A veces lo mejor es pararse en seco y escuchar. Por eso de vez en cuando pedimos a lxs músicxs que se expresen y que cuenten su historia por ellxs mismxs. Sin guión, sin preguntas. Simplemente les damos espacio y ellxs hablan. Hoy es el turno de Igor Paskual, que esta semana arranca en Valencia la segunda parte de la gira ‘La Pasión eléctrica y La Pasión acústica’.

Comencé a tocar porque jugaba fatal al fútbol. Y también porque en el colegio, nos llevaron de excursión a Ensidesa, cerca de los altos hornos. Era la gran fábrica de la ciudad, el destino natural de casi todos los alumnos. Fue aterrador.
Para mí, el rock, desde que tenía once años, supuso un catalizador de creatividad, una herramienta para entender el mundo y, por qué no reconocerlo, un vehículo de ascenso social. De salir de un lugar que no me gustaba.
Tuve la inmensa suerte de que en mi casa había una guitarra. Desde que la cogí por primera vez, instintivamente perseguía melodía y letras. No me planteé si se me daba bien o mal, pero sí que quería hacerlo cada vez mejor. Así que durante los siguiente quince años, mi vida al completo estuvo supeditada al deseo de montar un grupo, aprender, formarme componer, dar conciertos…
Creo que grabo discos porque siento que tengo un deber moral. La vida ha sido generosa conmigo: he tenido profesores increíbles en mi educación pública, he tocado en muchos países, he trabajado con grandes músicos. Me gustaría devolver algo de lo que he recibido. Todo lo que no se da, se pierde.
Una de las cosas más me gusta del rock es que engloba muy bien a otras artes; incorpora literatura, diseño, moda o cine con cierta facilidad. Pero lo mejor del rock es que es un reencantamiento con el mundo.
El rock, salvo excepciones, lleva muchos años encerrado en sí mismo. Se ha definido más por lo que “no es” que por lo que “es”. En mi carrera en solitario trato de buscar otro camino en el rock, sin perder su ADN. Es un estilo que por su propia naturaleza híbrida, permite muchas posibilidades. Lo puro se pudre. El rock es mi música tradicional, como para otros es el flamenco.
En La Pasión según Igor Paskual hablo del placer y el privilegio enorme que supone estar vivos. Hablo de cómo la vida debería experimentarse con más entusiasmo y el doble de intensidad. Y ese es el efecto que me gustaría causar a quien escuche el disco y me vea en directo: multiplicar pasiones.

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