Cómo cantaba Rubén Blades: “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”. La frase que perdurará siempre.
Nos contaban algunos de los asistentes al concierto de The Sheepdogs en 2022 (en una sala Wolf medio desértica), su asombro al encontrarse La Nau a rebosar, incluso con Commoners, sus magníficos teloneros, también, originarios de Canadá (Saskatchewan). Nadie va a negar que la estupenda banda de Toronto mereciera un lleno, pero el dato no deja de ser chocante. Seguimos instaurados en la pregunta del millón.
Anécdotas aparte, la banda liderada por Ewan Currie es, en estos momentos, un auténtico referente de lo que llaman southern, americana, country-rock o lo que sea, aunque, es tal la variedad de ecos que escuchamos en su vibrante exposición rítmica que es imposible etiquetarlos de un modo veraz. En su caso, dentro de la fusión de remembranzas, que nos llevan en un primer lugar al trono de la Allman Brothers Band, también hallaremos blues, boogie, harmonías vocales a lo Eagles o America e incluso el virtuosismo de las melodías de los primerizos The Beatles (Darlin’ Baby es una obra maestra). En el rock bien hecho, deberían convivir todos estos estilos sin pegarse y los actuales integrantes de la banda los ejecutan a la perfección. Si a ese virtuosismo, nada empalagoso, añadimos unas composiciones de fuste, colmadas de estribillos memorables, entenderán el porqué de su grandeza y éxito.
Estrenaban un nuevo EP titulado Hell Together (2024) compuesto por seis excelentes composiciones, de las cuales sólo escuchamos el tema que titula el disco. El resto, de un inmaculado repertorio, lo formaron lo más granado de su carrera. Imposible no arrebatarse con Find The Truth, Downtown, Let Me In (una de mis preferidas) o cualquiera de las demás, ninguna migaja entre diecisiete joyas.
Currie es un cantante de raza que puede desgañitarse en Bad Lieutenant (Crazy Horse en la inspiración) o llevarte a las nubes con su maravilloso fraseo (Souther Dreaming). Líder primoroso, capaz de ejecutar limpios guitarrazos (How Late, How Long) y ser el faro que conduzca a sus compañeros a la gloria. La perfecta agrupación, estuvo completada por Shredder Ricky Paquette (guitarra), Ryan Gullen (batería) y Shamus Currie (teclados); tres fieras andan sueltas.
Podemos seguir alabando interpretaciones: grandiosos en la coreada I’ve Got A Hole Where My Heart Should Be, Take Me For A Ride (reminiscencias al Baby Please Don’t Go de Them), Scarborough Street Fight, I Don’t Know o la traca final (incluidos bises) con I Don’t Know, Nobody, Roughrider’89 (pura psicodelia de rodeo) y Feeling Good.
Su logotipo iluminado con bombillas, a la vieja usanza, les alumbró tanto a ellos como a los presentes, quienes gozamos de una de las mejores noches de rock and roll del año.
En el panorama actual, pocos o nadie les hace sombra. Tocan superlativamente, poseen carisma y sus canciones son oro puro. Pueden hacer de espeleólogos, no encontrarán nada con más chicha.
Autores de este artículo
Barracuda
Marina Tomàs
Tiene mucho de aventura la fotografía. Supongo que por eso me gusta. Y, aunque parezca un poco contradictorio, me proporciona un lugar en el mundo, un techo, un refugio. Y eso, para alguien de naturaleza más bien soñadora como yo, no está nada mal.