo la intención de grabar varios proyectos más. De hecho ya participé en The time is now, junto a Diego Amador y Rosario La Tremendita, single que fue preseleccionado para los Grammy. El trabajo de Logan es muy potente y desde aquí quiero darle las gracias por creer en mi propuesta.

Si tuviéramos claro que la educación o el arte son primordiales para crecer como colectivo, habría más probabilidades de crear y conocer bandas autóctonas
Dejando a un lado los valores consagrados, fijos en todas las programaciones, tenemos una cantera de músicos de gran categoría que no acaban de explotar. ¿Les falta algún complemento concreto, apoyo o simplemente no nos sabemos vender?
Depende de cada uno. Ya sabemos que la industria musical está tocada en el mundo entero pero mucho más aquí. Si no fuera por empresarios tipo Joan Mas, Gorka Reino de JAZZON! o Kiriko González de la UNED, la escena del jazz, en este país, estaría muerta, se merecen un monumento. Deberíamos saber que la cultura genera riqueza, hasta que nuestros gobernantes no entiendan eso seguiremos igual. El tejido está enfocado de manera industrial, lo que nos hará crecer son las propuestas artísticas. Entiendo que es difícil entrar en televisión o radio, pero es necesario exponer el trabajo que estamos haciendo. Es imprescindible reconvertir las estructuras.
Mientras en otros países como Francia, que conoces bien, programan festivales exclusivos con artistas autóctonos, aquí nadie se mueve ¿Nos queremos poco?
Sí, nos queremos muy poco. En Barcelona existe un movimiento de gente joven, entre veinte y treinta años, llamado The Changes, formado por músicos como Lluc Casares, Pol Omedes o Irene Reig, que intentan visibilizar y promover lo que se está cociendo. Han visto que no pueden esperar nada de la sociedad tal como está montada y se lo tienen que trabajar ellos solos. Vivimos en un país en el que triunfa lo fácil y preparado: Bruce Springsteen, tributos a Michael Jackson, etc… A la gente, en general, le cuesta mucho descubrir cosas nuevas, a no ser que alguien te diga: eso es bueno. No quiero culpar a nadie, funciona de este modo. Si tuviéramos claro que la educación o el arte son primordiales para crecer como colectivo, habría más probabilidades de crear y conocer bandas autóctonas. Nosotros mismos estamos potenciando productos que no generan nada, lo único que hacemos es darle el poder a las redes sociales para controlarnos. Para querernos más, el entorno y la prensa generalista debería darnos más vida y no algo puntual para obtener la famosa cuota, si nos la quitamos de encima, hay esperanza.
También hemos estado inmovilizados por culpa de la maldita pandemia ¿De qué manera las instituciones podrían sacarnos de este tipo de embrollos ruinosos?
No sé si soy el más indicado para hablar de ello. Según mi opinión, y es absolutamente personal, deberíamos encaminarnos hacia un sistema como el de la intermitencia del espectáculo en Francia. De este modo, el dinero generado por la cultura se reinvierte directamente hacia los artistas, gracias a esta base económica pueden seguir creando. La Academia Catalana de la Música o el Sindicato Smac! están haciendo un trabajo increíble para cambiar esta dinámica y también piensan que sería una buena solución.
Tu carrera está más que consolidada, aunque quizá le falte algún destello exitoso. Da la impresión que juegas a dejar huella y no a entretenerte en conseguir el hit que dura un abrir y cerrar de ojos.
No me importaría para nada tener un hit (risas). Hablando en serio, me dedico a la música porqué alguien me ha puesto en este planeta para hacerla. Si quisiera ser famoso tocaría otra cosa. Quiero dejar un legado sin pensar en egos. Las carreras que más admiro son las que se han cocinado a fuego lento. La notoriedad quiero adquirirla a base de trabajo sin proponerme el éxito puntual que siempre resulta efímero. Me considero artista y estoy obligado a levantar cejas para que me digan: ¿qué ha querido decir con esto?

Si las redes sociales dejaran de existir mucha gente no haría nada. La música es bastante más que un like
En alguna ocasión me habías comentado que, de un tiempo a esta parte, todo tipo de música parece dominada por un mismo patrón ¿Estamos realmente encallados?
Creo que convendría mirar hacia el pasado, la riqueza reside en la diferencia. En una misma época tenías a Miles, Coltrane, Ray Brown, Louis Armstrong, Ella Fitzgerald y podríamos seguir hasta el infinito; todos eran diferentes con un lenguaje común. Ahora da la impresión estar escuchando el mismo tema en distintos discos, nos están machacando. Si las redes sociales dejaran de existir mucha gente no haría nada. La música es bastante más que un like.
Volviendo al disco: El carácter interpretativo parece dominado por ecos melancólicos y sombríos. ¿Es así o simplemente una impresión de oyente desatinado?
Vivimos en un mundo muy jodido, es normal sentirte derrotado o tener miedo. Durante el primer confinamiento dio la impresión que la humanidad se iba a ayudar un poquito, pero ahora mismo no sabemos quiénes somos, estamos perdidos. Tengo tendencia a ser una persona melancólica. Siempre me ha gustado el ocaso, el cambio de luz, son lugares en los que me siento cómodo, en el fondo es donde estamos los seres humanos.
Algunas de tus composiciones llevan el nombre de artistas abstractos tipo Miró o Tàpies ¿este tipo de arte conduce de algún modo tu vida y obra? ¿Piensas en algún proyecto que relacione los conceptos arte y música en exclusiva?
De cara al año que viene estoy preparando un proyecto que mezclará artes plásticas, mi cuarteto, instrumentos de cuerda, danza contemporánea y artistas visuales. No puedes inspirarte únicamente con música, hacemos paletas sonoras, el mismo Miles acabó siendo pintor. Me encantan los artistas que sintetizan con un solo trazo como Tàpies, Coltrane o J Dilla, capaces de explicarte algo muy potente con muy poco, aunque, evidentemente, detrás existe un enorme conocimiento. Me encanta la danza, quiero incorporar esa libertad de movimientos a mi música. El arte es remover los estados anímicos, mi pretensión es ir más allá del videoclip.
¿Hacia dónde nos dirigimos vital y musicalmente hablando? ¿saldremos de este marasmo?
Saldremos pero debemos saber de qué modo. Quiero llegar a convertirme en un ser humano completo.
¿Es cierto que te mudas a Paris?
Cierto. Estaré entre las dos ciudades. En Paris tengo a los miembros de mi banda y, siendo una de las capitales del mundo, veo mejores posibilidades de crecer artísticamente. Francia ofrece un estatuto del artista que nos ayuda a poder vivir decentemente. De todos modos, seguiré viniendo. Aquí tengo mi familia y proyectos como KC Avenue, en fase de producción, y mi habitual labor como sideman.
Sea como fuere Raynald Colom seguirá soplando.
Sí, quizá no sea con una trompeta, pero no creo que eso vaya a cambiar en mucho tiempo.
Con Raynald Colom estarías hablando horas y horas, el interés de la conversación nunca decae. Al finalizar y en frente del Taller de Musics, nos confiesa que sigue considerándose un eterno estudiante y que ha pagado todas sus deudas. Es el momento de recoger réditos. Así debería ser.
Autores de este artículo

Barracuda

Òscar García
Hablo con imágenes y textos. Sigo sorprendiéndome ante propuestas musicales novedosas y aplaudo a quien tiene la valentía de llevarlas a cabo. La música es mucho más que un recurso para tapar el silencio.