Causó conmoción en el último Black Music Festival de Girona del 2023. Justo hubiera sido que la algarabía se repitiera en Barcelona, debido a la presentación de Slang Spirituals (BMG, 2024), su última entrega discográfica. Los adictos acudieron, pero La Paloma (medio aforo, siendo generosos) necesitó de más curiosos para elevar a las alturas a una artista que, en nuestra modesta opinión, no deja de ser otra candidata a ese trono compartido por exclusivas artistas, a las cuales, sólo podrá hacer mínima sombra.
Lady Blackbird, quien visitaba Barcelona por primera vez, se dejó la garganta, convenciendo a casi toda la parroquia reunida, que gozó de su talento y de ese cierto excentricismo sensual que tanto les enamora, pero también hubo unos cuantos espectadores a los que su show les desconcertó.
Aunque la artista, natural de Farmington (New Mexico), comenzó su carrera en Nasvhille, a los doce años (en un sello de carácter cristiano) y firmó con Epic Records en 2013, no fue hasta el 2020 cuando alcanzó la fama de la mano del reputado productor Chris Seefried y la discográfica BMG. En su estudio de Los Ángeles, grabaron Blackbird (Nina Simone) y de esa gloriosa canción surgió su actual apodo. Con ella inició el irregular repertorio de su actuación barcelonesa.
El arranque psicodélico y ese vozarrón que Dios le ha dado, nos prometían una velada esplendorosa, las vacilaciones estilísticas lo impidieron.
La exitosa cantante inició, con fuerza, el show, gracias a Blackbird y su nuevo hit Like a Woman, apertura prometedora que truncó con Collage, Fire Feet Tall (frágiles chispazos de Simone) y la reciente e insulsa No One Can Love (Like You Do), tres baladas tan solo salvadas por sus radiantes comentarios que convirtieron el desamor en linda anécdota. Su risa fue contagiosa; el mejor divertimento de la noche.
Mejor fueron las cosas con el apreciable country-soul Man on a Boat o en el boogie (Elton John en la memoria) If I Told You, en la que el teclista Deron Johnson ofreció lo mejor de una banda que flojeó en el pulso funk y se excedió en el intento de acceder a géneros impropios como en Whatever His Name, clara pieza mainstream virada, otra vez, a una psicodelia cercana a Pink Floyd; Johnson les salvó del suspenso.
Cuando creíamos que todo estaba perdido, aparecieron flores primaverales como The City, el festivo funky (estilo Sylvester) Reborn, I’ll Never Happen Again (con pre grabaciones góspel) o la bonita balada Lost And Looking, bien cantada, aunque la voz de Munroe ya denotaba cierto desgaste.
Nunca alcanzará a emperatrices estimulantes tipo Nina Simone, Donna Summer o Chaka Kahn, en parte porqué su estilo no acaba de definirse y sus aptitudes vocales (innegables) le pueden jugar una mala pasada. A ningún oído, en buen estado, se le escapó, su falta de fuelle en el tramo final. O regula su pujanza o ese vigor se cercenará en pocos años.
Lady Blackbird podría ser un brote verde salvador. Si define el género a tratar y cuida sus cuerdas vocales, tenemos intérprete para rato. Si no, seguiremos instaurados en la eterna búsqueda redentora.
Autores de este artículo
Barracuda
Aitor Rodero
Antes era actor, me subía a un escenario, actuaba y, de vez en cuando, me hacían fotos. Un día decidí bajarme, coger una cámara, girar 180º y convertirme en la persona que fotografiaba a los que estaban encima del escenario.