O te eclipsa o te horroriza, pero el K-pop no deja indiferente a nadie. Bandas de cinco o más personas, canciones pegadizas, coreografías imposibles y una estética impecable. Desde hace más de una década, este género musical de grupos prefabricados no ha hecho otra cosa que extenderse más allá de sus fronteras. En Barcelona, su comunidad de seguidores vibra por sí sola. Y es por esto que en esta serie de artículos vamos a explicar las diferentes caras de un género que no es solo música; también es fenómeno social, cultural y artístico. Empezamos por uno de sus fuertes, los videoclips.
Los que no estéis muy metidos en la artillería del K-pop puede que, si juntamos las palabras Corea y videoclip, os venga a la mente el repetitivo Oppa Gangnam Style. Pero actualmente el poder de seducción de los videoclips de K-pop es tan grande que cada vez que una banda sube uno en YouTube, el contador de reproducciones saca humo. El último éxito mundial lo marcó hace poco BTS, la banda más internacional de Corea: su single Dynamite ha batido el récord del vídeo más visto en 24 horas con más de 100 millones de reproducciones. Pero, ¿por qué tanto alboroto por un videoclip?
Pues bien, en el K-pop los videoclips son un elemento clave para entender la calidad artística del fenómeno. Con una estética muy cuidada, se caracterizan por su belleza, originalidad, armonización cromática, un trabajo de cámara muy elaborado y una edición y efectos especiales que consiguen reflejar a la perfección las sensaciones que las canciones pretenden transmitir. Porque el K-pop no solo se escucha, se mira. Como esto de aquí:
El concept: un universo estético
Para cada lanzamiento, las bandas adoptan una estética acorde con las características musicales y literarias de la canción, y con la coreografía. Algo que se conoce como concept: un término difícil de definir, pero que se podría explicar como “la temática de la canción”. Que va del primer amor: videoclip de instituto y uniformes escolares. Que va del desamor: a tope con la imagen de malotas, malotes y el yo puedo con todo. Aquí dos videoclips con un concept por el que toda banda de K-pop ha pasado en algún momento de su trayectoria, la temática cute. Un clásico.
Hasta el último detalle
El cambio constante de outfits (extremados e incluso raros, pero siempre a la última), la explosión y equilibrio de colores, la pirotecnia y el uso de efectos siempre tienen un sentido y papel concreto dentro del concept y videoclip.
Por no hablar del maquillaje. Al primer videoclip puede que os extrañe ver una boyband con eyeliner, pero a la que ya habéis visto unos cuantos ni os inmutaréis. Esto no es ni nada nuevo ni exclusivo del K-pop: en Corea del Sur no es extraño que un hombre se maquille y siga una rutina diaria de cuidado de la piel. La industria cosmética del país es una de la más fuertes del mundo y sus productos han llegado a todas partes. Hasta en Barcelona podemos encontrar más de una tienda especializada. ¿Qué os parecen las sombras de ojo que lleva BTS aquí abajo?
Movimientos y narraciones imposibles
Por supuesto, otra cosa que no puede faltar en los videoclips son las coreografías. El K-pop es música y baile, y hasta las baladas más lentas se bailan. De aquí que gran parte de los videoclips se dediquen a mostrar los movimientos de cada canción. A veces son sexys, a veces son salvajes y a veces son una monada. Pero nunca son fáciles. Aunque todas tienen algo en común: un paso de baile con el que identificar la canción fácilmente. Como este de aquí. Los ‘pistoletazos’ de Blackpink son lo que ‘el paso del caballo’ era a Gangnam Style.
Otra de las características de los videoclips es la creación de un storytelling que te absorbe y te hace esperar hasta el final para ver cómo acaba. Esto sumado a las pistas y teorías que los fans crean alrededor de cada nuevo lanzamiento. Aunque no, muchas veces las historias que cuentan no tienen mucha lógica. Los sinsentidos en los videoclips son muy, muy comunes.
No vamos a afirmar ni desmentir que el auge del K-pop haya influenciado en los videoclips de otros países. Pero lo que está claro es que alrededor del mundo estamos viviendo una nueva época dorada de los cortometrajes musicales: en occidente vuelven a estar de moda como lo estuvieron años atrás. Pero en Corea nunca se fueron y esto, amigxs, quiere decir que la ventaja que llevan al resto de industrias musicales es inmensa. Porque del K-pop (por supuesto y como siempre) hay mucho que criticar, pero también hay mucho que aprender.
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