Raynald Colom, curtido en mil batallas, se mostraba sorprendido y emocionado. Colom grabó en la sala La Nau del Poble Nou su último trabajo (septiembre, 2018), producido por él mismo, titulado The Barcelona Session (Fresh Sound New Talent, 2019) y lo hizo en directo. Allí quiso que fuera, cómo una especie de continuación, la puesta de largo. El reto era grande, La Nau no acostumbra a programar conciertos de jazz y no tiene asientos, doble pirueta, la atrevida apuesta funcionó. El trompetista nacido en Vincens (Francia) aunque barcelonés de pro (el título del disco no engaña), anhelaba llegar a un público más joven que el habitual del género para inculcarle novedosas sensaciones, sentimientos musicales emanados desde este ejemplar proyecto, sucesor del anterior Rise (Jazz Village, 2012), siete años demasiado silenciosos. Música íntima, evocadora, cálida, quizá demasiado delicada para escucharla sin una buena butaca, pero el talento crea milagros y logró mantener la atención del público presente que le siguió con la emoción a flor de piel.
The Barcelona Session será, por derecho propio, uno de los mejores discos del año en el apartado jazzístico, no tan solo nacional, sino a nivel global. Lo forman once piezas, cinco con la firma de Colom y el resto composiciones ajenas, máximas protagonistas de la velada. Como era de suponer, se produjeron variaciones entre los músicos que componen el fantástico elenco de la grabación y los que subieron al escenario, sólo repitió el baterista Gregory Hutchinson. Sin embargo el resultado final no se resintió, ni tampoco se echó excesivamente en falta la aportación de Lluc Casares en el saxo tenor.
Raynald Colom no es únicamente un excelente intérprete, a diferencia de otros colegas ansiosos de llegar al trono inmerecido, es un erudito que utiliza con sapiencia sus conocimientos para cimentar el discurso sonoro. Ray está catalogado como jazzman, pero está empapado de la cultura social y musical afroamericana, imbuida por su padre Philippe y el contacto con figuras del calado de Albert Ayler o Clark Terry, entre otros. Prefiere hablar de Black American Music como modo de expresión real. Si un día tienen ocasión de departir con él, les dará una lección sobre soul, funk, hip hop y movimientos adláteres. Símbolo de distinción.
A pesar del carácter manso expresado por todos los temas elegidos para el set, esa esencia negroide empezó a intuirse en Orange Blue, cuya base podría servir perfectamente para cualquier cantante emergente de hip hop que quisiera huir de algunos de los cansinos ritmos utilizados por la mayoría de las actuales y pomposas divinidades del género.
El sosiego continuó con Miró, homenaje al pintor surrealista, donde Raynald ejecutó solos abstractos, indefinidos, con el objetivo de agasajar al revolucionario maestro catalán.
Algo más agitadas fueron las impresionantes lecturas de Lil’ Fawdy (Terence Blanchard) o Powder Keg (Wayne Shorter), conclusión del show, previa al tradicional obsequio final. En ella, hubo algunas de las pocas concesiones al lucimiento personal de los miembros del terceto acompañante, circunstancia merecedora de aplausos; columpiarse por las ramas es, a menudo, ausencia de ideas e intrascendente. Con todo, el citado Hutchinson, el contrabajista Ameen Saleem y Tony Tixier, excelente toda la noche pegado al Fender Rhodes, merecían el minuto de gloria y varias ovaciones.
Momentos estelares: Raynald Colom dio lo mejor de sí mismo como virtuoso en la exuberante The Peacocks (Jimmy Rowles) y en September in the rain (Harry Warren & Al Dublin), precioso cierre, probablemente deudor de la versión interpretada por el recientemente fallecido e ídolo de nuestro protagonista, Roy Hargrove.
El ejemplo más claro de la amplitud musical arraigada en el cerebro privilegiado de Raynald Colom, fue el rescate de La muse ménagère Op. 245 “My own”, suite compuesta por el marsellés Darius Milhaud, máximo representante de la politonalidad, músico tan importante como desconocido por estos pagos. Si les apetece descubrir nuevas sensaciones, indaguen y disfruten de su talento. El cuarteto dirigido por Colom interpretó la pieza de manera magistral, el tiempo se detuvo por momentos.
Apartando educadamente la maraña de seguidores, pudimos conversar con el hombre que “cuando duerme no fuma”, según sus propias palabras. Raynald está absorbido por este proyecto dedicado a la ciudad que le ha dado vida e iluminación, pero no deja de lado Steel, empresa estilísticamente más arriesgada, sus colaboraciones habituales y el sueño de plasmar en objeto el disco-libro que hace tiempo le bulle en la cabeza. Tiempo habrá para hablar de todo ello.
El presente se llama The Barcelona Session y tiene los suficientes atractivos para seguir vivo durante un largo tiempo. Así sea.
P.D.: Si las apretadas agendas lo permiten, auguramos poder hablar con el insigne trompetista con mayor tranquilidad y ofrecer a nuestros lectores un acercamiento mayor a su figura. Lo esperamos con ganas.







Autores de este artículo

Barracuda

Víctor Parreño
Me levanto, bebo café, trabajo haciendo fotos (en eventos corporativos, de producto... depende del día), me echo una siesta, trabajo haciendo fotos (en conciertos, en festivales... depende de la noche), duermo. Repeat. Me gustan los loops.