No pude evitar sentir un subidón de energía, admiración, reconocimiento, llámalo cómo quieras, al oír las primeras notas que entonaron y su potentísimo sonido en directo. Naturalizas que no hay tías en el rock. Porque el rock es una tierra yerma de mujeres. Cualquiera de sus hijos, ya sea heavy, thrash, black, stoner, psicodélico, doom, punk, psychobilly… son páramos en lo que a músicas se refiere.
Este verano voy al Resurrection Fest y de las 390 personas que van a subir a su escenario, solo 7 son mujeres. Del Rock The Coast hay 21 grupos con 3 líderes vocalistas acompañadas de músicos tíos. En otros de mis festivales favoritos: al escenario del Psychobilly Meeting sólo se suben 3 mujeres de los 35 grupos que conforman el cartel, y del Rock Fest 2 mujeres de 53 (que por cierto, GRACIAS por hacerlos coincidir el mismo fin de semana, un detalle). Los números hablan por sí solos. Aunque hasta aquí ninguna novedad.
Hay otros géneros en los que la relación mujeres/hombres es más equitativa. ¿A las mujeres les gusta menos el rock y por eso hay menos músicas de rock? A saber. Sea cual sea el motivo, tampoco es el tema que nos ocupa en esta crónica, es el pez que se muerde la cola de siempre: sin referentes mujeres, no hay mujeres. Y con Stonefield me explotó la cabeza tanto por su sonido (si te mola el rock psicodélico, claro) como por el triste hecho de ser un grupo íntegramene femenino.
Pero dejando las reivindicaciones feministas de lado y centrándonos en las hermanas Finlay, Stonefield son un grupo de rock psicodélico en mayúsculas cuyo empoderamiento viene dado por su talento y no por su condición femenina. La precisión y coordinación de las cuatro músicas, el chorro de voz de la cantante, la excelente composición musical de sus temas… Apadrinadas por King Gizzard & The Lizard Wizard, y habiendo girado con Fleetwood Mac o Black Rebel Motorcycle Club, el Sidecar fue poco para ellas.
Las cuatro hermanas empezaron sus andaduras en 2006 bajo el nombre de Iotah, que a los pocos años, y después de ganar un concurso local de nuevos talentos, cambiaron a Stonefield. Por lo visto iOTA ya estaba cogido. Te las puedes imaginar en el cobertizo de la granja de sus padres ensayando. Buen storytelling.
Después de algunos singles, su disco homónimo de 2010 y el As above so below de 2016, su sonido se ha ido formando y acercando cada vez más al actual y al de Far From Earth. Altamente influenciadas por Black Sabbath, Deep Purple o Jefferson Airplane, su stoner rock psicodélico está teñido de texturas pesadas y densas, características del rock desértico, con esporádicos órganos a lo The Doors, con pinceladas de progressive, psych e indie rock en sus melodías. Cósmicas y lisérgicas, delicadas y oscuras. Reconozco que tengo predilección por los grupos baterista-cantante, formación bastante poco común (si eres de los míos, tienes que ver a Udol en directo, grupo de stoner-sludge de Caldes de Montbuï).
La puesta en escena se limitó al headbanging de la cantante-baterista y de la bajista, y a los trajes acampanados de pana marrón que vestían las cuatro músicas. Apenas dijeron tres frases en todo el concierto. Casi no llegaron ni a despedirse. Nos dejaron con ganas de bis, pero desaparecieron de inmediato por la pequeña puerta negra que une el escenario y backstage del Sidecar.
Autores de este artículo
Claudia Blasco Garcia
Aitor Rodero
Antes era actor, me subía a un escenario, actuaba y, de vez en cuando, me hacían fotos. Un día decidí bajarme, coger una cámara, girar 180º y convertirme en la persona que fotografiaba a los que estaban encima del escenario.