“Hace años tocábamos en bares y restaurantes, amenizando cenas con versiones… y nos vemos mañana en el Palau Sant Jordi. Estoy gritando fuerte”. Así lo compartía el cantautor en redes sociales, donde días e incluso semanas antes, ya podíamos ver la emoción que sentía por este concierto de ‘Nuestra Locura Tour’. Y es que, ¿qué artista de casa no tiene el sueño de tocar en el Palau algún día? Nil Moliner lo tenía y lo cumplió el pasado sábado 26 de marzo, volando alto.
El artista del Prat de Llobregat comenzó su recorrido musical con tan solo 12 años en el grupo Cybee, una banda pop-rock producida por el conocido pianista Manu Guix. Con 15 años empezó a tocar versiones de otros artistas como Dani Martín o Fito en pequeños bares y sus covers en Youtube subieron como la espuma. En 2017 presentaba su primer EP y lo que jamás imaginó es que la canción que le da el nombre, Hijos de la Tierra, seria cantada por miles y miles de personas en el mismísimo Palau Sant Jordi.
Pirotecnia y mucho cariño
Fue un concierto especial desde el minuto 1, porque sin previo aviso y antes de las 21h, Nil apareció en la pantalla regalándonos en primicia el videoclip de Meneito, su nuevo single que saldrá el próximo 1 de abril. Empezando bien puntual, El despertar inauguró la noche y, por si quedaba algún despistado en el recinto, los fuegos artificiales nos ‘despertaron’ a más de uno haciéndonos conectar con el concierto en cuestión de segundos.
Después de Mi religión –un himno con el que mostró sus dotes como bailarín–, El aire que me mata iluminó el Palau haciendo que los asistentes alzaran sus flashes al cielo. Con Tal Vez aprovechó para hacer una crítica a la guerra: “vemos gente huyendo de sus casas en búsqueda de un futuro digno, un futuro mejor, dejando muchas cosas atrás; y yo me pregunto si algún día la vida nos va a devolver la humanidad”.
La importancia de ser agradecido
Nil es de esas personas con las que empatizas el triple que con alguien normal. Buena gente. Agradecido. Entregado. Cercano. Estuvo todo el concierto con la lagrimita a punto de salirle del ojo y el público era tan consciente de ello que aún intentaba transmitirle más calor. Esto pudimos verlo en la canción que (para mí) más sentido tuvo durante la noche. Con un emotivo “Cuidado porque los sueños se cumplen, pero no se cumplen por el afán de uno mismo sino por el afán de todos, así que gracias porque sois culpables de que hoy esté aquí con toda mi banda y todo mi equipo”; introdujo Cien por cien, canción con la que, además, sorprendió con su versión en catalán. “Vull que tots el somnis que tenim pendents, es compleixin poc a poc al cent per cent”. Y tanto que lo harán, Nil.
Antes de seguir, toca hacerle un pequeño cumplido a la banda. Cuando un equipo se quiere, como se quería ese, no debe esforzarse en transmitirlo, ya que les sale solo. Ferran Samplêr a la percusión, Jaume Àvila al bajo, Eneko Urrestarazu al trombón, Gisela Alegret a la trompeta, Marcel Castellví a la guitarra, Ignasi Caballé al teclado y Joan López a la batería; llenaron el escenario con sonrisas que no les cabían en la cara. Tocando su instrumento, cantando, dirigiéndose constantemente al público y también siendo bailarines muy sincronizados. Un 10, vaya.
La sorpresa para el final
Hacia la mitad del setlist, el Palau entero se apagó y vimos a la banda aparecer por los diferentes pasillos de las gradas. Nadie entendía nada. Todo el mundo flipaba cada vez más. De pronto, Nil apareció en el escenario 2 haciéndose un solo de batería. Aún seguíamos sin entender nada. Imaginad nuestras caras cuando de golpe unos arneses lo empiezan a elevar al cielo y tenemos a nuestro artista sobrevolando el recinto al ritmo de la música para acabar aterrizando en el escenario principal. Gritos, asombro y algo de incertidumbre. A día de hoy no sé explicar bien cómo ni por qué sucedió esto.
Pero es que no acaba aquí, no, no. Iniciando la traca final, después de Estaré aquí, volvió a sobrevolar el Palau, esta vez con guitarra eléctrica incluida. Sus míticos temas Esperando, Bailando y Pólvora, indicaban que llegaba el fin, pero con confeti, fuegos artificiales y mucho mucho salto, fue un final por todo lo alto.
No sabemos si tendremos que esperar hasta 2024 para volver a verle (como bien dijo). Lo que sí sabemos es que después de un Palau Sant Jordi ya no hay vuelta atrás y seguramente hemos sido testigos de la primera, pero no de la última vez en la que el Nil Moliner y toda la troupe, lo vuelva a llenar.








Autores de este artículo

Andie Contreras

Sergi Moro
Desde que era un crío recuerdo tener una cámara siempre cerca. Hace unos años lo compagino con la música y no puedo evitar fotografiar todo lo que se mueve encima de un escenario. Así que allí me encontraréis, en las primeras filas.