Si todavía no conoces a Kerala Dust, permíteme decirte que te estás perdiendo una de las propuestas musicales más interesantes de la escena electrónica actual. Una banda formada por Edmund Kenny, Harvey Grant y Lawrence Howard nacida en Londres, pero actualmente residente en Berlín, ciudad apodada internacionalmente como la capital del techno. El estilo del grupo resulta prácticamente imposible de clasificar dentro de un solo género como la electrónica, ya que presenta una mezcla de rock psicodélico, blues y techno con influencias de Tom Waits y Talking Heads.
Hace un año, en el mismo mes de marzo, Kerala Dust nos visitaron con su directo ‘Live, West’, del primer disco publicado en 2020 Light, West. En esta ocasión, el pasado jueves Kerala Dust nos presentó su último trabajo titulado Violet Drive en la sala Razz 2, una vez más con las entradas agotadas.
Pasados unos pocos minutos de las nueve, la banda se subía al escenario y cada miembro empezaba a hacer su magia: Harvey en los teclados, Lawrence en la guitarra y Edmund dirigiendo vocalmente y en los sintetizadores. Sólo bastaron unas primeras notas para poner a todo el público a bailar, resultando imposible quedarse quieto, en un estado de trance que se mantendría durante una hora y media.
No pudieron faltar temas nuevos como Moonbeam, Midnight, Howl, Pulse IV o Violet Drive, ni otros como Maria, de trabajos anteriores. Un repertorio de canciones que, ligeramente reinterpretadas y fusionadas entre ellas, hicieron un repaso de la trayectoria de la banda. Hubo poca pausa, pero aprovecharon pequeños instantes para agradecer la presencia del público barcelonés por segundo año consecutivo.
Kerala Dust, sinestesia pura
La banda británica consigue que cada show sea especial y diferente, a través de la continua improvisación y la interacción de cada elemento musical, con una sincronización impecable. La ambigüedad y psicodelia de las canciones se ven potenciadas aún más en el directo, convirtiéndose en una conversación constante de sonidos y sumándole el impacto de los efectos visuales.
El público se dedicaba en cuerpo y alma en sentir cada tema y perder la noción del tiempo, aclamando cada vez que Edmund se marcaba un beat-drop y a la mínima que había un parón entre canción y canción, lo cual no ocurrió muchas veces.
El concierto cerró con el que podría haber sido probablemente el tema más cañero de la noche, el cargado de techno y house Nyla, que, durante 9 intensos minutos, dejó al público exhausto, pero a la vez con ganas de más. Quizás decir que la noche terminaba aquí no es del todo correcto, ya que estoy segura de que, para muchas personas, la noche tan sólo acababa de empezar.
Autores de este artículo
Aïna López García
Víctor Parreño
Me levanto, bebo café, trabajo haciendo fotos (en eventos corporativos, de producto... depende del día), me echo una siesta, trabajo haciendo fotos (en conciertos, en festivales... depende de la noche), duermo. Repeat. Me gustan los loops.