Pocas giras me han alegrado tanto como esta cuando Born! Music la anunció. Alan Sparhawk de Low volvía a subirse a los escenarios y teníamos que estar allí. Hace un año, un cinco de noviembre, Mimi Parker nos dejaba huérfanos de su música. No voy a glosar aquí las maravillas de la música de Low, porque seguro que todas aquellas personas que lean estas líneas las conocerán. Si no es así, más os vale salir corriendo a buscar sus discos y escucharlos sin parar. Son obras maestras.
Pero el 17 de noviembre en La Nau, no íbamos a escuchar a Low, ni la música de Low interpretada por Alan Sparhawk. No, en ese concierto íbamos a ver en directo como está buscando su propio sonido y un camino diferente para seguir adelante.
Si nosotros nos hemos quedado con el corazoncito un poco más triste por la desaparición de Mimi, imaginad que vuestra pareja, en lo personal y lo emocional, pero también la persona con la que hacéis música, os deja un vacío tan enorme que no sabéis como llenar. Eso imagino que debió pasarle a Sparhawk y que la música le ha ayudado en este tiempo a sobrellevarlo como buenamente ha podido.
Nos ofrecía pequeños destellos de esa música con sus directos de Instagram, aquellos Friday I’m in Low que antes hacían juntos durante la pandemia. En estos últimos tiempos le hemos visto tocar brevemente, sonidos experimentales, retazos de lo que será. Y también nos ha explicado cómo va la cosecha de su huerto, desde que plantó las semillas hasta que recogió sus frutos. A mí me tenía enganchada. Los que me conocen saben que hace un par de años que cultivo mi huerto, poca idea tengo, pero se hace lo que se puede. A pesar de no poder comer casi nada de lo que cultivo, tengo intolerancia a la fructosa, pero me relaja tanto que no puedo dejarlo. Y verlo cultivar su huerto, me ha encantado. En cierta manera es una terapia, como la música. Y a eso voy.
Alan Sparhawk se subió al escenario con una banda en la que le acompañaban sus dos hijos Cyrus y Hollis. Tuvimos suerte, Hollis se marchaba a Estados Unidos y sería la única fecha en la que tocaba en nuestro país con su padre. Una actuación emotiva y llena de sentimientos. De Alan y la banda, pero también del público. Una de esas raras ocasiones en las que sientes la energía fluir del escenario a la sala y de la sala al escenario. Increíble.
Empezó la noche con una jam que descolocó a mucha gente, pero durante el concierto fue desarrollando temas nuevos y diferentes. Si alguien esperaba ver a Low, se equivocaba. Escuchamos y vimos una música diferente, para un momento de su vida distinto, para unas emociones que expresan muchas cosas que antes no sentía. Una música que le ayuda a encontrar su camino sin Mimi, a encontrar su sonido de una forma totalmente distinta. Muchas veces dolorosa, otras no tanto, algunas con una alegría desbordante de emoción. Su música sonó brillante y luminosa, al menos a mí me lo pareció. Y también una música sanadora. No sé a vosotros, pero yo tuve una semana un poco regulera y salí de allí con una sonrisa de oreja a oreja. Porque es cierto que la música cura. Usadla, siempre.
Creo que fue un concierto de esos en los que hay que estar. Y si Alan Sparhawk vuelve, tenéis que verlo en directo, porque es una experiencia única y un músico excepcional que aún tiene muchísima música que ofrecernos. Lo que vimos en La Nau fue solo la punta del iceberg de un artista que es capaz de hacerte sentir un nudo en la garganta de la emoción cuando toca. Vuelve pronto, Alan. Aquí te esperamos, siempre.
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