Antes meditaba de vez en cuando. Ahora medito diariamente. Y sinceramente, no sé por qué no lo hace todo el mundo. Ahora os estaréis preguntando, ¿qué mierda nos está contando Anabel? ¿Va a hablar de música relajante o qué? No os asustéis. Esto va de música, porque la música cura. Incluso hay estudios reputados que así lo afirman y existe la musicoterapia. ¿Qué más pruebas queréis? No os voy a descubrir nada nuevo, seguro. Pero en momentos como el que estamos viviendo, creo que el poder curativo de la música es esencial. Necesario.
Estos días, escuchando el maravilloso nuevo disco de Isasa para reseñar, me ha venido a la mente esta idea (estad atentos que sale el 5 de marzo en La Castanya y es una maravilla). Cuando lo escucho me veo meditando con él. Lo visualizo, de hecho, lo hago. Ya lo hice con sus anteriores discos. Aunque suelo usar casi siempre mantras, otras veces, la música cobra vida propia y se abre camino por sitios que nunca te esperas.
Dentro de mi práctica habitual de meditación, que combino con el kundalini yoga, utilizo varios mantras. En especial el Mul Mantra, una versión bastante rítmica, también el Guru Gobind Singh Shakti y el Adi Shakti. Los escucho mientras medito y también los canto. Sí, sí, los canto. No es que sea un espectáculo digno de ver, la verdad. Mi sobrino me imita a veces, eso sí que es un espectáculo digno de ver. Mi profe de yoga, Sandra Guru Ras me pasó también el Japji Sahib cantado por su maestro y os aseguro que cuando me lo pongo, me entra un relajo brutal. Digamos que es la canción que contiene todos los mantras y empieza con el Mul mantra, uno de mis favoritos.
Para las personas que ni mediten ni practiquen yoga, explicaros que los mantras se cantan o se escuchan durante la práctica del yoga y la meditación. Por cierto, ¿sabíais que Tina Turner tiene discos de mantras? Esa voz. Impresionante. ¡I love you Tina! Lo siento, tenía que decirlo, es que es muy grande Tina Turner. Pero no uso solo mantras para meditar. También discos que en principio nada tienen que ver con la meditación.
Lo que quiero decir es que en realidad hace años que escucho mantras sin saberlo. Y seguro que vosotras y vosotros también. Desde los que se acercan más a la experiencia del mantra y la meditación, a aquella canción que nadie diría que es un mantra, pero para mí lo es. Seguro que todos tenéis discos que os ponéis para relajaros después de un día de mierda, cuando estáis al borde un ataque de nervios, os dan ganas de estrangular a alguien o cuando queréis sacar toda la rabia que lleváis dentro. Esos son vuestros mantras. Esa es la música relajante que os hace sentir bien.
Recuerdo con especial viveza un concierto en el que pensé “que bien me está sentando esta música”. Fue escuchando los ragas de Hariprasad Chaurasia una mañana soleada en el jardín del Musee Batha en Fez, dentro del festival de músicas sacras del mundo que tuve el placer de cubrir para Ruta 66 hace años con mi colega y gran fotógrafo Jordi Vidal. A veces cuando escribo por la mañana me pongo su música relajante y dejo las palabras fluir. Es en esos momentos cuando conectas con la música de una manera más profunda, cuando sientes realmente el poder que tiene.
Uno de mis discos favoritos para conectar o desconectar, depende como lo veas, es To Live Alone In That Long Summer del músico canadiense Barzin. Me sirve lo mismo para un roto que para un descosido. Me arregla entera. En situaciones de estrés extremo, junto al Japji, es lo que más escucho. Es que es una delicia de disco, de principio a fin. Escucharlo en directo en un living room concert ha sido uno de las mejores experiencias en concierto que he vivido. Me retrotrae a grandes momentos.
Otro de mis discos favoritos para sentirme bien es el At Swim de Lisa Hannigan. También lo asoció a un buen recuerdo. El festival Haven en Copenhagen liderado por The National. Recuerdo disfrutar de la música con el chubasquero empapado hasta el tuétano después de una lluvia inclemente, pero más contentas que unas perdices. Que gran concierto, que gran ciudad. Que bien lo pasamos. Y verla a ella, con esa voz delicada y deliciosa cantando. Música que nos ancla en buenas memorias. Podría mencionar cientos de ejemplos como estos.
La música también puede ayudar a pasar malos momentos. Elastic Days de J Mascis me acompañó en bucle durante todo un día mientras paseaba por las grises calles de Manchester esperando para ver a Dinosaur Jr en el Albert Hall. El día anterior había visto a Wilco con unas amigas, un concierto precioso, en la misma sala de la ciudad. Había comprado las entradas en verano estando en Japón de vacaciones. Ellas me dijeron que iban a ver a Wilco y cuando vi que al día siguiente tocaban Dinosaur Jr, me apunté sin pensarlo. ¡Doblete musical! Viaje y concierto. ¿Existe mejor plan? (Como lo echo de menos, ¡maldito virus!). Bueno a lo que iba. Después de ver a Wilco, mis amigas se marcharon a Londres a seguir la gira de Tweedy y compañía y yo me quedé para ver a Dino. Esto no tendría la mayor importancia sino fuera por lo que me pasó al principio de aquel viaje.
Os pongo en antecedentes. Mi primera visita a Manchester nada más llegar fue a un hospital, por cierto, que me trataron maravillosamente. Me quemé con agua ardiendo de la manera más absurda. No os lo recomiendo. Pero por mis ovarios que iba a ver a Wilco y a Dinosaur Jr. Mis amigas me consolaron y cuidaron como nunca. Las adoro. Gracias chicas. Pero cuando se fueron, con mi quemadura bullendo, me entraron todos los males. ¡Que sola, que triste me sentía, que gris me parecía Manchester! J Mascis me salvó. Y luego Dinosaur Jr en directo, por supuesto. Aunque desde entonces, no soporto Manchester. Mi segunda supuesta visita a Manchester resultó en gira de Dinosaur Jr cancelada y viaje también. La última vez que fui, para ver a Osees, una avería eléctrica canceló todos los vuelos y me tuve que quedar a hacer noche, buscando como pude hotel y vuelos de vuelta desde Londres para el día siguiente. Todos los vuelos desde los aeropuertos más cercanos llenos. Toda una odisea. Una ciudad maldita para mi. Lo único que la salva es que fue en Manchester dónde nació Emmeline Pankhurst, la pionera sufragista, y la increíble música que ha salido de allí. Vale y que he visto allí unos conciertazos de aúpa. Pero sino es por la música…¡vade retro Manchester!
Luego por supuesto, también está la música que me pongo cuando me dan ganas de gritar y sacar toda la rabia que llevo dentro. Desde la furia de Alice Bag, pasando por los guturales gritos de Robb Flynn de Machine Head o las brutales L7, reverencia a Donita Sparks y las suyas, ideales para patear culos. Vale esto no ha quedado muy meditativo y centrado, lo sé, pero es así. De hecho, Jennifer Finch, la bajista de L7, empezó a meditar y a practicar Kundalini yoga en los ochenta. En alguna foto la podéis ver meditando en la furgo entre conciertos. Si no encontráis un disco para cada emoción, buena o mala, que os asalte, es que no habéis escuchado suficiente música. Así que ya sabéis, a escuchar música, la mejor, que nos ayude a sobrellevar estos extraños tiempos que vivimos. Por cierto, ¿qué mantras escucháis?

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